Crítica Un día lluvioso en NY; ¿una respuesta de Woody Allen al movimiento feminista #MeToo?

ALERTA: Esta crítica de Un día lluvioso en Nueva York plantea una cuestión al director sobre el movimiento feminista y NO CONTIENE SPOILERS
Carlos Ramírez Carlos Ramírez Publicado el
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A principios de 2018, la actriz francesa Catherine Deneuve denunció al movimiento feminista #MeToo por convertirse, en ocasiones, en una caza de brujas sin fundamento, circunstancia que alcanzó al cineasta Woody Allen.

Acusado de haber abusado sexualmente de su hija Dylan Farrow cuando esta tenía 7 años, el cineasta neoyorquino quedó señalado como eterno sospechoso y sus nuevas películas han sobrellevado obstáculos debido a las acusaciones.

Con A rainy day in New York, Woody Allen parece responder al movimiento feminista #MeToo acerca de otra de las quejas de Denueve y del cineasta nominado al Oscar: las mujeres utilizan la seducción para obtener algo.

¿DE QUÉ VA?

Gatsby Welles y Ashleight Enright son novios que rondan los veinte y, al mismo tiempo, parecen vivir fuera de esta era. No utilizan WhatsApp ni Facebook, pero sí gustan de lo bohemio, como Woody Allen.

Él adora tocar canciones de Erroll Garner en el piano y la belleza de Nueva York. Ella está enamorada de cineastas europeos como Renoir y De Sica.

Cuando ambos visitan, inesperadamente, Nueva York por una entrevista que hará Ashleight a un cineasta reconocido, la separación física que experimentarán revelará la naturaleza de su noviazgo y, de paso, nos devolverá al Woody Allen de Medianoche en París (2011).

LO BUENO: EL ESTILO ROMÁNTICO

Si pudiéramos destacar algo de Woody Allen sería su estilo romántico que expresa en cada una de sus obras en multiformas, pero siempre aderezadas por su humor ácido y, a veces, negro.

En A rainy day in New York esta característica resalta en sobremanera y nos recuerda, casi siempre, a una de sus películas más conocidas: Medianoche en París.

Así como en aquella cinta, aquí el protagonista es un perdido enamorado del amor a las nostalgia y a las calles de una ciudad que, cada vez, es de todos.

Si en la otra película era París, aquí será Nueva York y sus laberintos de concretos. Si en el otro filme el protagonista adoraba la lluvia aquí también, por lo bohemio del asunto.

Tanto en una como en la otra, ambos protagonistas sufren del amor no correspondido en medio de la lluvia que baja por edificios y calles, que se escurre sobre cafés y museos y que pinta de otro color los hoteles y el zoológico.

Así, Gatsby Welles es un joven Woody Allen, quien tiene una novia que utiliza el coqueteo sutil para obtener información y primicias; que no teme irse con hombres desconocidos a sus casas porque está consciente del flirteo.

Se trata de un argumento totalmente legítimo y que se aleja del moralismo y que, más bien, apunta hacia la libertad sexual de la mujer que, lamentablemente, choca con el romanticismo del joven Gatsby Welles.

Los eventos en los que Ashleight coquetea con hombres de varios años de diferencia y engaña a su novio, Gatsby, no son pocos. De hecho, y teniendo la suerte de separar la obra del autor, nos percatamos que la chica está totalmente desentendida de su novio, quien, al contrario de ella, siempre demuestra su lealtad.

Ashleight está dispuesta a coquetear para sacar provecho y obtener la última primicia del director Roland Pollard, a quien entrevista de último momento y casualmente.

Por ello, esta cinta pareciera ser una respuesta o un guiño al movimiento feminista #MeToo, al cual Woody Allen ha ofrecido su apoyo, pero también se ha desantendido a causa de las múltiples acusaciones.

Este conflicto llega a intensificarse con la aparición de una joven sonriente, de ojos seductores y labios gruesos, totalmente distinta a Ashleight en su apariencia: Shannon.

El amor y el arte en Nueva York se expresan, además, en chistes de humor negro con referencias al judaísmo y a otras cintas y artistas relacionadas con la Ciudad de la Luz.

LO MALO: LO REPETITIVO Y LAS ACTUACIONES

Sin embargo, A rainy day in New York no deja de ser una película más de Woody Allen que está opacada por ser una más del catálogo y que no ofrece, en realidad, algo nuevo.

La historia, como siempre, conduce a lo predecible y gira, una y otra vez, en las reflexiones intelectuales de un hombre que se está descubriendo a sí mismo.

Los personajes, en consecuencia, que rodean al protagonista no tienen mucha personalidad propia y parecen depender de Gatsby Welles en muchas de las escenas.

Las actuaciones tampoco sobresalen ya que, como tal, la personalidad de los roles no es compleja sino cómica y relajada, sin tanto drama y mucha ironía.

Por lo que la cinta llega a ser un deleite para los fans de Woody Allen, pero un martirio para sus detractores como el movimiento feminista. Mientras que para los neutrales es una simple y llana historia de amor llena de arte.

RECOMENDACIÓN: 4 ESTRELLAS DE 5 (BUENA)

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