Los llamados socavones, esos anchos y profundos agujeros que literalmente tragan todo a su paso al formarse en la superficie de la tierra no necesariamente son una suerte inevitable de la madre naturaleza.
Estos hundimientos pueden detectarse a tiempo por la NASA, al menos en algunos casos, como el gigante sumidero de una hectárea que ocurrió en agosto de 2012 en Bayou Corne, en Luisiana.
Esta fue la conclusión de un estudio encabezado por Cathleen Jones y Ron Blom, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, quienes demuestran que las imágenes del radar capturadas por el Vehículo Aéreo No Tripulado con Radar de Apertura Sintética (UAVSAR) durante junio del 2011 y julio del 2012 pudieron haber predicho este fenómeno.
El estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Geology, señala que la información capturada por dicho radar detectó movimientos de partículas del suelo antes de que ocurriera el socavón.
Los datos revelaron que la capa de la superficie avanzó 26 centímetros horizontalmente un mes antes del derrumbe.
“Si bien las deformaciones horizontales de la superficie no habían sido consideradas una señal de dolinas (depresiones superficiales del suelo), el nuevo estudio revela que estas pueden preceder la formación de socavones con suficiente antelación”, dijo Jones. “Este tipo de movimiento puede ser más común de lo que se pensaba, sobre todo en zonas con suelo suelto cerca de la superficie”.
Para los investigadores, los datos del radar que captura el UAVSAR que se recolectan para el monitoreo de riesgos “podrían, en algunos casos, identificar el desarrollo de sumideros antes del colapso de la superficie, y disminuir el peligro subsecuente para personas y bienes”.
Este fenómeno natural, que además de Estados Unidos se ha presentado en otros países como Guatemala, China y Bosnia, costó la vida de un hombre en Tampa, Florida, en febrero de 2013.