En China hacen falta psicólogos. Hace falta que lo que aflige la mente de un paciente que somatiza con migrañas o trastornos gastrointestinales, por ejemplo, se trate con psicoterapia, y no solamente con medicamentos.
Hoy, al menos 16 millones de personas han sido diagnosticadas con graves enfermedades mentales. Más de 26 millones de chinos padecen depresión clínica, y 67 millones presentan síntomas de depresión y ansiedad, de acuerdo con un informe presentado en el 21 Congreso de la Federación Internacional de Psicoterapia (IFP, por sus siglas en inglés), celebrado en mayo de este año, en Shanghai, China.
De hecho, los trastornos mentales son los que más aquejan a la población china, superando el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y del sistema respiratorio.
El problema es que en este país oriental, que ha sido escenario de dramáticos cambios socioeconómicos en los últimas tres décadas –lo que ha su vez a trastocado la psique de los habitantes–, el entrenamiento psicoterapéutico para psiquiatras es deficiente.
Existen alrededor de 3 mil personas que se están certificando como psicoterapeutas en los institutos médicos de todo el país.
Y de los pocos psicólogos que hay, la mayoría no se ha sometido a un entrenamiento formal en psicoterapia, y son incompetentes para la práctica clínica, señala el informe.
Además, solo existen 20 mil psiquiatras en China, “una cifra que apenas puede satisfacer las necesidades sociales para los servicios terapéuticos”, señala el autor del reporte Zhao Xudong, director de Medicina Psicosomática en el Hospital Oriental de la Universidad Tongji, en Shanghai.
Considerando la evidencia de países desarrollados, apuntó Xudong, China necesitará 100 mil nuevos psicoterapeutas para satisfacer las necesidades de la población en los próximos años.
Pero todo está cambiando. El interés de la población por la psicoterapia está creciendo, y su importante papel dentro de la sociedad ha sido objeto de reconocimiento público, cuando en mayo del año pasado entró en vigor la primera Ley de Salud Mental de la República Popular de China.
La ley “define la psicoterapia como un tratamiento médico y muestra las nuevas tendencias en el desarrollo de la profesiones psicoterapéuticas en China (…), indicó Xudong.
Y “establece reglas claras y específicas en el tratamiento y la protección de los derechos de los pacientes de trastornos mentales”.
Según dijo Tania Branigan, corresponsal de The Guardian en China, grandes cambios culturales están contribuyendo a que la psicoterapia florezca en el país. El etnógrafo Huang Hsuan-ying, quien a decir de Branigan lleva estudiando el boom de la psicoterapia en China desde 2007, dijo que muchos de la generación que se están interesando en la psicoterapia “no pueden decir ‘te quiero’ a sus papás, y sus padres nunca se los dirían – pero sí se los dirían a sus hijos”, por ejemplo.
Branigan alude al trabajo de Bao Tiankui, quien realiza terapias de grupo a falta de terapeutas entrenados. Si bien este enfoque podría “parecer particularmente inadecuado para una cultura tan profundamente imbuida en la intimidad emocional”, éste ha dado buenos resultados.
Al principio, los participantes chinos parecen tener un mayor sentido de autoprotección”, parafraseó Branigan a Tiankui. “Pero una vez que empiezan a abrirse, en realidad están más dispuestos a discutir sus problemas y acercarse al grupo”.
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