El aire contaminado es uno de los grandes enemigos de la salud del siglo 21, y así como tiene efectos negativos sobre las vías respiratorias, la concentración de metales en la sangre y el crecimiento de los niños, también los tiene sobre el órgano más grande del cuerpo: la piel.
Las compañías de cosméticos lo saben y, como en su momento con el furor por el Factor de Protección Solar, detectaron una oportunidad de oro, al concientizar sobre los peligros de las partículas contaminantes… y vender productos para prevenir el daño.
La tendencia comenzó con los cepillos estilo Clarisonic, que aseguran remover impurezas en el rostro hasta 30 veces mejor que una limpieza nocturna normal, pero se ha extendido hacia humectantes con doble función, protectores específicos y “barreras” anticontaminantes.
“Creemos que la contaminación es el nuevo rayo ultravioleta”, dijo a The Wall Street Journal Marc Toulemonde, director de SkinCeuticals. Y para poder vender sus productos, el primer paso es, igual que se logró con el sol, dar a conocer que el nuevo enemigo de un cutis perfecto es la contaminación. Y los efectos de las partículas que se incrustan en la piel no solamente se notan en la superficie.
Estos contaminantes penetran la barrera protectora de la piel. Y sí, su apariencia es desagradable y suele reconocerse como “puntos negros”, pero también suelen contener altas concentraciones de metales que penetran al torrente sanguíneo.
Además, un estudio del 2010, realizado por científicos alemanes, reveló que las mujeres que habitan en áreas urbanas son más propensas a tener hiperpigmentación (manchas de la edad) que las que viven en zonas rurales y no están expuestas a niveles tan altos de partículas.
Más allá de los productos preventivos y correctivos, los dermatólogos están de acuerdo en una cosa: lavarse el rostro antes de dormir no es importante solo para eliminar rastros de maquillaje, sino para deshacerse de las partículas que pueden hacer daño mucho más allá de la piel.