Dime qué cara tienes ¿y te diré cómo eres?
A lo largo de los años la ciencia y la psicología han estudiado y analizado todo sobre cara y personalidad, su supuesta relación y repercusión en el comportamiento y definición de cada carácter.
María Alesandra PámanesA lo largo de los años la ciencia y la psicología han estudiado y analizado todo sobre cara y personalidad, su supuesta relación y repercusión en el comportamiento y definición de cada carácter.
En una masiva investigación a cargo de distintas universidades de Estados Unidos, coordinada por Rolando González-José y un grupo de expertos de países como México, Brasil y España, se analizaron 5 mil cráneos humanos –restos de personas de distintas partes del mundo, entre ellos exconvictos mexicanos, por ejemplo– para corroborar o contradecir la teoría que diversos estudios han establecido por años: que la personalidad y la cara sí tienen relación.
La conclusión del argentino González-José fue que: “No existe relación alguna entre la forma de la cara y el comportamiento”.
Y es que esto da pie debatir cada una de las posturas, pues durante mucho tiempo, investigaciones han concluido en sus estudios que un hombre de cara ancha, por ejemplo, tiende a ser muy agresivo.
No solo eso, de acuerdo a una publicación en BBC, las mujeres prefieren a hombres de caras anchas porque esa apariencia y tendencia a la agresividad está ligada –en apariencia– a mayor capacidad reproductiva.
Los biólogos de Argentina sostuvieron que no hay evidencia de que el hombre de cara ancha sea mejor para reproducirse y de que las mujeres los prefieran por esa “ventaja”.
La veracidad de este trabajo también recae en que incluyó la fisionomía de 94 sociedades pertenecientes a diferentes épocas y lugares.
Los hallazgos y la conclusión fueron publicados en la revista científica PLoS ONE.
“Lo que demuestra nuestro estudio es que el contexto social y cultural es mucho más determinante para explicar un comportamiento que lo genético”, dijo orgulloso el argentino.
De hecho, aseverar que la personalidad se determina por la genética y que eso tiene relación a su vez con la forma del rostro es un riesgo y “aplicar esos falsos ‘indicadores faciales’ podría llevar a una suerte de estigma negativo en cuestiones que van desde una entrevista laboral o el ingreso a la universidad hasta un juicio por tribunal”, dijo Claiton Bau, otro de los autores del estudio, quien forma parte del departamento de genética de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, en Brasil.
La ciencia deberá de “corroborar” antes de estigmatizar, sobre todo si se trata de investigaciones acerca de cuestiones sociales y culturales.
Desmintiendo a la ciencia
El estudio en PLoS ONE