Deprimidas, no flojas
Las mujeres que se convierten en madres figuran entre los grupos más vulnerables a sufrir problemas de salud mental.
Factores como la presión social por ser la madre perfecta, la falta de apoyo social, los cambios fisiológicos y la mera transición a la maternidad ponen en jaque el bienestar emocional de las mamás.
Eugenia Rodríguezhttps://www.youtube.com/watch?v=m7AjgdMUKy4
Las mujeres que se convierten en madres figuran entre los grupos más vulnerables a sufrir problemas de salud mental.
Factores como la presión social por ser la madre perfecta, la falta de apoyo social, los cambios fisiológicos y la mera transición a la maternidad ponen en jaque el bienestar emocional de las mamás.
Y si sufren depresión posparto, lo hacen en silencio. Al menos en las mujeres mexicanas, por ejemplo, “la depresión se ha asociado con la falta de autoeficacia materna y con un aumento de las atribuciones negativas hacia el comportamiento del bebé, lo que compromete la capacidad de la madre para interpretar y responder adecuadamente a las necesidades del bebé”.
Así lo señala una investigación de la prevalencia de la sintomatología depresiva materna en México encabezado por la doctora Filipa de Castro, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
En el estudio, se analizaron datos de más de 7 mil mujeres –con al menos un hijo menor de cinco años– de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2012.
Los hallazgos fueron publicados el pasado cuatrimestre en la revista Salud Pública de México.
En otro estudio en el que fueron entrevistadas cinco mujeres de un hospital público de Morelos que presentaban los síntomas de la depresión posparto se encontró que se apoyaban de otras mujeres en lugar de buscar ayuda en los servicios de salud médica o mental. Pero el apoyo no era el adecuado.
Una de las mujeres comentó que su suegra le decía que “es mejor que pienses (en tus hijos). No pienses en ti, piensa en ellos”, reportan los investigadores en el blog de “Maternal Health Task Force”.
“Desafortunadamente, las mujeres por lo general no pensaban que los médicos u otro personal de salud fueran útiles. ‘Somos como números para ellos, ¿no?’, dijo una mujer. El mensaje que estas mujeres recibían de sus hermanas, madres y suegras (y ocasionalmente parejas) era que salieran adelante, se mantuvieran firmes y que hicieran todo lo posible para cuidarse para que pudieran cuidar al niño”.
Madre perfecta
“Más que solo sentirse tristes, las mujeres expresaron sentirse enojadas, asustadas, estresadas, avergonzadas e intensamente preocupadas por su hijo y la suficiencia de su cuidado maternal”, reportan los investigadores que entrevistaron a las mujeres mexicanas con depresión posparto. Como si experimentar alteraciones en los estados de ánimo, aunque estén fuera de tu control, fuera prohibido o sinónimo de “mala madre”.
Como dijo a Scientific American Patricia Leahy-Warren, profesora de la Escuela de Enfermería y Obstetricia de la Universidad College Cork, en Irlanda, “hay mucha presión por ser la madre perfecta, y las mujeres tienen miedo de decir que no están lidiando con ello”.
La psicóloga clínica Ann Dunnewold dijo que convertirse en madre es una transición importante en la que ellas renuncian a la autonomía, al sueño y a las relaciones para atender las necesidades incesantes de un bebé. “Encima de ello, también se espera que se encuentren en un constante estado de felicidad y satisfacción con su nuevo rol”, señala Scientific American.
Para la psicóloga española Patricia Ramírez, el concepto de “ser madre” con el que la sociedad se ha educado desde hace décadas es “esa persona incondicional que nunca le va a fallar. Esa persona capaz de renunciar a todo para que usted esté bien, la que espera con paciencia, la que siempre tiene una palabra de apoyo para animar o la que le presta su hombro para que llore cuando lo necesite”, escribe en El País Semanal.
Depresivas e ignoradas
El estudio publicado en Salud Pública de México indicó que la detección de la depresión posparto en México es baja.
Y que se identifiquen los síntomas (tristeza, miedo, ansiedad, hipersomnia, insomnio, por ejemplo) del llamado “Baby blue” no necesariamente es de gran ayuda: 40 por ciento de las mujeres a las que se les detectó la sintomatología ni siquiera reportó haber recibido tratamiento.
“Estudios sobre modelos de detección y atención a la depresión en la etapa perinatal en los tres niveles de atención en salud (primario, secundario y terciario) en México reportan que, en general, las unidades de salud no cuentan con protocolos formales de detección y atención a problemas de salud mental durante la etapa perinatal”, informaron los autores.
“Lo anterior sucede a pesar de que los proveedores reconocen la influencia de factores de riesgo para la depresión y la necesidad y pertinencia de atender esta condición”.
