El camino del sol

Esta estrella y su interacción con la Tierra son el objetivo de varias misiones de la ESA y la NASA, ya que es muy importante entender su evolución
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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La Agencia Espacial Europea (ESA) realizó un montaje, a partir de 365 imágenes, que muestra la actividad cambiante del Sol a lo largo de 2018.

Las imágenes fueron capturadas por la cámara SWAP, del satélite Proba-2, que funciona a longitudes de onda del ultravioleta extremo para obtener la atmósfera caliente y turbulenta del Sol.

De acuerdo con la ESA, el astro normalmente sigue un ciclo de 11 años de actividad y, durante el año pasado, alcanzó su mínimo solar, por lo que mostró pocas regiones activas, las cuales aparecen más brillantes en las imágenes.

Una forma de evaluar el nivel de actividad es contar las manchas solares (puntos oscuros en las fotos) o registrar la potencia de las fulguraciones. La erupción más energética de 2018 se registró el 7 de febrero en una pequeña región situada en las latitudes centrales del hemisferio oriental del Sol

Se clasificó como “C-8.1”, según el sistema que divide las fulguraciones solares de acuerdo con su fuerza. La clase más baja se denomina A, y la siguen las clases B, C, M y X. Cada una implica una emisión de energía 10 veces mayor que la anterior; así, una fulguración de clase X es 100 veces más potente que una de clase C.

Las fulguraciones de clase M y X, junto con las eyecciones de masa coronal que expulsan al espacio nubes gigantescas de material solar, pueden generar tales emisiones de radiación que, si apuntaran directamente a la Tierra, podrían crear tormentas geomagnéticas con capacidad de interrumpir nuestros sistemas de comunicaciones y redes eléctricas, así como de provocar daños en los satélites.

Lo anterior es uno de los motivos por los que resulta importante seguir monitoreando al Sol, para poder preparar frentes a los efectos adversos de la meteorología espacial y mitigarlos.

Por su parte, los momentos de baja actividad solar son útiles para estudiar la evolución de las regiones activas sin la dificultad que suponen la superposición e interacción entre regiones. Las zonas activas pueden prolongarse durante días e incluso meses, y se observan cómo rotan y atraviesan la cara de la estrella repetidamente.

El Sol y su interacción con la Tierra son el objetivo de varias misiones de la ESA y la NASA en activo. Además de Proba-2, la agencias cuentan con el cuarteto de satélites Cluster, el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO) de la ESA-NASA, el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA y, más recientemente, la sonda Parker de la NASA.

Por otro lado, la sonda Solar Orbiter, cuyo lanzamiento está previsto para el año que viene, ofrecerá primeros planos de las regiones polares del Sol y será capaz de observar el incremento de actividad en la cara no visible desde la Tierra.

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