El camino hacia el festival es casi una procesión. Un sendero de velas guía a los asistentes por un pasaje de flores hasta llegar al puente de los espíritus hecho de flores de cempasúchil que, por una noche, conecta el mundo de los vivos y los muertos en el concierto “Coco: un festival para recordar”.
Entre gritos de emoción y mucho bullicio, las personas avanzan, esperando ser escaneadas; sus rostros pasan por un filtro especial que, en este imaginario festival, verifica si sus seres queridos los recordaron en sus ofrendas de Día de Muertos.
Después del túnel iluminado se descubre un escenario imponente, adornado como una gran ofrenda, pero esta noche, la ofrenda no lleva tamales ni pan de muerto, sino manjares musicales que le darán vida a unas de las cintas de Pixar más queridas del mundo: “Coco”.
La Monumental Plaza de Toros es una fiesta colorida y, paradójicamente, llena de vida, en la que por segundo año consecutivo se realiza este festival.
Lluvia se convierte en parte del espectáculo
La lluvia, fina al principio, se convierte en una constante que parece formar parte del espectáculo. La gente corre a resguardarse, sin perder el ánimo y con la emoción a flor de piel. La tercera llamada anuncia el inicio del evento y, como por obra de un milagro, la tormenta cede un poco, como si respetara la magia de la noche.
Entonces aparece Angélica Vale, quien da la bienvenida y presenta a Karol Sevilla. El primer acorde suena y el público responde con un aplauso cuando Sevilla entona “La Bikina”, una melodía que marca el inicio de esta celebración musical.
La velada avanza entre canciones y la proyección de la película “Coco” que cuenta la historia de Miguel, un niño que sueña con ser músico, pero su familia se lo prohíbe porque su tatarabuelo, músico, los abandonó, y quieren obligarlo a ser zapatero, como todos los miembros de la familia.
Por accidente, Miguel entra en la Tierra de los Muertos, de donde sólo podrá salir si un familiar difunto le concede su bendición, pero su tatarabuela se niega a dejarlo volver con los vivos si no promete que no será músico.
La lluvia se mezcló con cada una de las canciones que sonaron en “Coco: un festival para recordar”
Desfile de alebrijes y calacas
Cuando Sofía Gascón y Carlos Gatica interpretan “El Corrido de Miguel”, aparece un desfile de alebrijes y calacas que recorre los lugares del público, estos personajes coloridos provocan gritos de emoción entre los niños. La “Cumbia del mole” suena, a cargo de Sofía Gascón, lo que le da un toque de fiesta, con el recuerdo de Lila Downs impregnado en cada nota.
Uno de los momentos más emotivos llega cuando, en la pantalla, aparece Ernesto De La Cruz cantando “Recuérdame” y en el escenario Carlos Gatica le da voz. Las notas de la canción emblemática de “Coco” hacen que muchos en el público cierren los ojos, tal vez recordando a algún ser querido, con lágrimas o tal vez gotas de lluvia, pero todos unidos por una misma nostalgia.
A lo largo de la noche, la lluvia no se cansa de aparecer y retirarse. Cuando Natalia Lafourcade sube al escenario a cantar “La Sandunga”, el cielo se abre de nuevo, como si las mismas almas que celebran estuvieran llorando desde el más allá.
Algunos asistentes buscan refugio, pero Natalia continúa, su voz supera la tormenta y transforma el agua en un elemento más de la canción. Aquellos que permanecen bajo la lluvia parecen fundirse en un momento íntimo, como si la música y el agua se volvieran una ofrenda compartida.
Héctor Osobampo y Andrés Ruanova aportan energía con su interpretación de “Un Poco Loco”, mientras que el dúo de Angélica Vale y Carlos Gatica conmueve a todos con una poderosa interpretación de “La Llorona”. La canción se eleva en la Plaza de Toros, y es como si la misma Llorona se manifestara en la música, entre la bruma de la lluvia y las luces.
“Recuérdame”, el cierre de la noche
Finalmente, la noche alcanza su clímax cuando en el escenario se proyectan las fotos de aquellos que ya no están, los seres queridos de quienes enviaron sus imágenes para este tributo. “Recuérdame”, en la voz de Camila Fernández, suena una vez más, y el público la canta en un murmullo respetuoso. La ofrenda es ahora un altar colectivo, donde nadie es olvidado.
La velada sigue con Mario Bautista emocionando con “Flores” y “Brindó” y Natalia Lafourcade cantando “Hasta la raíz” y “Nunca es suficiente”. La Plaza, sin embargo, comienza a vaciarse. La lluvia ha regresado con fuerza, y muchos se retiran, aunque los más valientes permanecen, empapados y con el corazón lleno, para no perder ni un segundo de esta fiesta que honra la memoria y celebra la vida.
Así concluye “Coco: un festival para recordar”, con una noche en la que música, los recuerdos y las tradiciones se unieron y no dejaron que la lluvia apagara la llama de los corazones de los asistentes. México honró a sus muertos y recordó que, mientras se les cante, ellos nunca se irán.