Conoce la transformación de las masculinidades en el siglo XXI a través del libro “Los ojos de mi padre”

Isabel Ibáñez presenta Los ojos de mi padre, novela que invita a reflexionar sobre los roles impuestos por la sociedad a partir de la pérdida y el dolor. La autora comparte cómo fue su proceso de escritura y lo complicado de publicar su historia
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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Las historias “que empiezan sin tregua, que no te preparan” son las que más le gusta encontrar a Isabel Ibáñez en la literatura o en el cine, porque la envuelven rápidamente en la trama y la llevan a conocer a los personajes sin perder tiempo. La acción está ahí. Así es Los ojos de mi padre, novela que está promocionando.

Esta es su primera novela publicada. Hugo y Lorena Torres Maya deben reconocer el cadáver de su hijo Gerardo, quien murió en un accidente de coche. ¿Dónde estaba y con quién la noche en que falleció?, es la pregunta que Hugo buscará resolver.

Los ojos de mi padre, explica la autora, profundiza en la transformación de las masculinidades en el siglo XXI desde la mirada de un hombre de clase media de 59 años, cuyo objetivo en la vida fue trabajar, casarse, subir en la escala social y dejar un patrimonio para su hijo.

Ibáñez confiesa que no tuvo un solo momento de epifanía que a la llevara a escribir esta historia, más bien, dice, fue un proceso bastante más sutil nutrido por diferentes sucesos en su vida. Lo que sí reconoce es que era una historia que la estaba persiguiendo: la de un hombre en su madurez.

“Quizá por mi propio padre, que no es que esta sea su historia ni nada, eran como un personaje que había estado explorando y, digamos, me alegra como no haber sido muy consciente de sí en circunstancias diferentes podía o no escribir sobre un hombre así, porque eso es algo que me pregunté después, ya estaba muy involucrada en la historia y esa inocencia me ayudó un poco a poder escribir con mucha libertad, que creo que es una gran ventaja de la primera novela”, cuenta la escritora en entrevista con Reporte Índigo.

Otro suceso que abonó para la escritura de esta historia fue la muerte de uno de sus compañeros en la universidad. Recordó el hecho y abstrajo lo que le funcionaba. Su compañero perdió la vida en un accidente de coche, como le pasa a Gerardo en la novela, así que su padre iba a buscarlos a la universidad para preguntarles cosas de su hijo.

“La muerte de mi compañero fue un poco misteriosa en el sentido que había unas horas que nadie sabía dónde había estado y eso, obviamente, contribuyó a la novela, pero no es tanto ni esa anécdota ni esa historia, ni que mi mejor amigo se murió, porque era solo un compañero, pero lo que sí se me quedó era como el dolor de este padre y, sobre todo, su curiosidad, porque nos preguntaba cómo eran las clases o qué hacía”, comparte la escritora.

Lo anterior sumó a su inquietud por explorar al hombre mayor que hace el rol que le toca y luego cuestiona su existencia, pues qué mayor crisis que perder la razón por la que, en teoría, has tomado tus decisiones.

“Para mí era importante el camino de encontrar al hijo, pero que lo obliga a encontrarse a sí mismo; entonces, se encuentra un poco con este amor que nunca llevó a cabo, con otro hijo que la mujer con la que estaba decide no tener, o sea, con un montón de cosas que lo confrontan mucho, y que creo que me confrontaban a mí mientras las iba escribiendo. Seré muy afortunada si alguien reflexiona con mi libro”
Isabel IbáñezEscritora

El reto de publicar

Con Los ojos de mi padre, Isabel Ibáñez descubrió, opina, una cosa muy obvia, pero muy verdadera al mismo tiempo: nadie sabe escribir una novela hasta que la escribe. Ella estuvo en un programa de escritura creativa y no cree que la gente necesite ir a ese tipo de programas para escribir. Si bien recibió feedback, lo demás lo fue descubriendo por su cuenta en la práctica.

“Hay gente que habla de la arquitectura de la novela, o sea, la novela como una construcción, pero para mí el proceso fue uno de excavación, como un proceso más parecido a la arqueología que a la arquitectura, sí voy a hacer un símil”, explica.

Si bien hay autores a los que les funciona tener bosquejos o fichas de personajes para iniciar una historia, a Isabel no. Ella tuvo que escribir, escribir y escribir para ir excavando.

“Le escuché una frase a la escritora Laia Jufresa que decía que borrar también es escribir, y yo borré muchísimo y eso es una de las cosas que creo que me quedan como gran aprendizaje, que al menos en mi camino tengo que escribir mucho más de lo que va a ser la versión final.

“Es como un proceso de muchos años que acabo quedando en un libro que he tenido la fortuna de que haya gente que me diga ‘ay, me lo eché en un fin de semana’ y digo pues sí, es como el resultado de que hubo que hacer mucho trabajo para que la novela fluyera”, comenta.

La escritora también señala que el proceso de publicación es complicado, y más cuando se trata de autores nuevos, porque caso no hay oportunidades. Los editores no quieren leerlos o nunca les contestan o les dicen que, por ejemplo, con la pandemia se les juntó mucho el trabajo y tienen como 15 libros en la cola.

“Eso también fue súper retador, va a sonar cliché, pero no darme por vencida y decir quiero publicar esta novela porque es una novela que vale la pena o al menos quiero saber si vale la pena o no, pero si el proceso de publicación digamos que se cuece aparte”, afirma.

Los ojos de mi padre está publicada por Suburbano Ediciones, editorial que tiene varios años en Estados Unidos, donde vive la autora, y que su misión es publicar libros en español para el mercado latino de allá.

“Muchos autores o autoras, a veces, se tienen que ver como en la necesidad de sacrificar el español o buscar traductores para poder moverse en este país y esta editorial es un poco lo que quiere revertir; para ellos, el español tiene que tener un espacio importante en este país, porque es parte de este país”, expresa Isabel.

Los ojos de mi padre ganó el Roy Crane Award for Outstanding Achievement in Liberal Arts otorgado por la Universidad de Austin

Además, el modelo de negocio de Suburbano Ediciones es muy particular, ellos no imprimen un tiraje de 3 mil o 4 mil ejemplares para ver si se venden y tenerlos arrumbados en una bodega, sino más bien van imprimiendo de acuerdo a los pedidos de la gente. Lo más fácil es adquirir el libro por Amazon.

“Soy la primera autora mexicana que publica con ellos, han publicado muchos autores latinoamericanos, lo que me hace sentir muy bien, hay venezolanos, peruanos, argentinos, etcétera”, finaliza.

Isabel Ibáñez de la Calle

Nació en la Ciudad de México en 1984. Actualmente vive en Austin, donde estudia el doctorado de Literatura y Cultura en español en la Universidad de Texas. Cursó la Maestría en Escritura Creativa en NYU.

Durante diez años trabajó como periodista de viajes, gastronomía, artes escénicas, teatro, arquitectura, arte contemporáneo y literatura para las revistas Gatopardo y Esquire y el periódico El Universal, entre otros medios.

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