El estudio cita evidencia de que la violencia interpersonal ejercida por la pareja (abuso emocional, físico o sexual) es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de los síntomas depresivos entre madres de niños pequeños.
Otros factores de riesgo son un bajo nivel de apoyo social, embarazos no deseados, menor educación formal y la falta de un compañero afectivo.
Las mujeres con una historia previa de depresión también están en riesgo de desarrollar depresión posparto.
“En un país con recursos restringidos como México, parece justificado invertir en abordajes de bajo costo y que requieran poca capacitación técnica, que incluyan los orientados hacia el apoyo social, grupos terapéuticos y visitas domiciliarias hechas por trabajadores comunitarios, los cuales han demostrado resultados positivos en reducir la sintomatología depresiva en mujeres en países en desarrollo”, concluyeron los investigadores.
De vuelta al vicio
Otro signo de estrés que acompaña a la falta de apoyo y presión social durante la maternidad: el 90 por ciento de las mujeres que dejó el hábito de fumar antes o durante el embarazo volvió al vicio.
Este fue el hallazgo de un nuevo estudio encabezado por la investigadora Caitlin Notley, de la escuela de medicina de la Universidad East Anglia, en Reino Unido, en el que se entrevistó a poco más de mil mujeres que habían dado a luz.
Más de tres en cada 10 madres que dejaron el cigarro durante el embarazo volvieron a fumar en menos de un año después de haber tenido al bebé.
“Encontramos que muchas mujeres están fumando como una manera de lidiar con el estrés”, señaló Notley a The Guardian. “También creen que los cambios fisiológicos influyen en las ansias de fumar, y que ya no tienen que proteger al bebé contra los efectos nocivos del tabaquismo”, sin pensar en las consecuencias a largo plazo para su salud.
“Las mujeres que veían el tabaquismo como una forma de lidiar con el estrés eran más propensas a recaer”, agregó. “Sentirse bajoneadas, solas, cansadas y tener que manejar cosas como el llanto persistente (del bebé) también eran detonantes. Las mujeres reportaron que regresaron los antojos de la nicotina que se habían disminuido o terminado durante el embarazo”.
Los resultados, publicados este mes en la revista científica Addiction, suman evidencia del rol que juega el apoyo social y la pareja en la salud emocional de las mujeres que se convierten en madres.
“Las parejas que dejaron de fumar o alteraron su propia conducta de fumar eran particularmente buena influencia (para ellas)”, expresó la autora. “Y aquellos que ayudaron a aliviar el estrés del cuidado de los niños también fueron elogiados por las mujeres que habían resistido la tentación de encender un cigarrillo”.
Mientras que las mujeres que no tenían pareja o cuyo compañero fumaba eran más propensas a caer nuevamente en el vicio.
Mamás: menos es más
Las madres que se exigen demasiado por ser “perfectas”, que suelen vivir para los hijos y que están convencidas de que nadie podría criar a los niños mejor que ellas suelen estar más estresadas que las mamás más “relajadas” que no necesariamente ponen sus propias necesidades hasta el final de la lista de prioridades.
Esta fue la conclusión de un estudio de 2012 realizado por investigadores de la Universidad Mary Washington, en Fredericksburg, quienes describen dicho estilo parental como una “crianza intensiva” que, en este caso, las madres adoptan porque creen que a sus hijos les beneficia.
El problema es que “mucha de la investigación señala que a los niños de madres depresivas no les va tan bien”, dijo a Time Holly Schiffrin, profesora de psicología de la Universidad Mary Washington, y coautora de la investigación.
“Si esta ideología nos está haciendo depresivas, puede no beneficiar a los niños a largo plazo”, dijo Holly.
Y agregó: “la forma en la que estamos criando ahora está cobrando precio en las mujeres. Tenemos que encontrar ese punto medio, todas las cosas con moderación. Sí, necesitas estar involucrada con tus hijos, pero la norma que nosotras mismas estamos sosteniendo es probablemente inalcanzable”.
Para el estudio, cuyos resultados fueron publicados en Journal of Child and Family Studies, aplicaron cuestionarios a cerca de 200 mujeres –con hijos menores de cinco años–, para medir la intensidad con la que ponían en práctica sus cuidados maternales.
Estas fueron las cinco categorías en las que se basaron para evaluar la intensidad de crianza de las participantes:
> Esencialismo: la idea de que la madres son más “necesarias y capaces” que el padre.
> Estimulación: la noción de que la madre es la responsable de proveer al hijo con las actividades más estimulantes para su óptimo desarrollo.
> Realización: la idea de que “la felicidad de un padre se deriva principalmente de sus hijos”.
> Desafiante: la idea de que criar a los hijos es lo más agotador y difícil que existe.
> Crianza “centrada” en los niños: los deseos y las necesidades de los hijos son primero.