El baile de los 41 en la fiesta de la censura del cine
Para poder realizar El baile de los 41, cinta inspirada en el hecho histórico del México de 1901, el equipo de producción sorteó obstáculos al querer retratar la homosexualidad de principios del siglo XX. Su director David Pablos espera que con el largometraje se logre una nueva visión de la comunidad LGBT+
Hidalgo NeiraPara poder realizar El baile de los 41, cinta inspirada en el hecho histórico del México de 1901, el equipo de producción sorteó obstáculos al querer retratar la homosexualidad de principios del siglo XX.
La noche del 18 de noviembre de 1901 ocurrió una redada policial al interior de un domicilio ubicado en la entonces cuarta calle de la Paz, en la colonia Tabacalera. De ese acontecimiento que ha trascendido en la historia se sabe poco, ya que hay más especulación sobre el escándalo que resultó dicha reunión privada que terminó con violencia.
Conocido como El baile de los 41, esta fue la primera fiesta LGBT+ en salir a la luz pública en México, y la represión desde la dictadura porfirista se hizo notar en los diarios nacionales; sin embargo, la doble moral quedó expuesta. A un siglo de distancia, una película con el mismo nombre recuerda la anécdota que sigue presente en la memoria de miles de personas que luchan por los derechos humanos y civiles.
Para realizar el largometraje, cuenta David Pablos, director de El baile de los 41, tuvieron que enfrentar la censura del presente y la doble moral que persiste en el país desde hace más de 100 años.
“No fue tan fácil hacer esta película, digo, nunca es fácil, pero esta fue especialmente difícil.A muchas personas les daba miedo, pudor y había una negativa inmediata, había una cerrazón bastante generalizada”, dice el cineasta.
El filme obtuvo recursos del Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional (EFICINE) por 16 millones 995 mil pesos, provenientes de compañías como Cinépolis y Alsea, entre otras. Alcanzar los fondos y poder financiar el proyecto de guión de Monika Revilla tardó más de un año.
La cinta protagonizada por Alfonso Herrera como Ignacio de la Torre y Mier, quien fuera el yerno de Porfirio Díaz y por ello logró el anonimato en medios al ser descubierto en la reunión, se estrenará en cines nacionales el 19 de noviembre y el siguiente año pasará al catálogo de Netflix.
El baile de los 41 Al son de la realidad
Como del acontecimiento real se conoce tan poco, recrear el baile de 1901 fue terreno fértil para los realizadores del largometraje. David Pablos indica que para él era importante lograr un balance entre lo verídico y la ficción, combinación que lo llevaron a obtener el resultado final que deseaba en pantalla, sin que nadie se le impusiera con otra decisión.
“Inevitablemente había que darle un poco de vuelo a la imaginación para contar esta historia, por lo que ya sabemos, hay poca información sobre el baile de los 41 e Ignacio de la Torre y Mier. Teníamos que inventar toda una serie de códigos para este grupo clandestino de hombres y había que desarrollarlos, sobre Ignacio y Amada había que llenar huecos”, comparte el director.
Aunque sí hubo un rigor por obtener las bases del hecho real e investigar lo mejor posible el detalle fino del 17 de noviembre, Pablos usó el guión de Revilla para realizar una ficción que además ayudará a resignificar el hecho hacia el movimiento LGBT+ en la opinión pública.
“Lo que esperaría –y esta fue una de las razones principales para querer hacer la película– es que haya una visibilidad distinta en pantalla, en los medios, que haya una visibilidad, ahora sí que desde adentro, que se puedan contar estas historias desde los miembros de la comunidad de la diversidad, con una mirada distinta, libre de prejuicio; creo que ha habido poco espacio en pantalla y la mayoría han estado plagados de prejuicio”, expresa.
Tomar el rol de esposa sumisa, proveniente del indigenismo, que su única virtud es ser hija del presidente dictador en turno en un México machista y conservador, fue la carga actoral que Mabel Cadena le impregnó a su caracterización de Amada Díaz, de la que poco se sabe hasta la fecha.
“Hay poca información acerca de Amada Díaz, incluso me encontré con su caligrafía y era un mundo fascinante, y la información que había de ella era muy contundente. Fue una mujer que no creció dentro del privilegio que rodeaba a su padre, su único privilegio era ser la consentida de Porfirio Díaz, hija de una soldadera indígena, que nació en otro mundo y que tuvo que aprender a adaptarse para pertenecer, porque no le correspondía”, describe la actriz.
Emiliano Zurita tuvo un margen de exploración mucho más amplio para Evaristo Rivas, ya que este personaje es completamente ficticio, al no haber certeza de quiénes pertenecían a este reducido grupo homosexual, pero sí observó los detalles de la época en la que se centra la historia para darle carácter a su interpretación a cuadro.
“Era muy importante para mí aprender de las costumbres, de la cultura, del Porfiriato, de lo que era importante para un hombre o cualquier persona en ese entonces, que era una cultura muy anclada al honor y al machismo; entonces, era informarme y empaparme, aprender mucho más de lo que ya sabía de la cultura LGBT+”, argumenta el histrión.