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México se encuentra entre los primeros lugares del mundo en la lista de países con más fuga de cerebros. Según datos de El Economista estamos en cuarto lugar, y una visión más optimista, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) nos pone en séptimo.
De acuerdo con datos de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), 11 mil mexicanos que viven en Estados Unidos tienen un doctorado. Esta cifra equivale a la mitad del número de miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
En el 2011, de los 11.2 millones de mexicanos que vivían en otros países, casi 900 mil contaban con estudios profesionales o un posgrado.
José Franco, presidente de la AMC, afirma que este hecho “es preocupante, porque se trata de gente que ha sido preparada” y que esta “no encuentra trabajo aquí o encuentra uno que considera inadecuado para su preparación o expectativas”.
Además de la inseguridad y la inestabilidad económica como razones para emigrar, los talentos mexicanos encuentran apoyo insuficiente de instituciones gubernamentales, lo que disminuye su deseo de regresar cuando estudian en otros países.
Una encuesta de Randstad reveló que siete de cada 10 mexicanos están dispuestos a mudarse a otro país para encontrar mejores oportunidades de desarrollo profesional.
Pero el problema podría comenzar desde mucho antes. La identificación temprana de talentos excepcionales, como el de la pequeña de Matamoros que tuvo el puntaje más alto en la prueba ENLACE 2012, Paloma Noyola, deja mucho que desear.
Estos pequeños “genios” continúan sus estudios en condiciones deficientes, con escasos apoyos a mediano o largo plazo, lo que obstruye su potencial y podría aminorar su desarrollo intelectual.
Incluso Sergio Iván Juárez Correa, el profesor de Paloma que consiguió incrementar significativamente los puntajes de sus estudiantes a través de un revolucionario método educativo, recibió por sus logros poco más que una computadora de escritorio y una impresora. Y ni siquiera se ha propuesto la práctica de su técnica de forma generalizada.
Algunos países que superan a México en el ranking de fuga de cerebros son China, Filipinas e India, que tienen más de un millón de migrantes con estudios superiores.
Paloma Noyola: Ser o no ser (Steve Jobs)
Paloma ganó el primer lugar en la sección de matemáticas de la prueba ENLACE 2012 y fue calificada por la revista Wired como “la próxima Steve Jobs”.
Matamoros otorgó sus primeras becas de excelencia gracias a ella y algunos de sus compañeros. Según Leticia Salazar, alcaldesa del municipio, el fin es que continúen preparándose y dando buenos resultados. El apoyo es de 700 pesos mensuales.
Los últimos informes al respecto indicaron que becas ofrecidas por el gobierno federal y el de Tamaulipas no habían sido entregadas.
JetMars: A Marte, pero desde EU
Tienen solo 12, 13 y 14 años pero su talento ha sido reconocido y premiado por la NASA, después de ganar segundo lugar en el International Air and Space Program 2013.
Héctor Nieto, Rafael Ruiz y José Antonio Galicia representaron a México con el Hubble M-3, un robot capaz de mover y levantar rocas para limpiar la superficie del Planeta Rojo.
Como parte de su premio, el próximo año volverán a participar en el concurso, con el viaje “becado” por la agencia espacial estadounidense.
Los niños Triquis:
¿Para qué quiero zapatos si tengo talento?
Este equipo de basquetbol, formado por niños de una comunidad indígena al oeste de Oaxaca, ganó todos sus partidos en el Festival Internacional de Minibasquetbol en Argentina.
Muchos de sus miembros juegan descalzos porque así aprendieron, pues sus comunidades están muy marginadas.
La Comisión del Deporte del Gobierno de Oaxaca les da apoyo con 66 pesos al mes, tenis y uniformes, además de mil 500 pesos mensuales para sus entrenadores. Para recibirlo deben cumplir tres requisitos: conservar un promedio superior a 8.5, hablar su lengua natal (indígena) y apoyar en las tareas de sus hogares.
El presidente Enrique Peña Nieto los felicitó a través de su cuenta de Twitter, llamándolos “un orgullo para los mexicanos”, y nada más.
Mientras tanto en Estados Unidos…
Quin Etnyre tiene 13 años y ha sido profesor invitado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), una de las mejores universidades del mundo.
Sus padres reconocen que no tenían idea de que su hijo estuviera haciendo algo importante, hasta que un día, como regalo de cumpleaños, lo llevaron a una clase de tecnología, en donde adultos, ingenieros en su mayoría, expresaron su admiración por sus creaciones.
Entre sus inventos están el FussBot (un robot que desempolva superficies y detecta cuando hay una pared para evitarla) y la GasCap, que utiliza un sensor (que se coloca en el bolsillo trasero del pantalón) para medir la cantidad de metano de los gases emitidos por la persona, y según la intensidad prende cierto número de focos LED en una gorra, para anunciar qué tan intensa fue la hazaña.
Este último proyecto prueba un importante punto: Quin sigue siendo un niño. A pesar de su increíble capacidad para captar la atención de una clase, y que sus conocimientos superan por mucho al de otros niños de su edad, sus intereses van más allá de sus creativos robots… y el apoyo ya lo tiene.
