Los techos del Museo Diego Rivera Anahuacalli están embellecidos con mosaicos en los que Diego Rivera y Juan O’Gorman plasmaron una simbología que une lo antiguo con lo contemporáneo.
Sin embargo, no fue el único espacio en el que estas dos mentes creadoras experimentaron, llevaron más allá su imaginación al hacer de este recinto museístico un laboratorio que da fe de aquellos primeros murales bidimensionales, hasta la ejecución de los que conforman la etapa conocida como Integración Plástica, a la que pertenece la obra del Cárcamo de Chapultepec.
Con el fin de demostrar esta riqueza, el Anahuacalli presenta la exposición Cimbra, geometría de la plástica integral, la cual fue curada por el historiador Daniel Vargas Parra y Karla Niño de Rivera.
“Es una mirada caleidoscópica de Diego Rivera, el muralista, pero no en el muralismo tradicional, porque Rivera y Juan O’Gorman experimentaron muchísimo con rocas. Es una técnica bastante difícil, pero también le hicieron una variación, porque no aplicaron los mosaicos sobre la pared, sino sobre el techo”, detalla Niño de Rivera a Reporte Índigo.
Para esta exhibición, con la cual conmemoran el 136 aniversario del natalicio de su fundador, hicieron una revisión exhaustiva de fotografías del archivo de Diego Rivera y Frida Kahlo, así como de la Facultad de Arquitectura, de Investigaciones Estéticas de la UNAM y del Archivo Histórico del museo.
Lucienne Bloch trabajó como asistente de #DiegoRivera en varios proyectos murales. Hoy a 114 años de su natalicio la recordamos desde el #Anahuacalli.
Bloch lo acompañó a él y a #FridaKahlo a Detroit en 1932.
🖼️: Muralist at Work, Lucienne Bloch. pic.twitter.com/p1NyFePKiJ
— Museo Diego Rivera (@anahuacalli) January 5, 2023
En las imágenes se revela cómo Rivera trabajaba la madera para hacer sistemas estructurales que conforman el propio Anahuacalli, mismos que tienen referencias de la arquitectura maya.
“Diego también usó esta madera para apuntalar y crear ornamentaciones, hizo plataformas para sus trabajadores. Gracias a la aportación funcionalista de O’Gorman, estas estructuras se volvieron más eficientes, con menos esfuerzo”, aclara.
Lamentablemente, el pintor y muralista mexicano nunca vio terminada esta obra, sobre todo el techo del segundo nivel de Anahuacalli; sin embargo, en la exposición la gente podrá ver un recorrido iconográfico donde se plasma la visión de cómo Rivera hubiera querido terminar esta obra.
Cimbra, geometría de la plástica integral da testimonio de cómo Diego y Juan pasaron de usar pincel en las primeras etapas del muralismo al cincel, la integración de diversas disciplinas como la plástica, la escultura y pintura con el arte prehispánico.
Además, esta exposición versa del simbolismo del Juego de la Pelota Mesoamericano que Rivera descubrió en la década de los 50. La interpretación de este rito propuesta por el muralista fue “demasiado atrevida” para los arqueólogos de su tiempo.
“Queremos enseñar cómo usó estas piezas prehispánicas y la investigación en sus propios murales, que no sólo utilizó para vivir rodeado de ellos y reconectar con esa huella del pasado, sino también para inspiración en proyectos de murales y pinturas de caballete”, detalla.
Con esta muestra, Karla Niño de Rivera explica que buscan seguir con el legado del muralista al hacer del Anahucalli un museo de arte en acción, donde hubiera una comunión entre disciplinas y que no fuera un arte mayor y ni menor.
“Estamos reconociendo a Diego Rivera, pero también lo que nos toca a nosotros para cambiar las instituciones museísticas y sigan vivas, que no se sientan como fortalezas ajenas. Rivera dejó un lienzo en blanco que sigue activándose, es una ruina contemporánea que le falta un cachito y todos los que vienen lo terminan poco a poco, es reconocer el pasado, pero con una mirada al futuro y lo que nos toca aquí y ahora”, concluye la curadora.