El día que Syd Barret, el ‘Diamante Loco’, sorprendió a Pink Floyd en Abbey Road

Siete años después de haber sido expulsado de la banda, un Syd Barret bastante cambiado se apareció en los estudios donde Pink Floyd grababa un álbum inspirado en la tragedia del propio músico
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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Mientras Pink Floyd afinaba detalles del disco Wish You Were Here el 5 de junio de 1975 en los estudios Abbey Road, recibió la visita de un hombre rapado, regordete, con las cejas afeitadas y un comportamiento poco usual. ¿Quién era ese sujeto que caminaba por el lugar como si estuviera en su propia casa?

El misterioso hombre vestía un pantalón negro y una camisa blanca, en la mano llevaba una bolsa de papel de la que sacaba un cepillo de dientes y lo colocaba en su boca, observaba con detenimiento el equipo de grabación y constantemente se sentaba y paraba de las bancas ubicadas en la sala.

“¿Quién diablos es ese tipo?”, era la pregunta que susurraban los integrantes de la banda; el tecladista Richard Wright pensó que quizá era amigo de uno de ellos, el guitarrista David Gilmour creía que se trataba de alguno de los “cerebritos” de la disquera EMI, mientras que el bajista Roger Waters no dejaba de percibir algo familiar en aquel hombre rapado.

En un par de segundos, la duda e incomodidad se transformaron en llanto y horror cuando Gilmour dijo “es Syd (Barret)”. Waters lloró al ver a su viejo amigo de juventud, mientras que el baterista Nick Mason se sintió horrorizado por el tremendo cambio físico de quien hasta hace siete años era el líder y principal compositor de la banda.

“El famoso día en el que Syd vino a las sesiones de Wish You Were Here, estaba afeitado… se había afeitado todo. No tuve idea de quién era por un buen rato y tampoco lo sabían los otros”, narró Waters en entrevista años después. De ese encuentro quedan un par de fotografías que constatan una de las leyendas clásicas del universo del rock.

Algunos miembros de la banda señalan que aquel día trabajaban en la mezcla de Shine On You Crazy Diamond, la canción que relata de manera metafórica la genialidad y los problemas mentales de Syd Barret, quien fue expulsado de la banda por su excesivo consumo de LSD, crisis psicológicas y su incapacidad para dar un concierto en forma.

“Recuerda cuando eras joven, brillabas como el sol. Sigue brillando, diamante loco. Ahora hay una mirada en tus ojos, como agujeros negros en el cielo. Sigue brillando, diamante loco. Quedaste atrapado en el fuego cruzado de la niñez y el estrellato”, señala la letra de la canción.

Waters fue el primero en mediar palabra con Barret. El antiguo vocalista y guitarrista de la banda británica los puso al tanto de su vida. “Bueno, tengo una tele a color… y una nevera, pero las chuletas se esfuman, así que tengo que seguir comprando más”, fueron las palabras de Syd, según relató Mason en su autobiografía.

Barret preguntó cuándo podría grabar su parte de la guitarra, sus excompañeros le respondieron con una mentira piadosa; “ya las has grabado”. Luego reprodujeron la maratónica Shine On You Crazy Diamond; al terminar le preguntaron qué opinaba y él respondió que le “parecía un poco vieja”.

Es comprensible que a Barret le pareciera un “poco vieja” la canción que meses después sería alabada por el público y la crítica, pues él siempre estuvo a años luz de sus compañeros de banda y los demás miembros de su generación.

Durante la década de los 70, las letras de Pink Floyd hablaban sobre la locura, mientras que en la etapa de Syd, las canciones eran escritas desde la locura. El estilo de Barret era el de un genio bromista que se adelanta a su tiempo y goza de transgredir los límites de la normalidad.

Por ejemplo, el primer sencillo de la banda lleva por nombre Arnold Layne y narra la historia de un hombre que roba ropa interior de mujer de los tendederos locales para luego probársela y darse cuenta que luce bastante bien en él. Así es, una canción sobre travestismo fue la primera en llevar a Pink Floyd a las listas de popularidad.

“Lo que era muy bueno era la forma en que permitía que el ritmo y las letras se juntasen de un modo que era poético y musical”, señala Waters sobre las composiciones de Syd. El bajista destaca la composición de la canción Bike, en la cual un hombre narra lo bella que es su bicicleta, para después revelar que la ha robado.

“Tengo una bici, puedes subir si quieres, tiene una canasta, una campana que suena y cosas que la hacen ver bonita. Te la daría si pudiera, pero la robé”, indica la letra; el secreto está en la broma imprevista, es decir, lo que parece ser un linda canción termina en una actividad ilícita.

Sin embargo, Syd también tenía la capacidad de crear temas meramente instrumentales, tal es el caso de Interstellar Overdrive; con  nueve minutos de duración, rock clásico combinado con teclados, instrumentos de vientos y sonidos fuera de la afinación tradicional, la pieza se convirtió en un referente obligado de la psicodelia británica.

Los historiadores del rock señalan que Barret no pudo lidiar con la excesiva fama de la banda, lo cual combinado con su particular mente y constante abuso de drogas lo llevó a un colapso mental. Llegó un punto en el que Syd tocaba la misma nota durante todo un concierto o simplemente desafinaba las cuerdas de su guitarra hasta que se desprendían del mástil.

El público veía este comportamiento como muestra de genialidad, pero los demás miembros ya no soportaban a Barret; así que un día, simplemente, decidieron no pasar por él cuando iban rumbo a una presentación. Aunque intentaron mantenerlo en la banda como compositor y músico de sesiones, el ‘Diamante loco’ quedó fuera de la banda en 1968.

Barret reapareció siete años después en esa sesión de Abbey Road, sin embargo, siempre había estado presente de cierta manera, pues Waters tomó la partida de Syd como una de sus principales fuentes de inspiración; la canción Brain Damage del disco Dark Sid of the Moon es un claro ejemplo.

La aparición de Barret con la cabeza rapada también sirvió de inspiración para el personaje Pink de la película The Wall, quien también se afeita las cejas y la mayor parte del cuerpo, luego de sufrir una crisis mental.

Aquel 5 de junio de 1975, Gilmour (quien entró formalmente a la banda tras la salida de Barret) había contraído nupcias por la mañana, por lo que en la tarde le organizaron una pequeña fiesta en el bar de Abbey Road. Syd estuvo presente algunos minutos, no cruzó palabra con nadie y en un abrir y cerrar de ojos desapareció del lugar.

Esa fue la última vez que la mayoría del grupo estuvo cerca de Barret; Waters lo vio años después mientras estaba de compras. Syd compraba dulces en una tienda londinense, el bajista pensó en acercarse y saludar, pero decidió que lo mejor era dejarlo en paz.

Tras la publicación de algunos discos como solista, Syd se exilió en la casa de su madre para dedicarse a la pintura y la jardinería, no concedía entrevistas a los medios y ocasionalmente recorría las calles de Cambridge en su vieja bicicleta.

Barret murió el 7 de julio de 2006 a consecuencia de una diabetes crónica que luego devino en un cáncer de páncreas; Pink Floyd no habría nacido sin él, pero no habría podido continuar con él en la banda.

“Sigue brillando, diamante loco”.

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