Desprincesar a Distroller, juguetes no sexistas
La línea de juguetes de esta marca mexicana ha sido criticada por aludir a que un cigoto es un recién nacido y reforzar estereotipos de género desde la infancia como la maternidad obligatoria e idealizada
Luz Rangel¿Distrollizar la Navidad? ¿Qué tal desprincesar a Distroller? Esta marca mexicana fundada por Amparo Serrano comenzó a vender productos inspirados en la Virgen de Guadalupe en 2008. Casi una década después lanzó “Neonato”, una línea de juguetes que así como ha tenido éxito en ventas, ha levantado críticas por reforzar estereotipos de género.
“Evidentemente, son dirigidos a infancias. Hay que tener en cuenta que, primeramente, existe una diversidad y darle paso a la autonomía de la niñez”, menciona la politóloga Daniela Lombardo, en entrevista con Reporte Índigo.
La palabra neonato alude a un bebé recién nacido. Sin embargo, el nombre de los propios productos hace referencia a diferentes etapas de la gestación, algunas de éstas cuando todavía no ocurre el nacimiento.
La página de Distroller México enlista seis variedades: mikromeritos, ksimeritos, sigotos, Kkito, prematuros y Espumantis (sic). Sí, uno de estos juguetes evoca al cigoto, es decir, el resultado de la unión de las células sexuales masculina y femenina, a partir de la cual se desarrolla un ser vivo.
Al comprarse, están en una incubadora o cunero y la enfermera Tania da consejos de “cuidados neonatales” para su crianza a través del canal de YouTube de Distroller.
Ante las críticas, la firma de Amparín, como se hace llamar su creadora, menciona en su sitio oficial que no hace diferencia entre sexo o edad. En su cuenta de Twitter, su descripción dice que no educa, sólo da su opinión.
“Nuestro personaje principal se llama #LaEnfermeraTania y ella no se dedica a cuidar humanos, sólo atiende neonatos…por lo que no tiene nada que ver con cánones terrenales ni de género”, contestó la empresa en esta red digital.
“Claro que las menores experimentan afectos hacia estos neonatos, pero ante los cuidados que demandan, no pueden cumplirlos por sus otras actividades. Ojalá todo se detuviera ahí, sólo que estos juguetes ‘mueren’ o se enferman, lo que provoca en ellas tristeza”, afirma la feminista.
Científicamente, el embrión todavía no tiene vida, no puede sobrevivir fuera del útero de la madre. Pero entonces ¿qué fomentan estos juguetes en la niñez?
“El juego es socialización, primeramente, y por tanto, también es una forma de mirar y de vivir el mundo. Niños y niñas ensayan simbólicamente el rol al que están aspirando a ser en la vida y la manera en la que se relacionan, por eso es que es tan importante”, dice la directora ejecutiva del proyecto Desprincesamiento.
¿Qué hacer ante los juegos sexistas de distroller?
En el Centro Cultural de España (CEE) en México, la activista Daniela Lombardo impartió el Taller Vivencial de Feminidades no Opresivas para niñas y adolescentes en 2017. El objetivo era que las menores conocieran su entorno para poder enfrentar situaciones vulnerables.
Lombardo solicitó a las asistentes juguetes para una dinámica y la mayoría llevó neonatos. Algunas contaron que por hacerse cargo de éstos no habían disfrutado de sus vacaciones; o viceversa, que por no cuidarlos obtuvieron malas calificaciones. Por ello decidió dedicar una sesión especial para tratar este tema.
“Las niñas crecen desde temprana edad jugando a cuidarlos. Para nada es que cuidar esté mal, el gran desacierto de Distroller ha sido reforzar que somos sólo las mujeres las que tenemos que hacerlo”, menciona.
Con juguetes de este tipo se idealiza la maternidad y se impone a las niñas la idea de que el ser madre es una de las metas en la vida, según Lombardo. Por lo que es necesario “desprincesar”, es decir, hacer visibles las formas invisibles en las que aprendimos a amar.
“No hay que dejar de mencionar que a las mujeres se les ha criticado cuando no son mamás o no son lo que se conoce como buenas madres, cuando las condiciones de maternidad y crianza son muy diversas, muy diferentes”, expresa.
La fundadora de Proyecto Desprincesamiento cuestiona cómo la marca no considera el contexto de México, que entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ocupa el primer lugar en embarazo adolescente con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.
Sólo la Ciudad de México y Oaxaca han despenalizado el aborto voluntario antes de las 12 semanas de gestación.
“Estamos en un país mayoritariamente católico y esto incide en la concepción que se tiene de la vida”, acota. En efecto, 89.3 por ciento de los mexicanos son de esta religión según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La activista enfocada en las feminidades no opresivas desde la infancia insiste en los talleres para que las menores elaboren un análisis propio y después colectivo.
“Justamente lo que no hacemos es decir qué está bien o qué está mal, sino que ellas lleguen a sus reflexiones y entonces es que compartimos la nuestra”, señala.