México se enmarca este fin de semana por la visita del Papa Francisco y mientras los vitoreos religiosos ocurren en la Ciudad de México, hay una obra de teatro que critica el control del catolicismo en la nación.
“Fancy Lupe” es una puesta en escena que con la ayuda del performance busca generar conciencia tomando los símbolos religiosos, así como cuestionar el poder que este tipo de instituciones clericales tienen sobre los mexicanos.
Pepe Romero, director de la obra, explicó que el montaje se expuso primeramente en 2014, para posteriormente presentarse el año siguiente en el Festival Internacional por la Diversidad Sexual.
Este 2016, llega al espacio del Museo del Chopo por una corta temporada, que además coincide con la visita del Sumo Pontífice.
“Coincidió, realmente no fue intencional”, dijo el dramaturgo que basó parte de su vida para hacer la puesta en escena.
Convirtiendo la realidad en arte
El teatrista procedente de Durango argumentó que “Fancy Lupe” salió de su vida juvenil, en la que le tocó ser militante de una organización religiosa de ultraderecha nacional, por lo que en el montaje con cuatro actores en escena –él incluido– expresa parte de su sentir contra el grupo de ultraderecha.
En palabras de Romero, su obra sirve como un confort personal al ser una catarsis liberal de su pasado, además expone el desagrado vivido y lo convierte en una obra artística.
A pesar de que el realizador de escena comentó que no vivió un acoso físico por parte de la organización religiosa, sí fue decoroso el vivir un ritual de iniciación, “pues ahí comienza como una degradación también de la realidad, porque esto se convierte en fanatismo y esto afecta la psique de cualquier ser humano”.
Símbolos del imaginario mexicano
En el montaje la representación de los símbolos es imprescindible, ya que en la obra que corre como una suerte de performance de teatro post modernista, se emula la religiosidad mexicana.
Por ejemplo, en la primera escena de la obra conocemos a Fancy Lupe (personificada por Alan Balthazar), un chico de piel negra que se encuentra desnudo con una corporalidad feminizada, portando un manto en la cabeza que hace alusión a la Virgen de Guadalupe, mientras come una sandía, símbolo recurrente en la mexicanidad artística.
La música empleada en la pieza teatral corre a cargo de Mexican Jihad, inspirada en la corriente del post Internet, además de contar con algunos tintes y temas de la época disco y el barroco italiano.