Apenas el martes de la semana pasada China anunció que detendría el aumento de sus emisiones de gases invernadero dentro de 15 años y que impulsaría su uso de energías limpias a 20 por ciento para 2030.
Con mucha frecuencia, este tipo de declaraciones nunca se transforman en acciones reales; sin embargo, fotografías satelitales de la NASA comprueban el sorpresivo compromiso medioambiental del gigante asiático.
Hace seis años inició en el Desierto Gobi la construcción de la primera estación solar de gran escala del país. Hoy en día los paneles solares cubren tres veces más área que hace tres años.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE), con los paneles China aumentó en 2014 su capacidad en 37 por ciento, para alcanzar una capacidad de 28.1 gigavatios. Y solo en el primer cuarto de 2015, el país asiático añadió otros 5 gigavatios de capacidad solar.
Giro de 180 grados
Todo parece indicar que China está haciendo todo lo posible para deshacerse de la reputación de un país altamente contaminante.
En pocos años, el país se ha convertido en el líder mundial en energía solar.
De acuerdo con la agencia energética, China produce dos tercios de todos los paneles solares del mundo, y el año pasado agregó más capacidad solar que cualquier otro país. Alemania sigue siendo el líder en este rubro, pero probablemente será sobrepasado pronto por China.