Que si el próximo año tal departamento tendrá menos presupuesto, que si Pedro va a llegar tarde a la reunión o incluso que Claudia está embarazada… todos hemos escuchado –o dicho– alguno de estos comentarios en la oficina. Pero, ¿estaban presentes los involucrados?
¿Cuál fue la intención al decirlos?
De estos dos factores dependerá que se cruce o no la delgada línea que existe entre un simple comentario y un chisme.
El chisme no es nada nuevo, algunos científicos sugieren que los seres humanos lo utilizaban desde la época de las cavernas. Tan pronto empezaron a hablar se convirtió en una técnica para frenar a aquellos machos que querían comer carne de mamut sin ayudar a atrapar al animal.
Y a pesar de que todos hemos participado de una forma u otra en esta actividad, siempre ha sido satanizada y en parte se debe al papel que la religión juega en la sociedad.
“Los códigos morales derivados de la religión cristiana y la judía condenan el chisme e incorporan una serie de castigos severos diseñados para desalentarlo”, dice Bianca Beersma, psicóloga de la Universidad de Ámsterdam que ha estudiado este fenómeno por años.
Incluso en las sociedades en las que la religión ya no es tan importante, el chisme sigue siendo mal visto. Pero, ¿es realmente tan negativo?
Para Robin Dunbar, antropólogo y psicólogo evolutivo de la Universidad de Oxford, es un instrumento de orden y cohesión social. En su libro “Grooming, Gossip, and the Evolution of Language”, afirma que la definición de chisme es neutral, ya que originalmente significaba simplemente hablar con las personas más cercanas.
Pero el psicólogo Eric K. Foster, autor del estudio “Research on gossip: Taxonomy, methods, and future directions”, publicado en la revista especializada Review of General Psychology, dice que esta actividad es vista típicamente como algo trivial o antisocial y la define como “comunicarse negativamente, de una manera evaluativa, acerca de una tercera parte que está ausente”.
En su libro “Gossip and Scandal”, Max Gluckman llegó a la conclusión de que el chisme sirve para unir a un conjunto de personas, reforzar las normas culturales y marginar a aquellos que se han apartado de las expectativas del grupo.
‘Habladurías’ de oficina
Bianca Beersma y el psicólogo social Gerben Van Kleef encabezaron un estudio para la Universidad de
Ámsterdam que arrojó que hasta nueve de cada 10 conversaciones en el lugar de trabajo involucran chismes, pero no son necesariamente maliciosos.
La investigación resalta algunos efectos positivos que puede tener esta actividad en un ambiente laboral.
Sugiere que es utilizado para advertir a los colegas acerca de los compañeros de trabajo que no están colaborando bien, e incluso el solo saber que podrían hablar sobre cualquier persona puede forzar a los empleados perezosos a cambiar su actitud.
Este estudio, que fue publicado en el Journal of Applied Social Psychology, dice que las organizaciones pueden “beneficiarse del chisme que es instigado por razones positivas”, tanto como pueden ser dañados por las conversaciones maliciosas entre colegas.
Por eso es muy importante distinguir entre los diferentes tipos de chismes, porque –según Beersma y Van Kleef– así la empresa puede “minimizar lo negativo y optimizar las consecuencias positivas”.
En 1994, Robert F. Goodman y Aaron Ben-Zeev introdujeron el término “chisme bueno”, que se refiere a cualquier chisme que sirve a un objeto distinto al de los fines egoístas del chismoso. Y es aquí donde entra el que fue utilizado para la investigación de la Universidad de Ámsterdam, el chisme prosocial.
Los autores del estudio lo definen como el intercambio de información negativa sobre otra persona de forma que protege a otros de comportamiento antisocial o de explotación, es el tipo de chisme que ayuda a resolver el problema de la cooperación en la oficina.
“Ese intercambio de información es prosocial debido a la cooperación y el beneficio colectivo que engendra”, apuntan los autores, quienes además afirman que es a través del chisme que se logran estos beneficios.
La investigación, en la que se les pidió a 121 estudiantes de universidad que analizaran sus motivos para chismear, encontró que hay quienes lo hacen para manipular a otros, para entretenerse o para obtener información acerca de un amigo en común, otros lo hacen para proteger al grupo de comportamiento perjudicial entre los miembros.
El estudio consistió de tres pruebas: la primera demostró que la principal razón por la que las personas chismean es puramente informativa; la segunda mostró que la protección al grupo era un factor sumamente importante cuando se trataba de hablar sobre otro miembro que estaba violando las normas; y la tercera prueba arrojó que los participantes calificaban el chisme como “social” cuando imaginaban que alguien hablaba con ellos sobre otra persona que no estaba cumpliendo con las normas, ya que lo atribuían a la protección del grupo.
En uno de los experimentos del estudio se le dio a cada participante algunos billetes de lotería y se les pidió que decidieran con cuántos quedarse y cuántos donar a un grupo, a algunos de ellos se les dijo que su decisión iba a ser pública y a otros no. Los resultados mostraron que los participantes donaban más billetes cuando sabían que su decisión iba a ser discutida.
“Los chismes muy negativos y muy positivos se dicen con la misma frecuencia. Pero incluso el solo riesgo de que alguien pueda hablar de las personas puede cambiar su comportamiento”, afirma Beersma.
Chisme saludable
Como se demostró en estudios anteriores, hablar de otras personas puede tener efectos positivos, pero dependerá de la intención con la que se digan las palabras.
La Sociedad Británica de Psicología (BPS, por sus siglas en inglés), publicó un estudio que afirma que chismear puede ser una actividad saludable ya que proporciona cohesión social y mejora los sentimientos de bienestar.
“Chismear aumenta los niveles de hormonas positivas como la serotonina, lo que reduce el estrés y la ansiedad”, señala Colin Gill, director de Psychological Solutions Limited.
Pero si el chisme es negativo o malicioso entonces tendrá el efecto contrario, pues según el psicólogo las personas se pueden estresar y si es una mentira sentirán que los pueden descubrir en cualquier momento.
Tipos de chisme
— El laboral
Podría advertir a los colegas acerca de los compañeros de trabajo que no están colaborando bien.
— El bueno
Se refiere a cualquier chisme que sirve a un objeto distinto al de los fines egoístas del chismoso.
— El prosocial
Cuando se da el intercambio de información negativa sobre otra persona de forma que protege a otros de comportamiento antisocial o de explotación; es el tipo de chisme que ayuda a resolver el problema de la cooperación en la oficina.
Las virtudes de chismear
La investigación a detalle
El chisme en la oficina
Lee el estudio completo