Con mensajes, fotos y videos en Twitter, Facebook e Instagram, las redes sociales están alimentando la resistencia política contra el presidente Donald Trump: no sólo esparcen la voz, sino que ayudan a la gente a organizar sus protestas o recaudar fondos para los grupos defensores de los derechos de los inmigrantes y de protección a refugiados, de acuerdo con AP.
Al poco tiempo de que el presidente Donald Trump prohibiera el ingreso a los Estados Unidos (EE. UU.) de gente procedente de siete países de mayoría musulmana, el activista Dex Torricke-Barton sacó provecho de Facebook. “Estoy pensando en organizar una manifestación”, publicó. Y en unas horas, más de mil personas expresaron interés. Una semana después, la protesta resultante frente al Ayuntamiento de San Francisco atrajo a miles.
Torricke-Barton no es el único. Los nuevos medios digitales de comunicación social están haciendo posible una acción política que los activistas en la década de 1960 apenas podrían haber imaginado, detalla la agencia. Por ejemplo, un grupo de 27 mujeres en el distrito de Queens, en Nueva York, se reunieron para escribir tarjetas postales a sus representantes estatales en un acto organizado a través de Facebook.
Los miembros de la red social Ravelry, que reúne a tejedores intercambiaron consejos y patrones para tejer los pussy hat, que surgieron como símbolo en la Marcha de Mujeres en Washington. “Este es un proyecto increíble porque mezcló lo digital y lo físico”, opinó Jayna Zweiman, una de los fundadores del Proyecto Pussy hat. “Hemos aprovechado las redes sociales para bien”.
Beneficios de las plataformas sociales
En 1969, los activistas organizaron marchas en todo EE. UU. para protestar contra la guerra en Vietnam. Y atrajeron a millones de personas de todo el mundo. “Pero para eso tomó meses crear una oficina nacional de organización”, recordó Christopher Huff, profesor en el Beacon College especializado en los movimientos sociales de 1960. “La marcha de las mujeres se logró a una escala mayor en una fracción de ese tiempo”. Esta inmediatez es tanto una ventaja como no.
Por que aunque las redes ayudan a las personas a movilizarse rápidamente en torno a una causa, agrega Huff, no necesariamente las ayudan a comprender el “esfuerzo a largo plazo” requerido para mantener un movimiento.
Frutos de la inmediatez
Poco después de la orden ejecutiva de Trump, el capitalista de riesgo Bijan Sabet tuiteó un enlace que dirigía a la plataforma de recaudación de fondos Crowdrise, anexando una explicación con la que expresaba su apoyo a la ACLU. Luego pidió a sus seguidores que hicieran lo mismo.
Sabet calculó que podrían pasar unos dos meses para recaudar 50 mil dólares. Tardó tres días.
Ese fin de semana, la ACLU recaudó 24 millones de dólares, mucho más que los cuatro millones que recibe en un año típico.
Sabet, cuyo padre nació en Irán, dice que está viendo cómo la participación cívica está “subiendo de nivel” y que las redes sociales están empujándola.