Para sentirse agobiado físicamente no es necesario cargar las cajas de mudanza, subir escaleras interminables o correr un maratón. Basta con guardar secretos (importantes), personales o ajenos.
Pero no solo “guardamos” los secretos como si nuestra única responsabilidad fuese la de servir de repositorio de documentos. También “cargamos” los secretos y no somos inmunes a su peso.
Así lo demuestra un estudio publicado por el Journal of Experimental Psychology realizado en la Universidad de Tufts. A través de una serie de experimentos, evaluó el comportamiento de individuos con una “carga” de secretos de importancia, como la infidelidad y orientación sexual. En uno de los experimentos, se les solicitó a un grupo de participantes que escribieran, sin entrar en detalles, sobre alguno de sus secretos. Después, se les presentó la imagen de una cuesta para que dieran sus estimaciones respecto a su nivel de inclinación.
Con el conocimiento de que el esfuerzo para subir una cuesta es mayor cuando se lleva alguna carga física, también podría serlo si “cargamos” un secreto: en la prueba se encontró que aquellos con secretos de mayor importancia percibieron la cuesta más inclinada que aquellos que guardaban secretos “menores”.
Más adelante, se invitó a un grupo de participantes “portadores” de secretos de peso: recién se habían involucrado en actos de infidelidad.
En un inicio se les hicieron preguntas que apuntaban a conocer qué tanto les afectaba el hecho de haber sido infieles, y qué tanto su secreto “les quitaba el sueño”, por así decirlo.
Posteriormente se les solicitó que evaluaran, en una escala del 1 al 7, qué tanto esfuerzo y energía requería la realización de seis tareas, que iban desde hacer donaciones y dar direcciones (no físicas) hasta pasear la mascota y subir las escaleras con bolsas de alimentos (físicas), por ejemplo.
¿El resultado? Quienes más pensaban en sus actos de infidelidad, consideraban que se requería de mayor esfuerzo y energía para llevar a cabo las tareas físicas.
Entre más agobiante era el secreto, mayor el pesar con el que se percibían las actividades cotidianas.
El “portador” de un gran secreto es menos probable que esté dispuesto a apoyar a otros con tareas físicas, según se encontró en un último experimento con individuos homosexuales que ocultaban su orientación sexual.
Estudios posteriores han revelado que ocultar pensamientos y sentimientos en torno a experiencias traumáticas y estigmas, tiene implicaciones en la salud física y mental.
Este es un hallazgo más que deja en segundo plano la (posible) inocencia de las “mentiras piadosas”, para mostrarnos el lado oscuro de ser un “portador” de secretos.
Secreto que no guardamos (PDF)
Entérate por completo: http://bit.ly/H472I8