La forma del rostro es una de las señales visuales que seguramente muchos han llegado a tomar como referencia para juzgar a otros en términos de personalidad y/o inteligencia.
Incluso evidencia científica que respalda este tipo de patrón. El año pasado, un estudio realizado por la Universidad de Charles, en Praga, demostró que los hombres y mujeres con cara redonda, mentones amplios y bocas grandes fueron percibidos como personas más confiables que quienes tenían rostros más angulares, bocas estrechas y mentones largos.
Y un estudio encabezado por la misma institución, y cuyos resultados fueron publicados en PLoS ONE, revela que los hombres –pero no las mujeres– con rostros alargados y con una amplia distancia entre los ojos y un ligero aumento en las esquinas de la boca, así como barbilla menos redonda y más puntiaguda son percibidos como personas mayor coeficiente intelectual (CI).
Los rostros con las características contrarias fueron percibidos como menos inteligentes. Pero tanto en hombres como en mujeres, los investigadores no encontraron una “correlación entre los rasgos morfológicos y la verdadera inteligencia medida con una prueba de CI”, señala el estudio.
Para determinar cuáles son los rasgos faciales asociados con la percepción de inteligencia, los expertos utilizaron una herramienta de análisis morfológico digital conocida morfometría geométrica.
Y para poner a prueba la relación entre el CI, la inteligencia percibida y la figura del rostro, los participantes, de ambos sexos, evaluaron 40 fotografías de hombres y 40 de mujeres.
Otro hallazgo fueron dos factores de la inteligencia general que se asociaron a la percepción de CI de los rostros masculinos: la “inteligencia fluida”, o “la capacidad de solucionar problemas de forma lógica, independientemente de conocimientos adquiridos”.