El llamado “robo hormiga” ocupa más del 80 por ciento de los delitos en el país. Se trata del hurto de objetos pequeños y fáciles de ocultar, pero que a la hora de hacer sumas y restas representan pérdidas de alrededor de 14 mil millones de pesos para las tiendas de autoservicio, según datos de la empresa Alto México.
Quienes ejercen el robo hormiga suelen permanecer en el anonimato. Y aunque el perfil de quienes protagonizan poco más del 50 por ciento de estos ilícitos es de tipo “amateur” (es decir, que lo practican de forma regular y producto de una toma de decisiones consciente), se ha identificado que un 15.4 por ciento de estos hurtos son de tipo “impulsivo”, carente de planificación.
El ladrón “impulsivo”, según investigaciones realizadas por Alto México, es aquel que “roba productos independientemente del valor de estos” y, de ser detenido, “muestra sorpresa (…), luego siente culpa y vergüenza”.
Este mero impulso al que puede responder el robo hormiga (o bien, a cualquier otro motivo sin fines económicos), aunado a la trivialización del acto per se, es tan solo una parte de lo que priva a este comportamiento de ser evaluado, en ocasiones, como un posible caso patológico.
Sin embargo, no se puede descartar la posibilidad de que entre este grupo de hurtadores “impulsivos” se encuentre un individuo que tienda a abandonarse al delito luego de fracasar reiteradamente en el intento de resistir su impulso de robar objetos que no son necesarios para su uso personal o que carecen de algún beneficio económico.
Una conducta que inclina a pensar que, más allá de un aparente robo de tipo “impulsivo”, se trata de un caso de lo que la actual cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV, por sus siglas en inglés) define como “cleptomanía”, clasificada como un trastorno del control de impulsos.
Otros criterios de diagnóstico de esta rara condición psiquiátrica (se estima una prevalencia por debajo del 1 por ciento en la población general) que lamentablemente no ha sido extensamente estudiada entre la comunidad científica, es una “sensación creciente de tensión inmediatamente antes de cometer el robo”, así como de “bienestar, gratificación o liberación al momento” de llevar a cabo el acto ilícito.
Además, señala la “biblia” de los psiquiatras, “el robo no se comete para expresar enojo o por venganza y no es en respuesta a una idea delirante o a una alucinación”.
Cleptomanía vs. hurtos en tiendas
En entrevista para Reporte Indigo vía correo electrónico, Brian L. Odlaug, investigador visitante en la Universidad de Copenhague, quien desde hace una década ha trabajado con pacientes cleptómanos, aclara que a diferencia de quienes sustraen productos de tiendas “principalmente por necesidad o emoción (como se ve en sociópatas), quienes padecen de cleptomanía hurtan cosas que pueden pagar y no necesitan”.
Los cleptómanos, quienes “por lo general cuentan con buenos empleos, relaciones estables y altos niveles de estudios”, describe Odlaug, no solo no utilizan la mercancía robada, también suelen “desecharla o donarla a obras caritativas”.
Incluso “hemos tenido pacientes que literalmente roban productos y los dejan afuera de la tienda”.
Y es que no se trata del objeto, enfatiza el especialista, sino del impulso y la falta de capacidad de controlar este tipo de comportamiento que también ha sido comparado con la ludopatía, además de adicciones como el abuso de drogas y el alcoholismo, con las que coincide en características clínicas y en la respuesta favorable a los mismos tratamientos, según han demostrado ensayos clínicos con fármacos de nombre “naltrexona” y “memantina”.
A nivel neurológico, el también consultor en investigación en el Programa de Investigación de Trastornos Adictivos, Compulsivos e Impulsivos de la Universidad de Chicago, explica que imágenes cerebrales en una muestra con pacientes cleptómanos comparada con un grupo control de personas sanas indicaron una reducción de sustancia blanca –el abundante “cableado” de fibras nerviosas que conecta distintas regiones cerebrales y controla las señales que comparten las neuronas– en una área de la corteza cerebral conocida como lóbulo frontal.
Se trata de la parte del cerebro que funge como “freno motor”, nuestro aliado a la hora de controlar las conductas impulsivas.
Así, con pobre integridad funcional en esta área del cerebro, agrega Odlaug, “a los cleptómanos les resulta muy complicado controlar el impulso de robar (…), lo que explica por qué hurtan productos de poca importancia y cosas que por lo general no necesitan”.
De ahí que Odlaug hace hincapié en la necesidad de que la cleptomanía tenga reconocimiento en los sistemas legales.
“El que solo se echen estas personas a la cárcel probablemente no hará nada para ‘tratar’ la enfermedad subyacente”, advierte Odlaug, “resultando en la reincidencia del comportamiento, posible suicidio, problemas de salud mental adicionales, más costos para la sociedad, tarifas legales, etcétera”.
Ante la sospecha de un caso patológico, podría justificarse una entrevista con un profesional de la salud mental para evaluar adecuadamente el trastorno y abordar el mismo.
Consecuencias legales
Aunque el experto aclara que la cleptomanía no es un trastorno común y que la mayoría de las personas arrestadas por robos en tiendas no la padecen, considera que es de suma importancia que los sistemas legales y judiciales estén al tanto de los criterios de diagnóstico de esta condición psiquiátrica y que entiendan que algunos de estos individuos no están exentos de cumplir con los mismos.
En México, sentencias de hasta dos años de prisión han llegado a recibir individuos que reúnen los criterios de diagnóstico de cleptomanía, comenta vía correo electrónico el reconocido psiquiatra a nivel nacional e internacional Humberto Nicolini, en relación a su experiencia personal con más de una docena de casos de pacientes que dice haber tratado.
Condenas que, dice, “han hecho que algunas personas tengan que salir del país, o bien, llevarse a la familia por un grave trance de gastos legales y sufrir el encarcelamiento por una condición psiquiátrica, ante lo que resulta complicado establecer un estado de ‘imputable’ que le haría perder al paciente sus garantías civiles y estar bajo el resguardo de un tutor, lo que aplica para algunos casos de retraso mental o psicosis”.
Alto México
Empresa dedicada a combatir y disminuir este tipo de actos ilícitos bajo el principio de “cero tolerancia”, que consiste en la persecución legal de los mismos, “sin hacer distinciones según el valor de lo sustraído ni del perfil de quien lo comete”, señala su sitio Web.
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