Lo hemos visto en películas, libros y series de televisión. Los robos de arte podrían ya no ser una sorpresa para muchos. Un cuadro de valor millonario más, uno menos, pero… ¿Te imaginas llegar a casa de un amigo o colega del trabajo y ver y reconocer un Monet colgado en la sala?
Eso solo si la persona que obtuvo la clásica pintura no la tiene escondida bajo llave, a la sombra de cualquier visita.
Entonces, ¿para qué obtenerlo? Y digo “obtenerlo” porque no necesariamente la persona que tiene el cuadro es quien lo sustrajo.
¿Cómo es que se pueden llevar no uno, sino varios cuadros de un museo? Es una pregunta que nos hacemos, incluso si se trata de un robo dentro de la trama de una película.
En el Museo del Prado, en Madrid, por ejemplo, cada sala tiene una persona de seguridad al pendiente, sin contar las cámaras, alarmas y demás medidas de protección, de tal manera que en ocasiones –y sobre todo cuando el recinto está abarrotado de amantes del arte, curiosos y turistas– se puede sentir cierta incomodidad por la mirada y la actitud casi como de un sargento, por parte del personal del museo.
Claro, los robos se realizan por las noches (en su gran mayoría). Con mayor razón, ¿cómo es que se logra acceder al museo sin problemas?
Este tipo de robo es considerado “elegante”, no solo porque el botín podría ser una obra que ha traspasado las barreras del tiempo y la evolución de las corrientes artísticas, sino porque son silenciosos, ágiles y sin escándalos o armas, en la mayoría de las ocasiones. Esto no significa que no haya casos en los que la mafia quiera obtenerlo como “moneda” y un grupo armado llegue a hurtar la obra.
Se han dado un sin fin de casos de robo de arte a lo largo de la historia y el más reciente es el de las siete obras que fueron sustraídas del Kunsthal Museum de Rotterdam, en Holanda.
En ese millonario botín iban creaciones de Picasso, Monet, Matisse y Gauguin, pinturas que pertenecían a la colección privada Triton y que se exponían por primera vez, al ser el aniversario número 20 del museo.
Algunas de esas obras incluyen “La lectora en blanco y amarillo” de Matisse, del año 1919 y “Cabeza de arlequín” (1971), de Pablo Picasso.
La ironía es que el robo fue en sí una obra maestra. Expertos aseguran que fue extraordinariamente planeado y que no tuvo falla alguna. Además, los investigadores señalaron que es muy probable que las obras fueron sacadas de Rotterdam por el puerto de esa ciudad de manera casi instantánea.
Cuando esto sucede, las autoridades se “excusan” abogando que hay edificios con gran dificultad para su protección. Pero excusas hay muchas y cómplices también.
‘La gran estafa’
Los robos de arte son como proyectos que se planean cautelosamente, a lo largo de meses y con una “compañía” con una jerarquía institucional. Se requiere de talentos en distintas áreas delictivas para poder llevarlos a cabo.
Así como los asesinos en serie, las mentes maestras detrás de estos robos son frías y calculadoras… pero amantes del arte también. El que lo roba para no venderlo, tiene en mente dar ese regalo millonario a alguien muy especial, como la mujer amada (tiene que ser alguien de confianza y que no sospeche que es robado, sino que pertenece a una colección privada y se trata de un mero regalo, de los que se dan en el ostentoso y opulento mundo millonario).
O simplemente está el deseo de “arrancar” una obra maestra de la pared y del pedestal artístico en el que se encuentra, producto de una fijación con el autor o la obra.
Dado que esta mercancía no se puede vender legalmente, ésta llega a parar al mercado negro, aunque no es tan seguro que se podrá vender, pues es tan llamativo que la policía podría capturar tanto al vendedor como al mejor postor.
Y es que robárselo es la antítesis de atentar contra las obras maestras, el ladrón sabe su valor, tiene pleno consentimiento de que tiene un tesoro de la estética en las manos, en cambio el que agrede las obras, se arriesga como terrorista suicida, da la cara y se enfrenta sin tapujos a las cámaras.
Estrella de Diego, escritora, investigadora española y profesora de Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid, dijo en El País que la razón por la que estos robos se originan es simplemente “por encargo”. Esto levantó la polémica entre sus lectores en el blog de Cultura en el mencionado diario español, pues para muchos, estos robos son de grupos mafiosos que pueden equipararse a algo así como un secuestro, más que un robo.
En el mundo del arte se mueve mucho dinero y la profesora e investigadora afirma que es “incluso mayor en medio de la crisis, y que a juzgar por los precios astronómicos que se alcanzan en las grandes subastas legales, se puede imaginar que pasará en las ventas de la trastienda. Quizás ahora alguna gran fortuna con pocos escrúpulos estará contemplando el cuadro robado, porque cutreríos –o historias pasionales y nada claras– como el del ‘Códice Calixtino’ hay pocos”.
Hay que recordar que el 5 de julio de 2011, después de 800 años de resguardo, el “Códice Calixtino” fue hurtado de la catedral de Santiago de Compostela. Descartando obsesiones y mafias, el 4 de julio de este año, se comprobó que había sido sustraído por un electricista y fue recuperado.
Caso muy parecido al de “La Gioconda” (1503-1519), de Leonardo da Vinci, cuando el 21 de agosto de 1911 fue robado del Museo del Louvre, en París, por un obrero italiano, Vincenzo Peruggia, y recuperado en 1913 en Florencia, cuando Peruggia intentó vendérselo a un anticuario llamado Alfredo Geri.
