Del cielo a Instagram

Nadie podía ser tan bella o interesante como Marilyn Monroe o Audrey Hepburn. Ambas mujeres representan una era que ha desaparecido irremediablemente: la era en que las celebridades eran estrellas.

El auge de las redes sociales ha transformado una dinámica que solía ser unidireccional, en la que los fanáticos recibían información de sus ídolos pero estos no de los primeros, y ahora ofrece posibilidades infinitas de crear cercanía a un mundo antes inalcanzable.

Ana Paulina Valencia Ana Paulina Valencia Publicado el
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El exceso de información personal elimina el factor “especial” de recibirla
La relación que los fanáticos perciben como real a veces es simulada
http://www.youtube.com/watch?v=F58xuaRo2hs

Nadie podía ser tan bella o interesante como Marilyn Monroe o Audrey Hepburn. Ambas mujeres representan una era que ha desaparecido irremediablemente: la era en que las celebridades eran estrellas.

El auge de las redes sociales ha transformado una dinámica que solía ser unidireccional, en la que los fanáticos recibían información de sus ídolos pero estos no de los primeros, y ahora ofrece posibilidades infinitas de crear cercanía a un mundo antes inalcanzable.

A pesar de ello, las relaciones celebridad-fanático mantienen un factor constante. Según un estudio de David Giles y John Maltby, “aunque la relación es imaginaria, se experimentan de manera real (…) así que cuando los famosos comparten información personal con el público, este siente que una conexión personal se ha creado”.

Sin embargo, aclaran Giles y Maltby, esta es solo “la ilusión de una conexión”.

¿Amigos cercanos?

Cuando las redes sociales comenzaron a popularizarse, el comportamiento de las celebridades y sus representantes tuvo que transformarse con el de sus seguidores.

La demanda de más información en las relaciones sociales se trasladó a la convivencia entre admirador y admirado, y los famosos respondieron dando al público lo que quería: acceso al backstage.

De acuerdo a Alice Marwick y Danah Boyd, redes sociales como Twitter e Instagram, “permiten a las celebridades crear un sentido de familiaridad entre ellos y sus admiradores”. Y es en ellas que estas “crean una intimidad actuada, que practican compartiendo imágenes y videos personales”.

Por lo que la relación que los fanáticos perciben como real, para el famoso puede no ser diferente a lo que era antes. Pero la dinámica de la relación cambia en un importante aspecto, por ello las celebridades continúan utilizándolas.

La ilusión de una relación más directa que da el aparente acceso al backstage, hace a los fanáticos sentir que tienen una conexión especial con su ídolo.

Según expertos, esto genera admiradores más devotos. Así, los artistas conservan (e incrementan) su fama mostrando un reconocimiento mutuo, que da lugar a un apego mayor de sus seguidores. 

Sus propios jefes

Esta semana, Miley Cyrus dio a conocer su página Web nueva. Su diseño sorprendió a muchos: fondo degradado idéntico al de la portada de su álbum “Bangerz”, .gifs de la cantante y un cigarro de mariguana, emojis (las imágenes que se usan en las conversaciones en Internet) sobre su amor al dinero y los osos de peluche con los que irremediablemente se le relaciona.

Este sello personal en su sitio muestra otra tendencia, que han seguido artistas como Hilary Duff y Lindsay Lohan (que abandonaron la estructura formal y ahora tienen blogs).

Estos sitios en línea, uno de los medios principales para mostrar su trabajo, solían ser manejados por los representantes de las celebridades y uno que otro webmaster. 

Ahora, como respuesta a las ya mencionadas demandas del público, la personalidad de los famosos domina, aún más allá de las redes sociales.

Pero una imagen con menos edición –aunque esta no se elimine por completo– no se limita a provocar el acercamiento a los seguidores y el aumento de su entusiasmo.

“Las redes sociales humanizan a megaestrellas que antes eran inalcanzables”, explica Scott Levy, especialista en el tema, “pero no toda publicidad es buena, y muchas celebridades dejan que sus emociones ganen y responden a los ‘trolls’ o revelan en exceso”.

La expresión “demasiado de algo bueno” viene a la mente. En su intento por prolongar su fama, las celebridades logran precisamente lo contrario. ¿Cómo se puede ser una estrella si se deja de ser inalcanzable? Después de todo, el único dato personal que Marilyn Monroe reveló tenía que ver con el perfume “Chanel N.5”, que incluso recordamos hasta el día de hoy.

Viralidad por una buena causa

Además de poner su vida personal a la vista, algunas celebridades aprovechan su influencia en redes sociales para promover entre sus fanáticos (y los amigos y seguidores de estos) causas cercanas a ellos.

En julio de este año, el actor Ryan Gosling compartió en sus cuentas de redes como Twitter y Facebook, una pieza de opinión que escribió en The Globe sobre el abuso a los animales domésticos antes de su venta.

Las imágenes de cerdos bebés en jaulas diminutas a las que hizo referencia, fueron suficientes para enardecer a miles de sus fanáticas, que a su vez comunicaron la situación a través de sus propios perfiles. Kristen Bell es otra celebridad que se ha sumado a causas parecidas.

Personajes como Ian Somerhalder, Neil Patrick Harris y Lena Dunham han aprovechado la viralidad de Twitter para defender los derechos de las personas de la comunidad LGBT. Y junto a cientos de figuras públicas han celebrado las victorias del matrimonio homosexual en Estados Unidos.

Pero quizá el caso más significativo sea el de Lady Gaga y sus “little monsters”, como llama a sus fieles seguidores. 

En septiembre de 2010 compartió un video en el que invitaba a sus seguidores a llamar a sus senadores correspondientes y solicitar que votaran a favor de la inhabilitación de “Don’t ask, don’t tell”, política que impedía a ciudadanos abiertamente homosexuales servir en el ejército estadounidense.

La petición generó miles de respuestas, entre ellas decenas de videos en los que jóvenes seguían el consejo de la cantante y llamaban a sus conocidos a hacer lo mismo. En diciembre de ese mismo año el congreso aprobó la derogación de la ley.

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