Para Eduardo Diazmuñoz, compositor y director, la vida sin la música sería un error, con esa convicción es que llegará, el próximo año, a dirigir la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Actualmente, se desempeña como Director Artístico y Musical de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Sidney.
Diazmuñoz señala que regresar a Monterrey a dirigir a una institución emblemática “es un gran honor, un privilegio, porque es una orquesta que se ha ganado, a lo largo de sus 58 años de vida, un lugar en el escenario musical del país, e incluso de algunos otros”.
El compositor ya ha dirigido a esta orquesta siete veces entre 1991 y 2005, pero eso, dice, no le quita siempre es motivo de emoción y de gran estímulo. Él se ha ganado el reconocimiento internacional como uno de los músicos más versátiles y completos de su generación, ya que desde su debut, a los 22 años de edad en el Palacio de Bellas Artes, es considerado como un “músico completo”.
Su trabajo en Australia, comparte Diazmuñoz, no lo va a extrañar porque está seguro que dejó un legado. Su puesto abarcaba tres diferentes áreas. Por un lado, era Director Artístico y Musical de la orquesta, también era el Director del Área de Dirección Orquestal, pero donde el compositor cree que trabajó más, fue al estar al frente de los programas de maestría y doctorado de Dirección Orquestal.
“Rehice todos los planes de estudio y ya quedaron aprobados. Me tardé cuatro años, lo empecé a implementar cuando llegué, pero como toda universidad con influencia británica, tenía que dejar por escrito cómo iba a quedar ese plan de estudios y afortunadamente se aprobó, funcionó y he graduado, hasta ahorita, a nueve alumnos a nivel de maestría y a dos a nivel de doctorado”, indica el futuro director de la Orquesta Sinfónica de la UANL.
Su trayectoria ha sido distinguida con múltiples premios, entre los que destacan el Nacional de la Juventud 1975 y los cuatro reconocimientos otorgados por la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música de México, (1978, 1987, 1997 y 2002). Además fue nominado al Grammy Latino en tres ocasiones.
Un servidor del arte
Diazmuñoz se describe como un hombre comprometido, apasionado, que siempre ha vivido bajo preceptos muy claros y valores muy sólidos, que le han permitido desempeñar con amor su profesión. “Cuando lo hacemos así, todo lo demás va a llegar por añadidura, todo, yo soy el ejemplo. ¿Qué hay momentos difíciles? Pues en todas partes, ¿qué de repente hay que hacer sacrificios?, también, pero nunca hay que perder el rumbo, la brújula siempre debe estar apuntando al norte”.
Hace 20 años, recuerda el compositor, descubrió que la música lo había escogido a él, y no al revés como siempre lo había pensado y eso es lo que ha estado propagando con la mayoría de las orquesta que ha dirigido y con sus alumnos.
“Uno es un servidor de la música, un servidor de los compositores”, considera Diazmuñoz.
Cuando se encuentra al frente de una orquesta, con un auditorio lleno, el director se siente afortunado de poder guiar a un grupo de músicos capacitados para darle vida a obras maestras que se concibieron hace 300 años o la semana pasada. “Es una experiencia única e irrepetible, y al mismo tiempo es una gran responsabilidad, pero lo veo desde el punto de vista del regocijo, es un placer hacer música con tantos colegas”, enfatiza el director internacional.
El nominado al Grammy Latino afirma que está muy agradecido con la vida y con todas las oportunidades que a través de la música ha tenido, no sólo para con él, sino con su familia. Reconoce que aún le faltan muchas cosas por hacer, como encontrar más tiempo para componer, dice también que sigue muy obsesionado con un par de obras que lleva postergando y eso lo hace sentirse mal consigo mismo.
“Cuando decidí, hace varios años, dejar el piano, el chelo, dejar de ser instrumentista para dedicarme a la dirección, sabía que algo así iba a pasar, que eventualmente me iba a entrar una especie de depresión, de nostalgia por ciertas áreas de las que me iba a retirar, pero curiosamente no pasó en la medida en la que yo me lo esperaba. El dirigir me ha mantenido muy vivo por casi 40 años”, explica Diazmuñoz.
Proyectos para la Orquesta
El director asegura que en cuanto tome posesión de su cargo, fundamentalmente no quiere en un año o dos repetir el repertorio, porque no es bueno para la orquesta ni tampoco para el público. Dice que a quién le interesa estar escuchando, por decir algo, La Quinta De Beethoven todos los años, hay que dosificar bien esas grandes obras, sentencia.
Diazmuñoz sabe que la labor de un músico es cerciorarse de que están llegando a gente que no tiene la oportunidad de ir a este tipo de conciertos, por lo que busca abrir de alguna manera y hacer algo, como lo hizo con la OFUNAM o con la Orquesta del Estado de México, de ir a los diferentes regiones y colegios de la ciudad para llevar música a los jóvenes.
Su compromiso con la educación musical ha quedado de manifiesto en varios instituciones de México y el mundo.
“Con la Orquesta no me quiero meter en camisa de 11 varas y ver primero cuáles son las posibilidades reales de hacer esto, yo siento que una orquesta debe ser la embajadora cultural de la institución o de la ciudad a la que representa”, señala el músico.
También, comenta, vislumbra alguna serie educativa como las que ha hecho y que fueron muy exitosas, porque así se puede captar a una generación de nuevos talentos, sabe que se necesita tiempo, pero lo importante, para él, es empezar a hacerlo.
El maestro Eduardo Diazmuñoz es sinónimo de calidad, precisión, certeza, innovación, compromiso, pasión y de audacia, cualidades que busca impregnar en esta nueva etapa a la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León.