Dos labios se juntan, se presionan y se mueven en una especie de danza. Las bocas se unen y acarician creando un vínculo sublime con otra persona; el beso hoy es un gesto tan habitual, pero, a la vez, es enigmático, porque ha adquirido un significado diferente de acuerdo con las épocas, lugares y culturas.
El beso es uno de los gestos más antiguos del ser humano, en diversos estudios de lingüística se manifiesta que el origen de la humanidad proviene de los pueblos africanos, cuya lengua era el Khoisán y, aunque se ha diversificado a lo largo del tiempo, su elemento raíz, es un sonido que suena muy similar al beso por lo que podría decirse que este fue, desde sus orígenes más primitivos, una forma de comunicarse entre personas.
Sobre esta idea, la sexóloga Ana Torres apunta que las primeras evidencias del beso son de hace más de 4 mil años. En los antiguos pueblos semíticos era un saludo habitual entre iguales, pero con diferencias: en la mejilla significaba amistad, en la mano expresaba sometimiento y en la boca devoción.
“Esto permite mirar cómo culturalmente el beso tiene una función y una representación. Si revisamos a lo largo de la historia, el beso ha tenido la función de vinculación, de expresar la alianza en la época clásica, las uniones se consumaban con un beso y tenemos un remanente de eso en las bodas, se da todo el ritual y al final todos gritamos “¡beso, beso!”. Es ahí cuando sabemos que se consumó la unión de las personas”, detalla Ana Torres.
Es tan significativo que ha sido motivo de inspiración, reflexión y creación artística. Por ejemplo, se han encontrado estatuas de la cultura hindú que representan a personas besándose, sin embargo, no se puede hacer una aseveración sobre el sentido que tenía en aquel momento histórico en el cual fueron creadas.
“De repente es preguntarnos, ¿qué es un beso? Creo hasta la definición puede sonar poética, esta pequeña aspiración que también tiene que ver con la concepción de lo divino, es casi con un beso que se da un aliento de vida, desde la historia cristiana”, añade.
Beso en las culturas
El beso ha sido representado por diferentes culturas, incluida, la griega, en la que darlo en la boca no era habitual; y la romana, donde era un saludo común. En otras tradiciones incluso era común besarse frente a muchas personas o, como en el Cristianismo, que puede representar sumisión o símbolo de traición, como el llamado “Beso de Judas”. Incluso en la Italia medieval, si un hombre besaba a una doncella en público estaba obligado a casarse con ella.
También ha tenido otros significados, como en la Edad Media con la práctica osculum infame que consistía en que las brujas besaban al Diablo, representado por la imagen de un macho cabrío; el gesto lo realizaban en el ano de la figura, pues era conocido como “la otra boca” y normalmente se hacía previo a la celebración de un aquelarre.
De esta forma se puede observar que el beso, a lo largo de la historia, ha connotado admiración, atracción o sumisión. No obstante, en las culturas orientales, con el Kamasutra, de Vatsiaiana, se expresan las diversas formas de besar con un significado sexual.
Durante el siglo XIX, con la corriente artística del Romanticismo, los autores abordaron el tema de los sentimientos, con ello hubo un auge en la representación del beso y también se volvió un elemento estético.
Con los estudios que se han hecho con la finalidad de resignificar el beso, Torres comparte que es hasta la Revolución Industrial cuando este gesto se vuelve más de uso común. Sin embargo, ya en la cultura actual existen nombres para los diferentes tipos, por ejemplo, los franceses de boca en boca o la representación del sexo oral (boca-órganos sexuales) y el beso negro (boca-ano).
“Ahora sabemos que el beso es importantísimo, particularmente para la lubricación de las mujeres, tiene una función en la respuesta sexual humana. Desde la bioenergética, donde se piensa que todo lo que le sucede a nuestro cuerpo nos afecta emocional y cognitivamente, cuando tenemos besos largos y profundos y, por un tiempo prolongado, también los músculos vaginales se van dilatando y lubricando para el encuentro sexual”, detalla.
Una de las referencias más antiguas de esta práctica se encuentra en las paredes de los templos de Khajuraho, en la India, datan de 2500 a.C.
Informe Kinsey
El biólogo Alfred Kinsey fue la primera persona que realizó en 1948 encuestas sobre la aproximación sexual de los seres humanos. Decía que en Estados Unidos el 75 por ciento de los hombres con educación superior confesaban que sí practicaban el beso profundo. Es interesante señalar la relación que hay entre este término de confesión durante los años 50, siendo un momento en el que la Revolución sexual empezaba a abrirse.
“También podemos hablar del atributo moral que se le da al beso, ¿cuáles son los besos que son prohibidos o los permitidos? Los que son tachados, incluso por la propia familia o, que por respeto, no se hacían frente a los padres, hay una moralización de los besos a lo largo de la historia”, añade.
En la búsqueda del efecto que provocan los besos, Ana Torres hace referencia al estudio que hizo el neurocientífico Wilder Penfield entre los años 40 y 50 del siglo XX, a través de un muñeco que, de acuerdo con cada parte del cuerpo, representa qué tanta corteza sensorial o motriz hay en nuestra cabeza. Por ende, el muñeco, tiene labios y lengua enorme, es decir, en estas zonas existen más terminaciones nerviosas.
“Esto nos permite saber que el beso y el encuentro sexual son muy importantes. Los seres humanos tenemos como primer centro del placer la boca, no por nada tenemos la teoría psicosexual de Freud, él explica que la primera etapa es la oral, si los seres humanos no tuviéramos el reflejo de succión, que se parece mucho al beso, no podríamos vivir, si no encontráramos este placer en la succión, no encontraríamos el pecho materno o el biberón, el cual nos da los primeros elementos de alimento y también de vinculación para continuar la vida”, comparte.
Ya sea como una expresión cultural, forma de comunicación social o, incluso, un elemento en el arte, el ser humano siempre ha tratado de recrear este gesto. Esculturas, letras, pinturas; en la fotografía o en el cine, el ósculo, como también se le conoce, pareciera recordar el aliento de vida, es parte de la historia de la humanidad y de cómo se ha ido interrelacionando.