Cuestionar el espacio público
La exposición ‘Monumentos, anti-monumentos y nueva escultura pública’, en el Museo Universitario del Chopo, busca que las efigies y bustos en plazas y calles de México representen a una nación inconforme con sus gobernantes
Hidalgo NeiraA partir del 7 de marzo de este año Wall Street no sería la misma cuando la figura de una niña se impuso frente al “Toro Embistiendo” de bronce. La estatua del mismo metal titulada “Fearless girl” (Niña sin miedo, en español) llegó retando al inmenso cuadrúpedo, ambos inamovibles pero con un significado importante para los neoyorquinos.
La discusión no se hizo llegar, entre quienes defienden tanto la postura de la infante que observa al toro sin miedo para lograr la equidad salarial de género en la Unión Americana, a quienes piden que se remueva del lugar a la infante de bronce porque le quita mérito al bovino iracundo.
Al día de hoy la “Niña sin miedo” pasó de sólo estar una semana a tener un permiso de un año para seguir mirando al toro y causar un precedente en la ciudad. Esto se logró gracias al involucramiento de los ciudadanos en el espacio público.
“En cambio nosotros, se construye una nueva escultura de Sebastián y pues… hacemos memes, que hay memes en la exposición por cierto”, comenta del polémico “Guerrero Chimalli” de 60 metros de altura inaugurado en diciembre pasado en Chimalhuacán, Estado de México, la curadora del Museo Universitario del Chopo Itzel Vargas, en entrevista para Reporte Indigo.
Con la exhibición “Monumentos, anti-monumentos y nueva escultura pública” se busca ser insurrectos, provocar y cuestionar al Estado mexicano de si el uso de las esculturas en espacios públicos es el que realmente quieren sus habitantes, para que los ciudadanos se integren a la decisión del uso y aplicación del arte en la urbanidad.
“Ojalá que esto genere la pregunta en nosotros como sociedad de si vamos a seguir permitiendo que simplemente el dinero del Estado sea invertido en algo que no tiene absolutamente nada que ver conmigo, que no me representa, que tal vez hasta me incomoda”, argumenta de la exposición que ya se encuentra en el museo.
Retomando la historia
La exhibición de 57 obras se logró gracias a una colaboración con el Mus eo de Arte de Zapopan, las cuales fueron hechas por 35 artistas provenientes de México, Brasil, Suecia, Argentina, Perú, Puerto Rico, Guatemala y más partes del globo terráqueo.
El montaje está dividido en tres secciones, la primera de ellas es un recuento fotográfico de los artistas Helen Escobedo y Paolo Gori, en el que capturaron monumentos de distintas partes de México en la década de 1980.
“También está la sección de ‘La Ruta de la Amistad’, que es el proyecto cultural como más emblemático que toca este tema de las olimpiadas del 68 con esculturas abstractas, permanentes, internacionales y que lo callaron en el olvido”, recuerda Vargas.
El recorrido se cierra con obras contemporáneas que invitan a la reflexión de la importancia de cómo la propaganda política ha estado inmersa en las esculturas públicas y estas minimizan las tragedias históricas.
Creatividad con humor
También en la muestra se busca el lado satírico de lo ocurrido con piezas urbanas, tal es el caso de la intervención de Luis Miguel Suro que le hizo a la Minerva en Guadalajara en 2004, cuando le puso un yeso a la escultura debido a que por falta de mantenimiento se “fracturó” el brazo.
“Por un lado pidiendo atención hacia el Estado, en donde muchas de las esculturas ‘envejecen’ y por otro lado se está colocando un acento o más bien un signo de interrogación ¿por qué habría una Minerva o qué tiene que ver Minerva con la historia de Guadalajara?”.