Tras haberse estrenado en (FICUNAM), el documental llegará en agosto al Festival de Cine de Locarno. Foto: Especial

El documental “Formas de atravesar un territorio” muestra la resistencia de las mujeres tzotziles en Chiapas

¿Pertenecemos a un lugar o nos pertenece? Esta pregunta es el hilo ensayístico de la película dirigida por Gabriela Domínguez Ruvalcaba en la que muestra la vida de una familia de mujeres y su relación con la naturaleza

Cada vez que la cineasta Gabriela Domínguez Ruvalcaba contempla a las pastoras tzotziles de los Altos de Chiapas, dedicadas a tejer la lana y al cuidado de sus ovejas, le inspira una profunda reflexión sobre la relación que los seres humanos podríamos tener con el entorno que habitamos, especialmente cuando este es tan frágil y delicado.

La cuidadosa manipulación de las fibras por parte de estas mujeres no solo resulta en prendas de vestir, sino que también teje historias con la naturaleza circundante. En su documental Formas de atravesar un territorio, que en agosto estará en la Semana de la Crítica del Festival Internacional de Cine de Locarno, Ruvalcaba, comienza con el registro de la vida de un grupo de mujeres y de la familia Pérez Hernánez.

Sin embargo, la pieza trasciende sus propios límites y se adentra en un diálogo profundo entre la cámara y la lana; hilados y retratos alrededor de la fogata, convirtiendo este encuentro en complicidad de saberes, recuerdos y formas de vida.

“He vivido en San Cristóbal la mayor parte de mi vida, y es una realidad cotidiana la convivencia entre los habitantes de aquí y las comunidades de pueblos originarios que llegan de los alrededores. Esta dinámica define la ciudad, que se caracteriza por su diversidad, complejidad e interés cultural”, explica la cineasta chiapaneca.

En entrevista con Reporte Índigo, Domínguez Ruvalcaba narra que empezó a realizar esta película en el 2018. Su objetivo era encontrar alguna familia que quisiera compartir su quehacer, cómo viven, su vínculo con el territorio, con la tierra, y los ciclos de la naturaleza; hasta que encontró a Doña Sebastiana Hernández y sus ocho hijas.

“Hacer una película para mí es ir al encuentro con otras almas y formas de estar en este planeta, y hacerlo con respeto y cuidado”
Gabriela Domínguez RuvalcabaCineasta

Además de mostrar cómo las montañas y los recursos naturales que les rodean son usados como materia prima, se pone en evidencia la paulatina extinción de los humedales.

El habitar un mismo territorio

Durante los tres años de relación con las mujeres, fue desentrañando las capas que componen Formas de atravesar un territorio, un documental que surge como un encuentro profundo entre personas que habitan el mismo territorio, aunque de maneras distintas.

La directora enfatiza la importancia del cuidado en cómo se presenta la película. Explica que, aunque parece que la solución es que las tzotziles aprendan español y se trasladen a la ciudad, no es tan sencillo. Las mujeres a menudo deben trabajar en la ciudad, en servicios como hoteles y restaurantes.

“En este territorio en particular, por  ejemplo, ellas tienen que venir a la ciudad, aprender españoltrabajar, sobre todo en servicios, pero a mí me gustaría que se pudiera cuestionar si esa es la única manera o si nosotras, las de la ciudad, podemos hacer esa vuelta hacia la montaña, y reconocer su lengua, su manera y relación con la tierra, así como reconocerlo como un saber que no se debe perder por una necesidad impuesta y lo que se considera ‘modernidad’”, detalla.

Domínguez opina que se debería respetar ambas formas de vida y ser mejores personas con el territorio, pertenecer a él sin explotarlo.

Por lo que con  Formas de atravesar un territorio desea crear la reflexión sobre qué nos hace pertenecer a un lugar y cómo podemos atravesarlo sin dañarlo, preguntas que también la acompañaron durante todo el proceso de filmación.

“Se nos olvida que los ecosistemas no nos pertenecen y que más bien tenemos que cuidarlos, porque estamos habitándolos. Eso tiene que ver con lo que se hace en la montaña, que no haya deforestación, que no se talen los árboles, no se construyan en los lugares donde hay humedales”, reitera.

Entre la tradición y la mercantilización

La también directora de La danza del hipocampo espera que estas preguntas se reflejen en la película, especialmente en el contexto de la mercantilización de los telares y artesanías de lana. Las mujeres tzotziles han mantenido esta tradición para su uso personal y familiar, pero cada vez más artesanas se dedican a vender sus productos. Esto transforma la actividad en un recurso económico, aunque originalmente no tenía ese propósito.

En Formas de atravesar un territorio, hay dos grupos de mujeres: la familia de las hermanas que tejen para uso personal y el grupo de tejedoras que pertenecen a una organización dedicada a la venta de artesanías. Gabriela captura el trabajo y la organización de estas mujeres, resaltando las diferencias y transformaciones en sus práctica.

“Mi encuentro con estas mujeres es  tan solo un pequeño universo, una muestra que, por supuesto, no trata de romantizar, sino de poner los elementos sobre la mesa y preguntarnos en dónde estamos cada uno y una parados, qué maneras podemos atravesar este territorio sin afectarlo, sin aprovecharnos de él.

“La intención de crear algo que posea tanto sentido estético como ético. El cine me brinda la oportunidad de descubrir otros universos y conectar con personas diferentes a mí, pero con las que puedo conectar”
Gabriela Domínguez RuvalcabaCineasta

“Y hacerme esa misma pregunta desde mi lugar como documentalista, reconociendo mi lugar, y el de ellas, el cual estaban compartiendo conmigo. Y ver cómo una tradición, como es el trabajo la lana, para una familia era una tradición, que se está transformando y por otro, capturar sobre todo el trabajo que hacen desde su organización y se vuelva un recurso para ellas también”, apunta.

Sobre la violencia en Chiapas

Durante los cuatro años que convivió con este grupo de mujeres en San Cristóbal, Gabriela Domínguez fue testigo de cómo la violencia y la inseguridad se intensificaron desde la pandemia.

“Se ha generado una especie de normalización de la violencia, donde las personas prefieren mantener en silencio los incidentes por miedo a represalias, enterrando estos problemas, en vez de sacarlos a la luz. Es lamentable, pues ha llevado a la gente a ser más cautelosa, de cuidar a qué hora sale y a cuidarse mutuamente en su entorno”, relata.

Te puede interesar