Es básico cuidar la salud, es básico ver por el bien común, es básico ser cordial con el otro en las calles, pero pareciera que crear conciencia en las personas y en instancias gubernamentales para el cuidado del planeta es una actividad muy lejana a formar parte de la formación tradicional.
Enseñar desde la naturaleza se podría convertir en un recurso educativo y por ello se necesitan tomar medidas que exijan el cuidado y respeto de los recursos naturales, la flora y la fauna, así como los ecosistemas más dañados, entre ellos el que conforman los tan dañados océanos del mundo.
Y es que como dice la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, hemos llegado a un punto en la historia de la humanidad en el que debemos configurar nuestras acciones a nivel internacional con más prudencia y cuidado, “a través de la ignorancia o la indiferencia, podemos causar un daño masivo e irreversible al medio ambiente terrenal del que dependen nuestra vida y nuestro bienestar. Por el contrario, a través de un conocimiento más completo y una acción más sabia, podemos lograr para nosotros y nuestra posteridad una vida mejor en un ambiente más acorde con las necesidades y esperanzas humanas”.
Y, a pesar de que México no es de los países de mayor compromiso y objetivo medioambiental, cada vez son más las acciones que emprende para el rescate del planeta.
Entre ellas están la propuesta de la diputada federal Susana Corella Platt, quien presentó una iniciativa para reformar la Ley General de Educación para así buscar la preservación, el respeto y las soluciones viables y ecológicas a nivel nacional.
Corella resalta que también México debe ser partícipe de alternativas como el Programa Internacional de Educación Ambiental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Sobre todo si se toma en cuenta que la República Mexicana es de las 17 naciones que –en términos globales– albergan al 75 por ciento de la flora y fauna terrestre que se conocen en el globo terráqueo.
Y si se destaca que en el país, las afectaciones, el agotamiento de recursos y la degradación ambiental –en 2016– fueron equivalentes a 4.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Esto quiere decir que la sociedad mexicana tuvo que invertir 4.6 por ciento del PIB en remediar, restituir y hasta prevenir los problemas que atentan contra los recursos naturales y el bienestar del medio ambiente.
Todos por el planeta
Apoya al IDEA:
bit.ly/IdeaNat
Educación y hábitos
Para poder hacer del cuidado y el respeto al medio ambiente un hábito es imprescindible primero educarnos e informarnos sobre los alcances de las iniciativas “verdes”, así como de las medidas de prevención para evitar que sigan los atentados contra el planeta.
Por ello, a partir de 1972, la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente estableció que cada 26 de enero se celebre el Día Mundial de la Educación Ambiental.
En dicho evento, que se llevó a cabo en junio de 1972, “se delineó la necesidad de criterios y principios comunes para ofrecer a los pueblos del mundo inspiración y orientación para preservar y mejorar el medio ambiente”, tal como lo puntualiza el International Dialogue for Environmental Action (IDEA), el cual describe a la educación medioambiental como “un proceso dinámico y participativo que busca despertar en las personas una conciencia que permita identificar los problemas ambientales tanto a nivel general (global) como a nivel específico (entorno donde habita).
A su vez, este proceso busca identificar las relaciones e independencia de las interacciones que suceden entre el ambiente y el ser humano, “y también se preocupa por promover una relación armoniosa entre las actividades naturales y humanas a través del desarrollo sostenible, todo con la garantía de la sostenibilidad y calidad de las generaciones actuales y futuras”, las cuales tendrán que afectar las consecuencias de las amenazas a ecosistemas que hoy ya representan un problema internacional.
La Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente puntualiza que la protección y la mejora del medio ambiente humano “es un problema importante que afecta el bienestar de los pueblos y el desarrollo económico en todo el mundo; es el deseo urgente de los pueblos de todo el mundo y el deber de todos los gobiernos”.