En agosto de 2012, a raíz de una investigación de la Universidad de Duke publicada por Proceedings of National Academy of Sciences (PNAS), se dio a conocer que los jóvenes –la muestra incluyó más de mil habitantes en la localidad de Dunedin, Nueva Zelanda– que se inician en el consumo de marihuana de forma regular antes de los 18 años, ven su capacidad intelectual deteriorada en la edad adulta. Un hallazgo que ha sido cuestionado por un nuevo estudio publicado en la misma revista científica.
El autor del nuevo estudio, Ole Rogeberg, del Centro Ragnar Frisch de Investigación Económica, en Oslo, Noruega, dijo que, en realidad, la baja de coeficiente intelectual (CI) en adolescentes no es producto del consumo de marihuana per se, sino que responde a diferencias en factores socioeconómicos.
En el estudio realizado mediante simulación computarizada, Rogeberg encontró efectos potenciales asociados a ciertos factores socioeconómicos, como ocupación, ingresos y educación, que podrían explicar la baja de coeficiente intelectual (CI) en adolescentes que consumen marihuana.
Por ejemplo, Rogeberg afirma que los niños de bajo estrato socioeconómico tienden a fumar marihuana a una edad más joven que aquellos de alto nivel socioeconómico o de clase media.
La incursión temprana al mundo de la sustancias psicoactivas, entonces, aunado a un aumento en la adicción y, posiblemente, en las tasas de expulsión y deserción escolar, son vías indirectas que pueden conducir a una disminución del CI.
Si bien Rogeberg no se adelanta a desacreditar por completo los resultados del estudio original, sí considera que la evidencia y los métodos de los que se valió el estudio de la Universidad de Duke son insuficientes para confirmar una relación directa entre el consumo temprano de marihuana y el deterioro cognitivo.