¿Debe preocuparnos el ‘Spectrum Crunch’?

El desarrollo de tecnologías inalámbricas para facilitar las telecomunicaciones es uno de los avances que más usamos de manera cotidiana: revisando nuestros smartphones al despertar, escuchando radio en el camino al trabajo y comunicándonos desde donde estemos sin estar unidos a la pared por un cable.

Ana Paulina Valencia Ana Paulina Valencia Publicado el
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7 mil
millones de usuarios de telefonía móvil habrá a finales de 2013, en todo el mundo
El aumento en la demanda de telecomunicaciones inalámbricas podría llevar a un “colapso” de las mismas
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El desarrollo de tecnologías inalámbricas para facilitar las telecomunicaciones es uno de los avances que más usamos de manera cotidiana: revisando nuestros smartphones al despertar, escuchando radio en el camino al trabajo y comunicándonos desde donde estemos sin estar unidos a la pared por un cable.

Todo esto es posible gracias a ondas electromagnéticas que se transportan dentro del espectro de radiofrecuencia (RF). Es decir, que una antena a la que se aplica corriente alterna, genera ondas que llegan a nuestros dispositivos, y que estos transforman en datos como voces o imágenes.

Pero la versatilidad que tienen nuestras comunicaciones, gracias a estas ondas, también vienen con restricciones, porque las frecuencias disponibles son limitadas y la demanda por ellas es cada vez mayor. Precisamente por eso, pequeños fragmentos de este espectro pueden costar miles de millones de dólares.

El espacio en el RF se dividió de forma equitativa entre los diferentes rubros que lo usaban hace muchos años. Así, las telecomunicaciones comerciales, los grupos militares y el Global Positioning System (GPS), entre otros aspectos, tienen la misma cantidad de frecuencias, y deben dividirlas entre todos los involucrados en cada sección.

El auge de las telecomunicaciones inalámbricas hace que se ocupen cada vez más de las frecuencias disponibles para este rubro y, según expertos, si no se encuentran alternativas nuestra capacidad de comunicarnos sin cables podría tener serias consecuencias para el 2020.

Cada vez más  frecuencias

¿Sabes lo que pasa si dos estaciones de radio tienen frecuencias muy cercanas? Por ejemplo, si existieran 84.5 y 84.6 (en FM), la información (música o voces) de ambas se mezclarían y dominarían en turnos. Es decir, sin importar cuál sintonizaras, por momentos podrías escuchar la transmisión de la primera, a veces la de la segunda y algo de ruido. Algo parecido es lo que pasaría con el llamado “Spectrum Crunch”, un fenómeno que ha preocupado a expertos en telecomunicaciones.

Hace un par de años Julius Genachowski, de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (EU), mencionó que las compañías que usan tecnología inalámbrica debían obtener parte del espectro ocupado (pero subutilizado) por agencias del gobierno o canales de televisión.

Según Genachowski, si esto no se conseguía los precios de los servicios de estas compañías aumentarían, pues no tendrían la capacidad de ofrecerlos a un número tan grande de usuarios: la oferta sería menor pero la demanda no dejaría de crecer.

Jim Cicconi, ejecutivo de AT&T, agregó a la discusión que “la necesidad de más espectro es un problema que atañe a toda la industria”.

Sus temores no eran completamente infundados. De hecho, en 2012, Londres tuvo que enfrentar la posibilidad de que sus comunicaciones fallaran en medio de los Juegos Olímpicos de ese año, por el exceso de demanda. 

Ofcom, la autoridad de la industria de las comunicaciones en Reino Unido, tuvo que utilizar parte del espectro perteneciente a la milicia para evitar que los sensores que verificaban a los ganadores de ciertas disciplinas no fallaran en el momento crucial.

¿Quién podrá defendernos?

Algunos piensan que la preocupación por un “Spectrum Crunch” es prematura.

David Talbot, del MIT Technology Review, quien argumentó que existen estrategias para resolver el problema de la insuficiencia del espectro.

“Estos ‘crunches’ ocurrirían solo en momentos y lugares específicos”, explicó. Y comentó que la causa del problema es que “el espectro no se maneja eficientemente”.

Cambiar la distribución de las frecuencias podría solucionar parte del problema, pues en algunos lugares las secciones reservadas para canales de televisión o agencias gubernamentales no se utilizan, según Talbot. Si estos espacios se reasignaran y estuvieran disponibles para telecomunicaciones, “la capacidad inalámbrica incrementaría en números enormes”. 

Otras alternativas que se han sugerido, incluyen la posibilidad de compartir frecuencias de este tipo, así como la instalación de “small cells”, transmisores de corto alcance dedicados a las frecuencias celulares.

“Hay muchas maneras de satisfacer la demanda”, señala Vanu Bose, fundador de una compañía de comunicaciones inalámbricas en Cambridge, Massachusetts, “hay innovaciones que todavía ni siquiera se nos han ocurrido”.

Mientras tanto, empresas que podrían verse afectadas si el fenómeno se hiciera realidad han comenzado a actuar. Microsoft, por ejemplo, lanzó el proyecto “Microsoft Spectrum Observatory”, para medir dónde y cuándo se utilizan ciertas frecuencias en algunas ciudades de EU. La idea es que conociendo esto puedan crear nuevas tecnologías similares al WiFi, que usa frecuencias libres y tiene un corto alcance.

“Tenemos 15 o 20 años de ventaja para desarrollar nuevas tecnologías”, señala David Tennenhouse, vicepresidente de Políticas Tecnológicas de la compañía, “y ellas pueden llevarnos al futuro”.

Aprovechando el espacio libre

Un proyecto de Google pretende aprovechar los “espacios en blanco” o canales del espectro televisivo que no están siendo utilizados, para mejorar la conectividad de Internet en países en desarrollo.

Hace unos meses Google lanzó una primera prueba, en la que 10 escuelas de Ciudad del Cabo recibieron señal inalámbrica de Internet a través de uno de estos espacios no utilizados.

Una de las ventajas de esta tecnología es que la frecuencia del espectro televisivo es baja, por lo que puede viajar distancias mayores que las más altas, que son asignadas generalmente a Internet. Lo que permite que puedan alcanzar lugares más remotos.

La finalidad de esta prueba fue demostrar que usar esta parte de la Red no interferiría con las señales de otros canales. En junio de este año la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos les entregó esta certificación. 

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