Leonard Cohen: el sanador de Francia

El poeta sin éxito al que solo le hacía falta una guitarra y seis acordes
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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A más de 5 mil kilómetros de distancia, un judío canadiense se apropió de un himno de la resistencia civil en Francia durante la Segunda Guerra Mundial y cantó en cadena nacional como si hubiera sido uno de aquellos soldados que perdieron esposa e hijos.

Su nombre, era Leonard Cohen, un poeta sin éxito y decepcionado de la escritura que comenzaba a saborear los éxitos y fama de su nueva carrera como cantautor.

Sin escenografía, con ninguna otra arma más que guitarra y micrófono, Cohen comenzó arpegiando, su mano y las cuerdas eran ritmo, bajo, melodía y advertencia.

Cohen el músico, tocaba aquellos seis acordes que le enseñó un guitarrista español en Montreal y en los que se basan todas sus canciones como sonidos de metralla. Cuando fue premiado con el premio Príncipe de Asturias reveló que a aquel guitarrista flamenco que se suicidó después de la tercer clase y no volvió a ver, le debe toda su obra.

Durante la canción, narra en primer persona las vivencias de un ciudadano francés quien se negó a rendir cuando el ejercito alemán acaba de cruzar la frontera y comenzaba a invadir su país. El perseguido había perdido a su esposa e hijos y cambiado su nombre para sobrevivir.

Conforme los soldados se acercan el ritmo de la canción aumenta y la fuerza de la palabra arrecia.

El rostro de Cohen es de dolor, de sufrimiento, siente y vive cada palabra que dice, se le ve con la mirada perdida teniendo una experiencia estética. Sin ser francés, es ya parte de la resistencia.

En 1969, 25 años después de la Ocupación de Francia por las Fuerzas del Eje tuvo que llegar un poeta canadiense para curar con su música las heridas de miles de perseguidos durante la Gran Guerra.

En la segunda parte de la canción, Cohen canta al pueblo en su propio idioma y les recuerda a los franceses de antes y del momento que la libertad pronto llegará.

Al final no hubo aplausos, solamente un largo y profundo suspiro, Francia se acababa de curar de una lacerante y dolorosa herida.

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