Crean material capaz de sustituir tejidos blandos

El desarrollo representa un importante avance en el tratamiento de lesiones en estas zonas, un reto que se presenta con frecuencia en el ámbito clínico
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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Un grupo de cirujanos plásticos y de científicos especializados elaboró un material sintético sustitutivo de los tejidos blandos, con buena tolerabilidad y capaz de promover la vascularización y la regeneración de dichas zonas.

El material conserva su forma, sin ser muy denso, lo que supone una ventaja ante los que se utilizan de relleno actualmente, los cuales son muy blandos o no tienen la porosidad necesaria para que las células penetren y empiecen a regenerar el tejido.

“Como cirujano plástico atiendo diariamente a pacientes que, tras la ablación de tumores, traumatismos u otras enfermedades, presentan detrimento de los tejidos blandos, tales como la piel, el tejido adiposo y el tejido muscular. Las alternativas de reconstrucción con las que contamos actualmente se limitan a los implantes, que son propensos a fibrosis, y a los tejidos autólogos, que pueden cambiar de forma con el tiempo y producir deformidad en el tejido”, explica el doctor Sashank Reddy, catedrático de la Universidad Johns Hopkins.

De acuerdo con el doctor Justin Sacks, vicepresidente de operaciones clínicas de la misma universidad, la naturaleza no es partidaria de los espacios vacíos, por lo que los tejidos blandos lesionados tienden a contraerse, deformarse y llenarse de tejido cicatricial. A fin de reparar dichos defectos, los médicos trasplantan tejido graso de un lugar del cuerpo al lugar lesionado mediante injertos de grasa; sin embargo, esta técnica no siempre es favorable

El objetivo de los expertos era elaborar un material que les permitiera reconstruir los tejidos blandos mediante cirugías menos traumáticas y así curar a los pacientes lesionados sin necesidad de intervenirlos.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que el material debía ser biocompatible e inocuo, por lo que realizaron experimentos con un material conocido como hidrogel, a base de ácido hialurónico, una sustancia que se encuentra de forma natural en la matriz extracelular.

Para un correcto funcionamiento, el compuesto debía asemejarse estructuralmente al tejido adyacente a la zona donde sería inyectado, pero debía tener la porosidad necesaria para permitir la infiltración de células. Tras manipular el compuesto, descubrieron que las células no sólo habían penetrado, sino que formaron redes que parecían vasos sanguíneos.

“Para el ingeniero, lo habitual es inventar cosas y luego intentar que las personas las usen. En este caso, la necesidad había surgido directamente de los pacientes y los cirujanos, por lo que había que lanzarse a encontrar una solución y llevarla al ámbito clínico”, concluyen.

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