Coppél-IA, la obra de Jean-Christophe Maillot que pone Inteligencia Artificial al ballet

El coreógrafo francés y  Les Ballets de Monte-Carlo trajeron al Cervantino esta pieza disruptiva que recrea un elegante universo futurista y reflexiona sobre las relaciones humanas en una época dominada por la tecnología
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El coreógrafo francés Jean-Christophe Maillot es considerado el maestro de la reinterpretación de los clásicos por sus disruptivas propuestas escénicas, un sacrilegio del que solo unos cuantos salen ilesos. Su más reciente creación para Les Ballets de Monte-Carlo, Coppél-IA, sólo reafirma que es un visionario y adelantado a su tiempo.

La obra, presentada este fin de semana en el 52 Festival Internacional Cervantino (FIC), tuvo su estreno mundial a finales de 2019 en Mónaco,  apenas unos meses antes del confinamiento  global  que limitó el contacto humano y que nos hizo más dependientes de la tecnología. Fue mucho, mucho antes del auge de Chat GPT y el nerviosismo que ha producido el posible impacto de la inteligencia artificial en nuestras vidas.

Ya desde entonces, el célebre director de Les Ballets de Monte-Carlo se preguntaba cómo sería un autómata hoy en día, en un mundo obsesionado por los cuerpos perfectos.  Coppélia,  el célebre ballet de Arthur Saint-Léon con música de Léo Delibes, era la plantilla perfecta para llevar a escena esta reflexión.

Les Ballets de Monte-Carlo fue fundado en 1985, a petición de la princesa Carolina de Mónaco, quien sigue siendo el principal soporte de la compañía

Maillot toma ese clásico del repertorio romántico y lo propulsó al siglo XXI en una pieza que cautiva por recrear un mundo futurista elegante, perfectamente cuidado.

La obra, en dos actos, deslumbra con su escenografía monocromática. Blanco en la primera parte; en oscuros después. Imposible no notar los guiños a las joyas cinematográficas de la ciencia ficción, como Metrópolis, incluso 2001: Odisea  del Espacio. 

Sobre esa escenografía, la muñeca de madera del clásico se transforma en un robot dotado de inteligencia artificial. Juliette Klein, la bailarina que da vida a la criatura tecnológica, Juliette Klein, logra dinámicos movimientos robóticos.

Una metáfora de las relaciones de pareja idealizadas

Coppelius, el científico enamorado de su criatura idealmente bella, transmite sus emociones con movimientos enérgicos.

Ahí aparecen también Franz y Swanilda, los jóvenes amantes cuyo amor se pone a prueba con la aparición de la autómata y el deseo de Franz por aspirar a una pareja perfecta. Una metáfora que lleva a pensar sobre la búsqueda de la pareja ideal en una sociedad tecnológicamente avanzada.

Coppélia siempre ha sido tratada de forma bastante simplista, a pesar de que se trata de un eterno problema humano: crear un ser ideal a imagen y semejanza de uno mismo, con la esperanza de, algún día, disfrutarlo”, dijo el coreógrafo en una entrevista durante  el estreno mundial de la obra.

En su versión, la muñeca no se dejará manipular totalmente por su creador y su emancipación da un giro más oscuro al final de la obra.

La compañía se presenta por tercera vez en el Cervantino. Antes, ofrecieron una versión contemporánea del Lago de los Cisnes

Los ecos de la IA en la música

A lo largo de la obra, la música de Delibes se fusiona con ritmos contemporáneos y, a ratos, resuena como en eco en Coppel-IA.

Para transformar esa música clásica, Maillot recurrió a su hermano, el compositor Bertrand Maillot, quien puso el toque contemporáneo y experimental a esa composición de finales del siglo XIX.  De hecho, la música es el único elemento de la obra que se sirve de la IA.

En el escenario, los bailarines  con un vestuario armonioso y elegante dejan claro que los autómatas están todavía lejos de reemplazarlos en el arte del cuerpo en movimiento, al menos en los teatros físicos.

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