Otros sí coinciden con la teoría de Estrella y también califican estos hechos como parte de una obsesión y fijación por coleccionar arte.
“Millonarios caprichosos –y sin muchos escrúpulos, claro- deciden tener en casa eso que nadie tiene, lo que no se puede comprar por todo el oro del mundo, y hacen una lista a la carta que a veces se convierte en realidad”, dice Estrella.
Y añade esa anécdota –no se sabe aún si es cierta– que muchos recordamos o contamos antes de entrar o al salir del Louvre: “esos robos en el Louvre que siempre se cuenta hacía el secretario de Apollinaire, quien cada vez que iba al museo preguntaban a Marie Laurencin, la Vizcondesa de Noailles. ‘Señorita Marie, voy al Louvre, ¿se le ofrece algo?’ La leyenda sigue contando que algunas de las piezas de arte ibero –entre otras– en las grandes colecciones de los vanguardistas procedían de allí”.
“Con el Picasso en las manos”
Sea cual sea la razón del hurto, ¿qué dirá un ladrón cuando tiene “un Picasso en las manos”?
Catherine Hickley, de Bloomberg, dice en ese medio que los expertos aseguran que “los ladrones de arte rara vez tienen en cuenta cómo se harán ricos con sus obras maestras robadas, dijeron expertos en delitos vinculados al arte”.
Y cita a Olivia Tait, gerente de clientes europeos en el Registro de Arte Perdido, quien señaló que “en tanto se trata de bienes robados, las pinturas efectivamente no tienen valor (…) a primera vista, el robo de arte parece una forma fácil de obtener dinero –después de todo, no se consiguen cinco millones de dólares asaltando un banco”.
Tait además dijo que “los delincuentes no piensan en el hecho de que después no pueden revender las obras de arte. Entonces se dan cuenta de que no pueden pasar las fronteras porque aparecen en todas las bases de datos de la policía”.
En el Registro de Arte perdido, hay más de mil obras de Picasso, uno de los favoritos de los ladrones, sin duda.
Hickley añade en Bloomberg que “una vez que los ladrones toman conciencia de la dificultad de convertir las obras maestras robadas en efectivo contante y sonante, a menudo esconden o abandonan las pinturas, que pueden no reaparecer durante decenios –si es que aparecen”.
A lo largo de los años se han robado muchas obras maestras de museos de todo el mundo y se han recuperado, horas, meses o años después y en algunos casos, siguen sin recuperarse.
Algunos de los robos más recientes son “Maya Ó la poupée” (1938), y “Retrato de Jaqueline” (1961), de Pablo Picasso, que fueron extraídos de la casa de su nieta, Diana Widmaier-Picasso, el 27 de febrero de 2007. El valor oscila los 50 millones de euros. Las obras fueron recuperadas en abril de ese año.
Y qué decir del caso de 1991, cuando fueron robados 20 cuadros de Vincent Van Gogh, del Museo Van Gogh, en Amsterdam. Las obras tenían un valor estimado de 300 millones de euros y horas después fueron encontradas en un coche abandonado.
De Van Gogh, no se han recuperado aún los dos cuadros que fueron robados de ese mismo museo el 7 de diciembre de 2002, valorados, obviamente, en millones de euros.
Igual de espectacular que el del pasado 15 de octubre en Rotterdam, está el caso de las obras sustraídas en 1990 del Museo Isabella Stewart Gardner, en Boston, un botín estimado en 500 millones de dólares.
Aunque la imagen fantasiosa del millonario con esmoquin, observando el cuadro con un puro y un whisky es totalmente de la ficción, lamentablemente muchas de las obras pueden terminar hasta en un contenedor de basura.
“El mercado del arte es muy cerrado y cuanto más valiosa es la pieza más difícil es colocarla”, dice Jesús Pastor, portavoz del Grupo Patrimonio Histórico de la Guardia Civil española. Como el caso del Van Gogh en el coche abandonado.
Obras maestras secuestradas
Algunos de los robos de arte más famosos de los últimos años son:
— “El grito” de Edvard Munch
Este sí fue un acto aparatoso, hombres armados entraron –a plena luz del día– el 12 de febrero de 1994 al Museo Munch en Oslo y se llevaron dos obras de Munch, entre ellas una de las cuatro versiones de “El grito” (1893). Esta obra vale casi 70 millones de dólares. Después de haberse recuperado, el 22 de agosto de 2004 fue robado de nuevo y recuperado el 31 de agosto de 2006, pero con daños irreparables.
— Robo en el Museo Isabella Stewart Gardeneroston
En esta estafa, hombres vestidos de policías se llevaron obras de grandes maestros como Manet, Rembrandt y Vermeer, valoradas en 300 millones dólares. No se han encontrado los cuadros.
— “Maya Ó la poupée” (1938) y “Retrato de Jaqueline” (1961) de Pablo Picasso
Robados de la casa de su nieta, Diana Widmaier-Picasso, el 27 de febrero de 2007. Recuperadas en abril de ese año.
— “La Gioconda” (1503-1519) de Leonardo da Vinci
Hurtado el 21 de agosto de 1911 por un obrero, Vicenzo Peruggia, recuperado en 1913, en Florencia.
— “Códice Calixtino” (Siglo 12)
Robado de la catedral de Santiago de Compostela, el 5 de julio de 2011, recuperado el 4 de julio de 2012.