Clotilde Jiménez, el artista afrolatino que encontró en México su libertad
El artista afrolatino Clotilde Jiménez eligió a México para instalar su estudio, espacio donde ha estado los últimos cuatro años para crear nuevas piezas, en las cuales utiliza elementos característicos de la cultura mexicana
Karina CoronaHan pasado cuatro años desde que el artista de origen afrolatino Clotilde Jiménez decidió hacer de México su hogar. La primera vez que llegó al país fue para quedarse por una noche en la casa de la familia de su esposa en Iztapalapa.
Recorrió los puestos de la calle Artículo 123, en el Centro Histórico, en donde apreció el ritmo de trabajo de los comerciantes, los vendedores de electrodomésticos y de las marchantas que acudían a estos locales. Cadencia que, al final, lo hipnotizó y por lo cual decidió quedarse a trabajar en la ciudad.
Y aunque declara a Reporte Índigo que ha visitado gran parte de Latinoamérica, para Jiménez, México es diferente. Su estudio, ubicado en la calle Bolívar 18, en el Centro Histórico, tiene como escenario el pasado prehispánico que se representa en el Templo Mayor; la evolución de toda una urbe, desde la arquitectura colonial con la Catedral Metropolitana, hasta sus edificios con estilos de la época virreinal y renacentistas, barrocos y neoclásicos.
“México no es la playa de Acapulco, esto es, y me gustó mucho. Yo creo que la gente decía ‘¿qué hace en Iztapalapa? ¿Es cubano? ¿Venezolano? ¿Está perdido?’ Caminé hasta que encontré mi lugar, mi estudio”, revela el artista.
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La mirada de Clotilde quedó maravillada ante el pasado de la cultura mexicana, hasta su expresión más contemporánea como los vendedores de tacos, quienes se pueden ver desde la ventana de su estudio. Tal fue su amor que ahora se define como un mexicano.
“Ser mexicano es luchar, la gente en la calle, hasta en el deporte como ‘El Canelo’. La cultura y su Historia; espacios donde hay pirámides. Puedo pasar por el Zócalo y la Catedral y ver ese catolicismo, pero, al mismo tiempo, hay gente haciendo rituales de limpieza, la gente mantiene sus raíces y su tradición.
“Yo tenía un estudio en La Lagunilla, cerca de la Arena Coliseo, veía todos los autobuses que dejaban a la gente con sus elotes, ese es el espíritu. Como el Himno Nacional Mexicano que tengo que cantar cuando consiga mi nacionalidad”, señala.
El proceso para crear
Las paredes de su estudio están decoradas con algunos bocetos de las últimas piezas que corresponden a su exposición individual en México “La memoria del agua”, la cual ya puede visitarse en la galería Mariane Ibrahim.
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Su trabajo hace referencia a intrincados aspectos de su vida utilizando capas de collage multimedia cortadas. Desde que decidió salirse de su casa a los 17 años, ubicada en un “barrio peligroso de Philadelphia”, hasta su paso por el Instituto de Arte de Cleveland y Slade School of Fine Art en Londres.
Todo ese conocimiento queda como testimonio en su arte, el cual aborda temas de crítica a la raza, la sexualidad y el cuerpo.
“Como humanos queremos una vida cómoda, pero yo quería experimentar las cosas difíciles; personalmente esto me hizo más fuerte, más inteligente y más sabio. En Londres la vida era muy fácil, y en México, no quiero decir que fuera difícil, pero la gente y la cultura es tremenda, era necesario para crecer.
“La cultura en Estados Unidos también es nueva para mí, muy blanca y diferente. Tomé una decisión, porque cuando no tienes nada, no tienes nada para arriesgar, solo tienes posibilidades y había que pagar una renta, comer, comprar libros, pintura y materiales de arte que son bastante caros. Soy una persona que está buscando algo mejor, una sensación de seguridad y creo que en México lo he encontrado”, cuenta Clotilde Jiménez.
La inspiración en México
El artista ha adaptado elementos de la cultura mexicana que se expresan en materiales y texturas que comparten historias en su obra, encuentra en los colores y el papel amate un distintivo que utiliza para darle vida a la piel que pega en los cuerpos. Clotilde considera que su exposición “La memoria del agua”, es completamente una exposición mexicana.
Además, representa un nuevo cuerpo de trabajo inspirado por la naturaleza transformativa del agua. El resultado de esta colección experimenta nuevos conductos en su práctica y técnica, ya que el artista se ha aventurado a una exploración más profunda en la escultura y la cerámica.
“Yo espero que cuando me muera, ojalá como un viejito de 100 años, la gente pueda ver la obra que voy a dejar y los diferentes capítulos de mi vida. Por eso uso el collage, porque es una manera de jugar con diferentes capas y de contar diferentes historias al mismo tiempo. Por ejemplo, puedo poner los ojos de un chico llorando y la sonrisa de un viejito, no sé qué significaría, pero es algo que nunca podría lograr dibujando, es con más libertad y esa es la libertad que estoy buscando”, cuenta.
Clotilde expresa que en vez de seguir la tendencia en el arte, busca crear algo diferente y real, porque en Filadelfia, lugar donde creció, la gente no te respeta si no eres auténtico.
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Por ello, su cuerpo de obra se enfoca a llevar una reflexión, siempre creando desde el corazón. Sobre esta etapa, dice, fue cuando viajó a Puerto Rico para ir con su familia, a la cual, a pesar de no haberla conocido mucho, sabe que son parte de sus raíces.
“Empecé a crear, dije ‘ya tengo los ingredientes y voy a hacer algo con ellos’, a tener una conversación con las pinturas, el dibujo y la escultura. Dibujo cada día, tengo un montón de bocetos para ponerlos en un archivo, eso es muy importante, ahora quiero llevar esas cosas secretas del estudio”, concluye.
Su sueño
A Clotilde Jíménez le gusta mostrar los bocetos de sus pinturas, pues cree que tienen una vida secreta.
“Personalmente me gustaría ver una pintura de Frida Kahlo, considero que está chévere, pero sería más especial ver todos sus bocetos, sería una cosa muy especial para mí, porque los bocetos son como un diario”, cuenta.