Confrontan al amor
La obra teatral Hablemos de amor busca seducir al público para llevarlo por diferentes historias que van desde el enamoramiento, el deseo, la pasión, el odio, el hastío, hasta los celos; emociones que sin duda todos han probado, padecido y disfrutado
José Pablo EspíndolaVivimos en una sociedad donde todo se doluye, donde nada es eterno, en una sociedad líquida, como alguna vez lo escribió el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien aseguraba que la posibilidad de una modernidad verdadera se nos escapa de entre las manos como agua entre los dedos.
¿El amor es verdadero? ¿Líquido? ¿El amor puede vencer al odio? ¿Por qué las relaciones personales son tan efímeras? ¿Necesitamos explorar los sentimientos? Para muchos expertos, la sociedad actual se encuentra un en proceso de banalización en donde creemos que todo es desechable.
Por ello, Jorge Robles, director de teatro, está convencido de que es necesario que Hablemos de amor. La obra presenta una secuencia de textos relacionados con este sentimiento desde la parte más interna y visceral del ser. Contrapone dos formas de entender el amor. Por un lado, la del filósofo español José Ortega y Gasset y por el otro, la estructura del pensamiento del psicólogo Erich Fromm.
A través de diversas escenas de la poesía de San Agustín, del teatro de Ibargüengoitia, Lope de Vega, Jardiel Poncela, Shakespeare, entre otros autores que han tomado al amor como excusa para explorar la condición humana, se ejemplifican los tipos de amor que abordan Fromm y Ortega y Gasset en sus estudios.
“El pensamiento de Ortega y Gasset pertenece más al rubro tradicional y Fromm, aunque ya tiene algunos años que hizo su libro El arte de amar, sigue siendo muy vigente porque explora la conducta humana”, explica Robles.
En la puesta en escena los actores proponen seducir, provocar, al público llevándolos por diferentes historias que van desde el enamoramiento, deseo, pasión, odio, celos y hastío; emociones que sin duda todos han probado, padecido y disfrutado.
“El objetivo es intentar acercar al público joven a textos literarios que tienen un valor universal, usando como pretexto un tema que puede ser atractivo en cualquier momento de la historia humana. El amor es una necesidad fundamental para el ser humano, muchos pensemos que sabemos mucho al respecto o que podemos controlarlo o dominarlo, pero es diferente con la realidad concreta a la que nos enfrentamos durante toda la vida”, afirma el director.
Los tipos de amor
La trama está construida de tal manera que los actores primero dialogan sobre el concepto del amor, para luego desmenuzarlo. Hablan sobre el amor hacia Dios, hacia los hermanos, los hijos, la mujer, hacia un objeto de deseo, no importando cual sea. Se celebran las libertades conseguidas, las luchas ganadas, la diversidad sexual.
“Primero usamos un soneto de Lope de Vega, que lo pronuncia todo el grupo. Después hablamos del amor a Dios y de cómo considero que debe tomarse. Ejemplificamos eso con un texto de San Agustín, entonces hacemos toda una representación como en un monasterio medieval y uno de los actores personifica a San Agustín, a esto le contraponemos la composición de lo que entendemos entre el amor y el deseo, y tomamos como ejemplo la obra de Jorge Ibargüengoitia, El loco amor, que habla de un amor entre dos personas con una historia muy arrebatada, entre Juan y María, un encuentro clásico amoroso donde el enamoramiento es fundamenta y vamos hablando del deseo, de la pasión, de los celos, vamos jugando con estos elementos amorosos”, narra Robles.
El público es parte importante de la dinámica de la obra, los seis actores en escena se dedican a hablarles constantemente durante todo el montaje para luego romper ese dialogo con el espectador como si se tratara de Stand up. La intención es dialogar muy cerca, a los ojos, casi sin distancia, y luego retomar por sorpresa el ambiente del teatro clásico.
“El juego más interesante de la propuesta se reduce al dialogo directo con el público, creo que en este momento el espectador está cansado de que los recursos teatrales lo alejen del interprete, lo que busco es que los actores desarrollen unos personajes seductores, provocativos, que defiendan las ideas de los autores que estamos utilizando como estructura, pero que las digan como si fueran ellos mismos”, dice Jorge Robles.
Sin embrago, el montaje también utiliza técnicas provenientes de la danza, clown, combate escénico y teatro físico con especial énfasis en el trabajo escrito sobre la voz y la palabra.
La construcción
El concepto del amor es algo que se va cambiando conforme vamos acumulando experiencias en la vida. Una de las más grandes enseñanzas que le ha dejado al director armar esta obra, es poder corroborar que “cualquier persona, de cualquier época, puede ser tocada por los textos clásicos de maneras distintas”, asegura el director del montaje.
La obra teatral también habla de la muerte como un fenómeno en donde el amor transita y quizá, a veces, prevalece o no, dependiendo de la historia de cada quien . “Como dice uno de los textos de Ortega y Gasset, la ausencia de la muerte no cura al enamorado, pero la memoria no es una fuerza constante y tras una larga ausencia el olvido nos da al fin la nada mental necesaria a nuestro espíritu”, recita el director
Jorge Robles sabe que hablar de amor no es predicar, pero si reflexionar sobre qué estamos haciendo en nuestro ambiente personal para atacar mejor la problemática. Afirma que el amor sigue siendo una posibilidad de transformación. Ponerte en los zapatos del otro ayuda a comprender cuáles son sus razones para actuar así. Entender este sentimiento puede ser una respuesta para enfrentar al odio, la crueldad, la sangre y la indiferencia a los que nos enfrentamos todos los días.