Comida con vida
Las frutas y verduras tienen un reloj biológico propio que les permite protegerse contra los insectos hambrientos. Sus ciclos de luz-oscuridad continúan incluso después de la cosecha, por lo que cuando los compramos en el supermercado, estos alimentos aún siguen vivos.
Eugenia RodríguezLas frutas y verduras tienen un reloj biológico propio que les permite protegerse contra los insectos hambrientos. Sus ciclos de luz-oscuridad continúan incluso después de la cosecha, por lo que cuando los compramos en el supermercado, estos alimentos aún siguen vivos.
Y es que luego de su recolecta, las frutas y los vegetales aún responden a las señales de luz de su entorno durante varios días. Su fisiología se mantiene en constante cambio a lo largo del día en base a los ritmos circadianos (ciclos biológicos de 24 horas). Esto mejora su resistencia ante los insectos y, por ende, su valor nutricional.
Así lo reveló un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Rice, en Estados Unidos, luego de simular el ciclo de día y noche en el laboratorio, con el fin de modificar los relojes internos de diferentes frutas y verduras, tales como zanahoria, calabaza, espinacas, moras y col.
“Todavía no podemos decir si las condiciones de la luz reducen la vida útil de frutas y verduras que se almacenan en los estantes”, dijo Janet Braam, autora del estudio, en un comunicado publicado en la institución académica.
“Lo que hemos demostrado es que mantener el reloj interno (de frutas y verduras) funcionando es ventajoso con respecto a la resistencia a los insectos, y también podría producir beneficios para la salud”, agregó la también docente y directora del Departamento de Bioquímica y Biología Celular de la Universidad de Rice.