En el siglo XX, cuando los grandes escritores de la época hablaban, una de sus grandes características era que se habían acercado a las letras desde pequeños, siendo niños lectores; sin embargo, el tiempo ha demostrado que no todos los literatos han crecido con esa peculiaridad, como es el caso de Diana Ramírez Luna.
Diana creció en un hogar sin libros por doquier y sin autores predilectos bajo su mirada, esa manía por la literatura llegó más tarde a su vida, convirtiéndola en la actualidad en una autora de 28 años con un total de cinco libros, tres de ellos publicados.
Fue la soledad al no tener suficientes amigos y ser una niña un tanto enfermiza, lo que llevó a Ramírez Luna a resguardar en una libreta algunas ideas que tenía en mente, pero que no materializó sino hasta ser una adolescente.
Después de escribir su primer libro A hurtadillas (Sediento Ediciones, 2013) y de conocer a su primer editor en una presentación literaria, Diana continuó con otros cuentos y narrativas, para finalmente presentar su quinto proyecto: El jardín de las certezas (Camelot América, 2020).
En esta novela, Diana le da vida a Natalia, una joven que empieza a reconocerse a sí misma tras la muerte de su padre Rafael, la llegada de Francia de su hermana Camila y el encuentro con un mundo encantado al que no esperaba entrar, pero que se oculta en la pintura que tiene en su cuarto, y que lleva por nombre El jardín de las certezas.
Para la autora, aunque no era su intención inicial, todos los personajes de este libro sin duda tienen algo de su personalidad, como Natalia, quien cayó a una especie de abismo oscuro tras enterarse de la muerte de su padre, una situación que la propia escritora experimentó, pero con uno de sus abuelos.
“De alguna forma fue como una catarsis (la creación de El jardín de las certezas), porque muchos de los diálogos que Natalia tienen con su papá eran como cosas que yo recreaba, cosas que él (su abuelo) y yo llegamos a hablar, cosas que yo me imaginaba que si le contaba algo él me respondería eso”, admite.
Además, con este nuevo libro, Diana revela que quería alejarse del género que ya había estado trabajando por mucho tiempo, el romance, para así aventurarse más al tema de la soledad, al conocimiento de uno mismo y al camino que se recorre para lograrlo.
Entre los personajes que creó para alcanzar ese objetivo está André, el pintor de El jardín de las certezas, obra que Natalia resguarda. Éste, según la autora, es una especie de mentor que, además de guiar a la protagonista, también intenta hacer lo mismo con el lector para que juntos se autorreconozcan.
Diana afirma que todos tienen derecho a sentirse mal, como Natalia cuando murió su padre o ella al enterarse de la situación de su abuelo, a tener momentos para hundirse:
“Los buenos momentos no existen, ma chérie, son un mito. Tomas el momento, por más jodido que sea, y vas a por lo que quieres”, revela André en El jardín de las certezas.
‘Es un camino de resistencia, no de velocidad’, Diana Ramírez Luna
Para presentar hoy en día su más reciente publicación, a su corta edad Diana tuvo que vivir muchas experiencias previas, y solo de ese modo aprender a ir creciendo en la industria editorial, un mundo, dice, en el que se necesita constancia y disciplina.
A los alumnos que tienen en su laboratorio de cuento breve, por ejemplo, siempre los invita a no darse por vencidos, a seguir escribiendo, leyendo y a estimular sus mentes para crear.
“Siempre les pongo el ejemplo a mis alumnos de que de nada te sirve ir al gimnasio una vez al mes, porque al cabo de un año no vas a sentir ningún cambio. Entonces, es lo mismo, si escribes por ahí una vez al mes o cuando te acuerdas, eso no es tener disciplina, disciplina es obligarte a levantarte y escribir, aunque sea qué te pasó ayer o en las noches (…) Creo que el que no busca no encuentra, entonces, esto es una cosa de seguir. Coincidimos muchos escritores y editores en que este es un camino de resistencia, no de velocidad”, asume la autora.
Ella, por ejemplo, ha intentado obtener una beca del Fonca y de la Fundación para las Letras desde hace cinco años, pero no lo ha logrado; sin embargo, eso no la ha detenido a intentarlo y a seguir escribiendo.
En entrevista, Diana Ramírez Luna declara que actualmente se encuentra experimentando con la poesía, un género en el que, aunque no es experta, intenta descubrir para adaptarlo a su narrativa.
“Ahorita también estoy enfocada en los cursos, en mi editorial que es LibroObjeto Editorial (…) Imparto el laboratorio de cuento breve, y un curso taller de acercamiento a los procesos editoriales. Pueden ver la oferta que tenemos, no solo yo estoy dando clases, tenemos cursos de poesía, ilustración e historia, entre otros”, comparte Diana.