Seguramente todos hemos recibido una invitación que nos ha costado rechazar. A muchos nos cuesta armarnos de valor y responder un contundente “no”. Es una palabra simple, sí, pero a la vez difícil de decir.
“Una de nuestras necesidades más fundamentales es sentirnos conectados socialmente y sentir que pertenecemos”, dijo a The Wall Street Journal Vanessa Bohns, psicóloga social de la Universidad de Waterloo, en Canadá.
“Decir ‘no’ es como una amenaza a nuestras relaciones y a ese sentimiento de conexión”, agrega Bohns.
Incluso hay quienes para ahorrarse el inconveniente de tener que negarse a una petición, aceptan involucrarse en obras de mala fe.
Así lo demostró una serie de estudios encabezados por Vanessa Bohns, en los que se solicitaba a extraños a participar en actos como rayar el libro de una biblioteca o decir mentiras piadosas.
En la mayoría de los casos, las personas aceptaban “ayudar” a otros, a pesar de que no estuvieran de acuerdo con las mismas. Los resultados, publicados en Personality and Social Psychology Bulletin, revela que tendemos a subestimar qué tan dispuestos están otros a comportarse de manera poco ética cuando los ponemos en este tipo de posiciones incómoda.
Pero decir “no” a esas pequeñas tentaciones que solo nos hacen retroceder de nuestras metas es una habilidad que, como cualquier otra, puede y debe desarrollarse.
Como dice Xavier Guix, psicólogo español y experto en programación neurolingüística, “decir ‘no’ es una habilidad fundamental para las relaciones sociales de la actualidad”.
Al decir no, además, reforzamos el autoestima, argumenta Guix. “Te afirma, te permite ser tu mismo”.
Un estudio realizado por Vanessa M. Patrick, profesora de Mercadotecnia de la Universidad de Houston, cuyos resultados fueron publicados en Journal of Consumer Research, demostró que una manera efectiva de decir “no” a otros depende del lenguaje que utilizamos.
Se demostró que aquellos que contestaban algo similar a “no puedo comer helado” tras verse tentados tenían más dificultades para cumplir su palabra que quienes simplemente decían “no como helado”.
El estudio demuestra que “el lenguaje que usamos para describir nuestras elecciones es un mecanismo de retroalimentación que acentúa o impide nuestra conducta orientada a metas”.
O como explicó en Forbes Heidi Grant, Directora del Centro de Ciencias Motivacionales de la Universidad de Columbia, a diferencia de un “no”, que “se experimenta como una elección y es una afirmación de tu determinación y tu fuerza de voluntad”, decir “no puedo” es una restricción, está siendo impuesta sobre nosotros”.