El aceite vegetal comestible después de freír alimentos, ¿se tira en el fregadero?, ¿se vacía en la coladera? Esto puede tapar la tubería, ocasionar inundaciones y contaminar el agua potable.
Lo mejor es reciclarlo y la Central de Abasto de la Ciudad de México cuenta con la primera y única Planta Productora de Biodiésel, la cual transforma el aceite vegetal en un combustible para el transporte público de la capital. La gente puede traer este desecho a sus instalaciones de lunes a viernes, de 10:00 a 13:00 horas.
“Entre las características principales del aceite es que debe de ser vegetal, es decir, no se puede recibir mineral ni de otros procesos; con una cantidad menor a tres por ciento de sodio y libre agua. Puede ser virgen, caduco o que no cumpla con especificaciones para su consumo”, explica, en entrevista, Rubí Guzmán, supervisora de la planta.
El Gobierno de la Ciudad de México también está implementando un programa de puntos de recolección de aceite vegetal usado en 65 mercados y algunas empresas privadas de diferentes alcaldías, como Iztapalapa, Iztacalco, Coyoacán y Miguel Hidalgo, según refiere Guzmán.
“Se les sugiere que, en primer lugar, manipulen el aceite en frío. Después de dejarlo enfriar, colocar coladeras que no sean muy abiertas ni muy cerradas, como cualquiera que se utilice en la cocina, para retirar la mayor cantidad de sólidos”, dice la supervisora.
Rubí Guzmán indica que hay que tapar y etiquetar el recipiente donde se deposita el aceite vegetal.
“Y les solicitamos no utilizar botellas PET porque, finalmente, también se contaminan con el aceite y es más difícil su reciclaje. Preferimos que se recolecte en estos contenedores de polietileno de alta densidad, un poquito más rígidos y resistentes, para prevenir así la generación de más residuos”, añade.
Tecnología única y 100 por ciento mexicana
Hace un año, el 4 de agosto de 2020, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, inauguró la Planta Productora de Biodiésel. Se trata de un esfuerzo de otras áreas de la administración local, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la empresa ASIAD.
“La instalación de la planta productora de bioaditivo surge en la Central de Abasto como parte de un programa de impulso a la economía circular y del interés de alinearse a los objetivos ambientales de la Ciudad de México”, platica Rubí Guzmán.
Según un comunicado, la planta contó con una inversión de 4.5 millones de pesos. Es la primera tecnología 100 por ciento mexicana que se desarrolla para producir biodiésel de manera sustentable, pues el proceso no genera residuos, no utiliza agua y tiene un rendimiento de litro por litro, es decir, con un litro de aceite se obtiene otro de biocombustible.
“El proceso de producción de bioaditivo es una tecnología desarrollada por expertos del Centro Mexicano para la Producción más Limpia del IPN, es 100 por ciento mexicana. Por su parte, el Gobierno de la Ciudad de México impulsó este proyecto a través de la Sectei, que donó el financiamiento y los recursos y la parte de la instalación de la planta está a cargo de la empresa ASIAD”, afirma la supervisora.
No sólo está patentado, el Laboratorio Nacional de Desarrollo y Aseguramiento de la Calidad en Biocombustibles del IPN certifica al producto.
El proceso de producción de biodiésel con aceite vegetal
La Planta de Biodiésel de la Central de Abasto trabaja por lotes, cada uno dura seis horas y produce mil 500 litros de bioaditivo. Al día pueden realizarse dos lotes en seis etapas; la primera es la recepción.
“Pueden ser donaciones de pequeños volúmenes de menos de litro y medio o más grandes, de 20, de 50 litros, o venir en tanques o pipas que descargan el residuo aquí en la planta”, menciona.
Después sigue el acondicionamiento del aceite, el cual se vacía en un tanque de 20 mil litros. Consiste en el filtrado para la remoción de partículas.
“El aceite, una vez que va a ser procesado, pasa por un sistema de acondicionamiento. Todavía trae algunos residuos de la comida que se alcanzan a remover”, expresa la supervisora Rubí Guzmán.
Una vez que se acondiciona el aceite, pasa a la segunda etapa, de recuperación del metanol. Ahí es cuando se realiza la preparación del catalizador para llevar a cabo la reacción química.
“La reacción se lleva a cabo en esta área que es el reactor, es como el centro, el corazón de la planta”, detalla.
En la tercera etapa se lleva a cabo la reacción del aceite residual en bioaditivo y una primera purificación.
“Aquí se hace una preparación previamente en esta área del catalizador, que consiste en una base y en un alcohol, y una vez que el aceite está listo para ser procesado se combinan y sucede una serie de reacciones para obtener el biodiésel y la glicerina”, indica.
La cuarta etapa es la de acondicionamiento y verificación de la calidad, en la que se separan los productos y se realiza su inspección final.
“El bioaditivo se separa de la glicerina por medio de enfriamiento de diferentes densidades y pasa a lo que es la purificación. Por medio de la condensación se remueven otros tipos de contaminantes que todavía puede traer”, cuenta.
En la quinta etapa, el producto es almacenado para recibir un pulido final y trasvasado a contenedores para su distribución. La sexta y última es la de los servicios o el uso que se le puede dar al bioaditivo, como combustible, y a la glicerina, como materia prima de las industrias cosmética y alimentaria.