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Cada mes, más de 150 millones de usuarios en el mundo comparten archivos a través de BitTorrent, el protocolo de intercambio de archivos basado en el modelo peer-to-peer –de particular a particular (o P2P)– que más se utiliza a nivel global.
Diversos estudios indican que este sistema de distribución descentralizado de archivos es responsable de más de un tercio del total de tráfico en Internet.
Sin embargo, “pese a su creciente importancia social, económica y tecnológica, existe poca comprensión sobre cómo se comportan los usuarios en este ecosistema”, señalan investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona, en España, y de la Universidad Northwestern, en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Los autores indican que precisamente por la estructura descentralizada de la tecnología BitTorrent, resulta muy complejo obtener datos a gran escala sobre las interacciones y los patrones de conducta de los usuarios sin su consentimiento explícito.
De ahí que se ha denominado a la filosofía de P2P como “‘la material oscura’ del Internet”, explican los investigadores del estudio.
Así, por primera vez, los científicos analizaron el comportamiento de los usuarios que utilizan BitTorrent como protocolo de distribución de archivos, en una investigación que abarcó una muestra de millones de internautas, aunque se utilizaron los datos de cerca de 10 mil usuarios activos de marzo del 2009 a octubre del 2013.
Los usuarios compartieron un gran volumen de información, casi 220 mil archivos al mes, por un total de casi 11 millones de descargas.
Se encontró que “para todos las clases de tamaños de archivos, un pequeño número de categorías representa una fracción desproporcionadamente grande de archivos”, indica el estudio.
Por ejemplo, las películas pornográficas y de alta resolución representaron más del 60 por ciento de todos los archivos de tamaños entre 831 y 1,650 megabytes.
El estudio también revela que los usuarios tienden a compartir solo uno o dos tipos de contenido: más de la mitad de las descargas del 96 por ciento de los usuarios pertenece a una de sus dos categorías de contenido preferido.
Los autores clasifican a la mayoría de los usuarios de BitTorrent como “especialistas” que se enfocan únicamente en descargar música y/o películas, por ejemplo, en lugar de “generalistas”.
Y es que esto representa un grave problema. A decir de los expertos del estudio, el comportamiento de un usuario especialista arroja información sobre el perfil del usuario, y por ende, proporciona un indicio de su futuro comportamiento.
Solo cinco descargas les permitieron identificar de forma correcta el perfil de más del 50 por ciento de estos usuarios clasificados como especialistas. Inclusive se puede llegar a predecir cuál será el próximo tipo de contenido que este tipo de usuarios descargará.
Además, que el comportamiento de un usuario sea altamente predecible representa una amenaza para su privacidad, subrayan los investigadores.
Todo depende del PIB
Los investigadores también descubrieron uno de los factores socioeconómicos que podrían motivar a los usuarios de BitTorrent a comportarse de cierta manera: el Producto Interno Bruto (PIB) de un país.
Tampoco descartaron otros indicadores económicos, como la disponibilidad de banda ancha, la infraestructura de Internet y los pagos per cápita a otros países para el uso de la propiedad intelectual.
Pero los resultados indicaron que, a diferencia de lo que podría creerse, la oportunidad que ofrece una buena infraestructura de Internet influye menos a la hora de determinar la conducta de los usuarios en las redes P2P. Lo mismo sucede en el caso de la disponibilidad de banda ancha y el uso de Internet.
“(…) mientras que otros factores relacionados a la riqueza en general y cómo se valora la propiedad intelectual pueden ser más relevantes”.
Los autores ponen el ejemplo de los archivos de series o programas de televisión y películas en alta definición, que no se intercambiaron tanto como uno esperaría en Estados Unidos y otros países ricos, “lugares donde la buena infraestructura de Internet permitiría descargas rápidas de estos tipos de contenidos”, precisan.
“En contraste, en países donde el streaming no está ampliamente disponible por una infraestructura pobre o porque su costo está fuera del alcance de una gran parte de la población, observamos altos niveles de intercambios P2P de películas y programas de televisión (…)”, pese a que éstos dependieron de una infraestructura de Internet más precaria”.
Así, los usuarios que viven en países ricos son los que comparten archivos más pequeños, como música. Mientras que los internautas de países con peores condiciones económicas protagonizan las descargas de archivos más grandes, como las películas en HD.
Según reportó Agencia SINC, los hallazgos del estudio podrían tener implicaciones a nivel social y técnico.
“Se podría aprovechar esta fragmentación de los usuarios (especialistas y generalistas) para mejorar la eficiencia de los algoritmos de BitTorrent”, explicó Arnau Gavaldà-Miralles, investigadora de la URV y una de las autoras del estudio.
Por otro lado, “si se quieren hacer leyes justas, lo primero es analizar el sistema y entender cómo funciona, y cómo lo utiliza la gente”, apuntó el académico de la URV Jordi Duch, quien también participó en la investigación.
‘Mañas’ en BitTorrent
En la “materia oscura de Internet”, las redes P2P, el 75 por ciento de los contenidos son aportados por 100 internautas.
Al menos esta fue la conclusión de un estudio de 2011 encabezado por Rubén Cuevas, del Departamento de Ingeniería Telemática de la Universidad Carlos III, en España, en colaboración con otras universidades europeas y algunas de Estados Unidos.
Estos usuarios hacen más que compartir archivos de música y películas en alta definición. “Estas redes no son tan altruistas como en principio parece. No mantienen la filosofía del P2P, es decir compartir archivos entre iguales”, dijo Cuevas a El País.
En el estudio, los autores ponen en evidencia las diversas técnicas que emplean los usuarios que suben contenido a plataformas de distribución de archivos como Pirate Bay y Mininova.
Por ejemplo, acuden a las salas de cine para grabar el sonido de las películas que han descargado en otro idioma. Luego, editan el sonido para insertar lo que previamente fue registrado. “Es artesanal, pero se usa”, apuntó Cuevas.
“Estos 100 iniciales (internautas) son los que sacan beneficio. Al subir los archivos a Pirate Bay incluyen enlaces a sus webs, llenas de enlaces y publicidad por la que se lucran”, agregó.