Altos, delgados, bajos, con pecas, de cabello rizado, con lentes, de rasgos marcados o suaves, las características físicas enfatizan quién es cada persona y hacen que todo ser humano sea único e irrepetible.
Sin embargo, las características físicas, las preferencias sexuales y la religión también son motivo para que haya quienes sean ofensivos, violentos e irrespetuosos. Como dice la organización sin fines de lucro de apadrinamiento de niños, Humanium, “la discriminación es el acto de tratar a un individuo o a un grupo de personas de una manera ilegal o desfavorable por motivos de raza, color, sexo, nacionalidad, idioma, religión u origen social”.
Por lo que “prohibir la discriminación es un principio fundamental y absoluto, declarado por todos los estándares internacionales relativos a los derechos humanos. La discriminación hacia cualquier persona es una seria violación de los derechos humanos”, agrega la ONG mencionada.
Y esa prohibición podría comenzar a ponerse en práctica en un país como México, en donde más del 50 por ciento de los niños y adolescentes ha sido víctima de agresión verbal, de amenazas e inclusive de violencia física, según los resultados de la encuesta realizada por la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA).
Los resultados también indicaron que cinco de cada 10 niños y jóvenes aseguraron que en la escuela a la que acuden se vive una situación de discriminación todos los días y ésta es una temática frecuente.
Es vergonzoso, ya que el 63 por ciento de los encuestados señaló que ha sido castigado con una agresión –no grave– de manera correctiva. Mientras que el 40 por ciento dijo que la principal razón por la que es discriminado es el tono de su piel.
El 24 por ciento reveló que se debe a una discapacidad y el 16 por ciento por pertenecer a un grupo indígena.
Para obtener estos datos, se encuestó a 27 mil 640 mexicanos, de los cuales el 57 por ciento correspondió a alumnos de cuarto a sexto de primaria, de los estados de México, Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Baja California, Ciudad de México, Nuevo León y Chiapas.
Y es que como indicó Humanium, “los niños tienen derecho a la no discriminación. Esto significa que todos los niños, sin excepción, deben disfrutar de su derecho a una protección eficaz. Ningún niño debería ser víctima de actos discriminatorios por motivos de raza, color de piel, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, nacionalidad, origen étnico o social, condición económica o discapacidad”.
“Los niños más afectados son los de las comunidades étnicas y minoritarias que no se han integrado en la sociedad”, agregó la ONG. Así como los pequeños que viven algún tipo de discapacidad, “más de 200 millones de niños en el mundo (10 por ciento de los niños del mundo) están en situación de discapacidad; de los cuales, más de las tres cuartas partes no tienen acceso a la educación, el cuidado y la ayuda que necesitan”.
En México, el sector de la población que más sufre violaciones a sus derechos humanos y constitucionales es la indígena (15.7 millones de personas, según el Censo de Población y Vivienda 2010).
Ante la grave situación de discriminación que se vive en México, se espera que las cifras disminuyan con la implementación de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA), ya que a partir de ella, las autoridades tienen la responsabilidad de generar mecanismos de participación de acuerdo con el nivel cognitivo de los diversos grupos etarios que conforman esta población, que en México representa el 33 por ciento del total en todo el país.
No a la discriminación
La ONU establece que todos tenemos los mismos derechos humanos, “sin discriminación alguna. Los derechos a la igualdad y a la no discriminación son piedras angulares de los derechos humanos. Sin embargo, en muchas partes del mundo, la incitación al odio y las prácticas discriminatorias por razones de raza, étnica, religión, nacionalidad, entre otras, están muy extendidas”.
¿Se nace ‘racista’?
Diversos psicólogos se han cuestionado si los seres humanos nacen con la preferencia por las personas que tienen rasgos similares a los propios o si se aprende a discriminar a los que son distintos por los estándares que dicta la sociedad.
De acuerdo a un estudio elaborado por la Universidad de British Columbia (UBC), ambas teorías son correctas.
Sí, se nace con la inclinación a preferir a los semejantes y además se aprende la habilidad de discriminar.
Los expertos de la UBC señalaron que incluso desde que son bebés, las personas se inclinan por los que hablan su lengua materna (aunque no rechazan a quienes no).
Anthea Pun, quien encabezó esta investigación, declaró que “la discriminación persistente y los conflictos entre culturas han llevado a los psicólogos a cuestionar si estamos inclinados naturalmente a gustar de personas similares a nosotros mismos y a no preferir a quienes son diferentes, o si es que este comportamiento nos es enseñado”.
“Estos hallazgos sugieren que ambas ideas son ciertas: gustar de personas similares a nosotros mismos parece ser un sesgo innato, pero el que nos desagraden los diferentes es algo que probablemente aprendemos más tarde en la vida”, agregó.
Y Andrew Baron, profesor asociado en el Departamento de Psicología de la UBC, subrayó que “este estudio proporciona una visión crítica de los orígenes del sesgo de grupos sociales, permitiendo a los investigadores a entender cómo la positividad y la negatividad hacia los grupos se desarrolla de forma independiente”.