Por años se ha hablado de la asociación del vino con la salud cardíaca. Y seguramente conoces a más de una persona que está plenamente convencida de la idea de que el consumo moderado del vino reduce el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca y que eleva los niveles del colesterol “bueno” (HDL) en la sangre.
Pero la más reciente evidencia científica sobre el tema no respalda todo lo que se ha dicho.
El pasado fin de semana, durante el congreso anual de la Sociedad Europea de Cardiología, en Barcelona, España, Miloš Táborský, director de cardiología del Hospital de la Universidad Palacký, en Olomouc, República Checa, dio a conocer los resultados de un ensayo clínico, en el que llevaron un registro del efecto que el consumo del vino –tinto y blanco- produce en el organismo de las personas.
“Encontramos que el consumo moderado de vino solo protege (contra las enfermedades cardiovasculares) en las personas que se ejercitan (al menos dos veces por semana). El vino tinto y blanco produjeron los mismos resultados”.
En el estudio, participaron 146 personas con riesgo leve a moderado de enfermedad cardiovascular, y quienes a lo largo de un año bebieron vino tinto y blanco en cantidades moderadas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera un consumo moderado de 200 mililitros para las mujeres, y 300 mililitros para los hombres, un máximo de cinco veces a la semana, señala un comunicado.