Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica. Exposición revela al hombre de carne y hueso

La muestra en el Museo del Templo Mayor revela aspectos poco conocidos del origen y la infancia del gobernante, a 500 años de su muerte. Incluye dos lápidas con relieves de águilas halladas recientemente
Abida Ventura Abida Ventura Publicado el
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El Museo del Templo Mayor abrió ayer la exposición Cuauhtémoc. Historia y memoria, que a través de 30 piezas y distintos recursos gráficos reconstruye la vida del último tlatoani mexica, a 500 años de su muerte, registrada el 28 de febrero de 1925

La muestra, que incluye dos lápidas inéditas con relieves de águilas reales halladas recientemente en lo que fue el piso del recinto sagrado de Tenochtitlan,  ofrece también un acercamiento a la manera en que ese hombre de carne y hueso se fue transformando en mito. 

Este joven, hijo de Ahuizotl y de una princesa tlatelolca, que vivió entre 1496 y 1525 y lideró la última resistencia mexica contra los españoles, pasó a ser uno de los grandes símbolos de identidad nacional en el siglo XIX, cuando las fuerzas insurgentes empiezan a establecer “una especie de cordón umbilical con aquel México indígena”,  refiere en entrevista con Reporte Índigo el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, curador de la muestra.

“En el momento en que en 1821 triunfan las fuerzas insurgentes sobre las virreinales, de inmediato se dan a la tarea de fincar las bases de un país que está resurgiendo y tratan de encontrar símbolos que identifiquen a esta nueva nación”, explica. 

Exhibe hallazgos recientes

Entre las piezas que se presentan por primera vez al público están  las dos lápidas de unos 50 centímetros con relieves de águilas reales halladas recientemente por el Proyecto Templo Mayor, que dirige el arqueólogo Leonardo López Luján:  

 “Son unas lápidas que estaban en el piso del recinto sagrado y que fueron levantadas exclusivamente para esta exposición” explica Patricia Ledesma, quien además asegura que estas piezas, junto a otros objetos vinculados a águilas reales, se exponen para dar cuenta de la etimología del nombre Cuauhtémoc, que significa “el que desciende como águila”.

Cuauhtémoc, junto al  emblema de Tenochtitlan, el águila parada sobre el nopal, que pasa a convertirse en el escudo mexicano, entra en el imaginario nacional como el héroe que resistió la invasión española.

“¿Por qué toman estos símbolos? porque, en la historia, los mexicas habían sido el pueblo que se había opuesto a los españoles, igual que los insurgentes lo habían hecho. Toman el símbolo de Tenochtitlan y a Cuauhtémoc, que era el último tlatoani que había defendido las ciudades de Tenochtitlán y Tlatelolco. Empieza a cobrar  importancia por esa oposición que tuvo a los españoles, igual que los insurgentes”, explica el investigador del INAH y Premio Princesa de Asturias 2022.

¿Cómo fue la infancia de Cuauhtémoc? 

Además de echar un vistazo a la manera en que este gobernante mexica se convierte en héroe nacional,  esta muestra que tomó 3 años de preparación dará cuenta de algunos aspectos poco conocidos sobre el origen de Cuauhtémoc, su árbol genealógico, su infancia y educación, antes de convertirse en tlatoani mexica, a los 25 años. 

“Por ejemplo, él se queda huérfano muy chiquito. Ha de haber tenido dos o cuatro años cuando queda huérfano. También la fecha de su nacimiento no la tenemos clara, no quedan registros de eso. Lo hemos calculado de acuerdo a lo que dicen Cortés, Bernal y otras personas que sí lo conocieron”, comenta por su parte Patricia Ledesma, directora del Museo del Templo Mayor.   

Ledesma agrega que armar esta exposición ha sido particularmente desafiante porque existen pocas evidencias arqueológicas o históricas sobre su vida.

“Aunque es un personaje histórico que muchos queremos y tenemos en nuestro corazón, no había tantas piezas que nos pudieran referir a su vida y tiene que ver con que le tocó uno de los periodos más críticos de la historia de nuestro país, que fue la Conquista. Si llegó a haber registros arqueológicos sobre su vida, se destruyeron en esos primeros años de la Nueva España”, clara.

Por eso, dice, se decidió hacer una exposición “evocativa”, con la curaduría de cinco especialistas del INAH  y de la UNAM. 

La exposición, que se podrá ver  hasta abril de 2025, también cuenta con la curaduría de Antonio Saborit, Salvador Rueda Smithers, Miguel Pastrana y María Castañeda de la Paz. 

En ese recorrido por la vida del tlatoani también se hace referencia a su captura el 13 de agosto de 1521, al tormento al que fue sometido por los españoles, su viaje a Las Hibueras como prisionero de Hernán Cortés y su muerte, el 28 de febrero de 1525, en los territorios actuales de Tabasco

Ahí se hace referencia también al supuesto hallazgo de sus restos en una iglesia en Guerrero, en una exploración liderada por la arqueóloga Eulalia Guzmán en 1949. Una  investigación que ha sido desechada por no contar con suficientes pruebas científicas. 

“Sí lo mencionamos, por supuesto, porque es una parte importante de la historia del país, pero también reconocemos que científicamente no hay manera de avalar que estos restos sean de Cuauhtémoc. Y esto nos demuestra que los seres humanos y la historia somos muy efímeros”, apunta Ledesma. 

Rumbo a los 500 años de su muerte

Eduardo Matos Moctezuma dice que esta exposición forma parte de la serie de actividades que han estado realizando para conmemorar los cinco siglos de la muerte de Cuauhtémoc y la trascendencia de su figura en la historia.

¿Y cuál considera que ha sido el mayor legado de Cuauhtémoc?”, se le pregunta al arqueólogo: 

“Hay algo que resalta cuando él se hace cargo del mando en esa circunstancias adversas. Ser un tlatoani implicaba una responsabilidad enorme. Él va a actuar defendiendo a su ciudad, a su pueblo, indiscutiblemente, eso se ve; inclusive Cortés lo conmina a rendirse y él no quiere. Para el mexica pues es su gobernante, su líder, que va a actuar hasta el último momento, con enorme dignidad”, comparte. 

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