Crónica de un árbol de Navidad en la CDMX

Ver un árbol de Navidad da felicidad y representa uno de los mayores símbolos de esta época, pero no todas las personas saben cuántos tipos hay
David Martínez David Martínez Publicado el
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Año con año adornan las casas de las familias mexicanas y brindan felicidad para millones de habitantes de la Ciudad de México (CDMX), se trata de los árboles naturales de Navidad que, con su esencia, impregnan el aroma de la fecha.

Sin embargo, de dónde vienen; cuánto tiempo deben de estar en crecimiento; y más importante, qué pasa con los que no tienen la fortuna de estar en un hogar después de que pasan las fiestas decembrinas, no es conocido por todos.

Uno de los lugares más emblemáticos para encontrarlos, es el Mercado de Jamaica, localizado en la alcaldía Venustiano Carranza, donde a lo largo del año lo más común es comprar flores y arreglos, pero en diciembre las calles que lo rodean se pintan de color verde, con algunos brillos destellantes de las piñatas.

Ríos de personas pasan desde finales del mes de noviembre para ver los árboles de Navidad y buscan la opción que mejor se ajuste a sus necesidades.

Ignacio Hernández es una de las decenas de personas que ofertan árboles de Navidad y afirma que este año, la venta ha estado más movida que en años pasados, y aclara que, desde el 14 de diciembre, los precios de los árboles empiezan a bajar.

“Un árbol Norman, te cuesta hasta mil 800 a principios de diciembre, ya ahorita lo estamos dando en mil, porque se acerca más la fecha y la gente ya viene menos, pero todavía hasta el mismo 24 vienen por él”, comenta.

Las manos de Ignacio están resecas, pintadas de verde y ofrece una rama del pino que enseña a sus clientes.

Hernández explica que el árbol Norman es el más raro de encontrar, pero tiene cualidades que lo hacen único. “Huele a naranja y cuando le da el sol, le brillan sus hojas”, agrega.

Sin embargo, más pedido y popular que el Norman, son el Noble Canadiense y el Douglas. El Noble Canadiense, también conocido como Pino Canadiense, tiene hojas onduladas y su olor es crítico, el típico pino.

Ignacio comenta que muchas personas buscan el Noble porque es más resistente que el Douglas y menos delicado que el Norman, por lo que es la opción más adecuada para quienes quieren adornar su árbol con muchas esferas y luces.

Y, ¿de dónde vienen? La respuesta varía dependiendo del puesto, pero la mayoría de los que se venden en la capital vienen del bosque del Ajusco en la alcaldía Tlalpan y del Estado de México.

“Hay muchos árboles para vender, lo hacen en varios lados, pero aquí son más de la ciudad y el Estado, porque si vinieran de más lejos, no duran tanto”, comenta.

¿Cómo cuidar tu árbol?

Aunque la creencia puede ser que después de comprar tu árbol, lo único que debes hacer es adornarlo con esferas y ponerle luces, si lo que se busca es que duren más, entonces hay que seguir ciertas recomendaciones.

Celia vende árboles de navidad afuera del Mercado de Jamaica, en la parte que está frente a la zona de comida, donde principalmente se venden huaraches, caldos y antojitos mexicanos.

Aunque el olor a antojitos es fuerte, el aroma de los pinos lo supera e impregna frescura. La mujer comenta que, en el caso del Douglas, no se debe podar, porque sus puntas son muy importantes para que siga conservando la humedad.

“Si se pone en un lugar donde hay sol y le da el aire, puede aguantar hasta febrero, por lo regular, duran un mes y medio después de que se cortan”, detalla.

Además de lo anterior, Celia sostiene que, si se moja un trapo y se coloca en la base del pino, puede mantenerlo más fresco. La vendedora asegura que ella los comercializa y otros integrantes de su familia, son los que se dedican a producirlos.

“Es un proceso de muchos años, el Douglas crece 30 centímetros por año y el Noble Canadiense, 10 centímetros por año”, aclara.

En consecuencia, un árbol Douglas tarda hasta seis años en crecer para poder alcanzar una altura de 1.80 centímetros. “No trabajamos el Norman porque es muy difícil, necesita mucho cuidado y más tiempo”, comenta.

¿Qué pasa con los que no se venden?

La mujer cuenta que, aunque la temporada navideña siempre es buena y la mayoría de los árboles se venden, muchos se quedan rezagados.

“Más o menos, es un cinco o 10 por ciento de los árboles que no se venden, siempre se trata de venderlos todos, hasta luego bajamos de precio para que se pueda vender y ganarle”, afirma.

Entonces, Celia indica que los árboles que no se venden se convierten en composta para sembrar más para otros años. Sin embargo, comenta, otra forma de aprovechar los árboles es hacer leña con los troncos.

La mujer cuenta que otros vendedores y productores guardan el Noble Canadiense seco, pintan sus hojas y estos se comercializan como árboles de Navidad de colores al otro año.

“Ya depende de cada persona, de cada negocio, una opción es esa, que se seque el noble y después pintarle las hojas, porque no se le caen y ya venderlo, no nos gusta eso porque preferimos que sean frescos”, puntualiza.

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