La televisión llegó a revolucionar el entretenimiento social; y así como el ser humano fue desarrollándose con el tiempo, ésta lo hizo a la par, comenzando a presentar diferentes formatos que siguen envolviendo al televidente.
Las telenovelas, que se apoderaron de la televisión durante el siglo pasado e inicios del actual, dejaron de tener su popularidad habitual, porque la gente comenzó a enfrentar otros problemas sociales, económicos y políticos, haciendo que se desfamiliarizaran de ellas.
La popularidad de las series y telenovelas que comenzaron a manejar los temas de violencia en el país fue tal que, incluso, algunos de los proyectos que surgieron recibieron premios a nivel nacional e internacional.
El señor de los cielos (2013), serie que retrató la vida del mexicano Amado Carrillo en el mundo del narcotráfico, a un año de su estreno en televisión ganó un Emmy Internacional al mejor programa en idioma extranjero en Estados Unidos. Este proyecto llegó a realizar seis temporadas más con aproximadamente otras 50 nominaciones.
En 2017, la serie Narcos (2015), de Netflix, que reflejó la lucha del narcotráfico en Colombia durante los años 90, recibió el Premio Fénix a Ensamble Actoral de Serie. Este material incluso expuso la vida de algunos narcotraficantes en México.
Actualmente, la serie más popular del país en Netflix es Monarca (2019), donde se le narra al público la vida de la familia Carranza, dueña de una tequilera en Tequila, Jalisco, y de múltiples hoteles en todo el país. La muerte y el crimen organizado son sus temas medulares.
“Estas series comenzaron a ser atractivas porque reflejan una vida de lujos, de placer y de comodidades, y para la gente que vive en condiciones económicas diferentes o poco beneficiadas, esto se convierte en todo un espectáculo”, dice el académico de la UNAM.
El psicólogo Emiliano Villavicencio Trejo, jefe de Posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle, explica que el éxito de estas series y telenovelas con temática violenta se debe a que el ser humano busca, de manera natural, una perspectiva de muerte en su vida.
“Como seres humanos tenemos tendencias o pulsiones hacia la vida, pero también hacia la muerte. Éstas son dos fuerzas que nos acompañan siempre y que buscamos de manera cotidiana”, señala Villavicencio Trejo.
En entrevista, detalla que la gente busca estos temas de corrupción, de asesinatos y de asaltos por la pulsión de muerte que lleva consigo, “algunos lo llaman morbo, pero eso es muy ambiguo y general, creo que está mejor si entendemos que es parte de la naturaleza”.
Según García Aguirre, esta temática de entretenimiento está en su máximo punto de popularidad y, debido a ello, puede que su curva de descenso esté cerca, haciendo que la mayoría de la gente se comience a aburrir al ver siempre lo mismo. “Por lo pronto, seguirá con éxitos, haciendo ver a la muerte y a la sangre como un espectáculo más”, platica el académico.
Se apodera de la Televisión y de la vida cotidiana
Otra de las razones por las que este tipo de entretenimiento es uno de los más populares es que la vida cotidiana está llena de ello, es decir, diariamente se registran muertes, balaceras o se crea un nuevo grupo criminal.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en el estudio Los Derechos Humanos y la Corrupción en México (2017), entre el 85 y el 95 por ciento de la población considera que la policía es corrupta, mientras que entre el 55 y el 89 registra que la administración de justicia también lo es
Para el especialista en televisión Fernando García Aguirre, el que la gente comience a normalizar la violencia es parte fundamental del éxito de las series que manejan este tema, pues lo ven como parte esencial de su vida.
“Es bien sabido que en contextos más urbanizados, donde convergen diferentes orígenes culturales, como es la Ciudad de México, es natural que estemos más expuestos a este tipo de eventos violentos, que en comunidades pequeñas donde todos se conocen, pero que no dejaría de ser igual de violento”, argumenta por su parte el psicólogo Emiliano Villavicencio Trejo.