Enclavado en el sur de la Ciudad de México, en medio de un pedregal de vegetación árida y rocas volcánicas, un trapecio de concreto bruto y cristal se alza frente a un espejo de agua, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) da la bienvenida no solo al Centro Cultural Universitario, sino también a un arte diferente.
El MUAC cumple 15 años de ser un referente nacional e internacional en la escena del arte contemporáneo, su compromiso para ser un lugar de reflexión y encuentro lo ha posicionado como una parada obligada para quien busca ser confrontado con la vanguardia de las experiencias estéticas.
El MUAC es un museo nacido de la necesidad de un recinto público que diera cabida al arte contemporáneo en todas sus expresiones. A pesar de la importante tradición museística mexicana, en dónde el Estado ha jugado un gran papel con sitios como el Museo de Arte Moderno o el Museo Nacional de Arte, la escena contemporánea a principios del siglo XXI se encontraba en galerías privadas o en manos de coleccionistas. Debido a esto la UNAM tomó la estafeta para crear una institución que llegara a suplir esta carencia.
“La Universidad siempre se ha destacado por tener entre sus vocaciones la difusión de la cultura. Ya desde el MUCA campus, la galería que existe en el campus central, se mostraba un arte experimental donde sucedían cosas muy relevantes. En ese sentido, la UNAM siempre ha tenido la vocación de acompañar el arte en sus múltiples disciplinas, en ese sentido es una de las fuerzas de producción artística e institucional más importantes del país, la Universidad ha aportado al país una cultura pública sumamente potente y relevante por muchísimo tiempo”, comenta Amanda de la Garza, directora general del MUAC desde 2020.
Un ecosistema para el arte
Para Amanda, los esfuerzos del MUAC deben de ser entendidos como parte de un ecosistema artístico, pues estos forman parte de él. Las funciones de representación y confrontación que a lo largo de estos 15 años ha llevado a cabo el museo ayudan a crear una escena en donde el arte se conecte con la sociedad para así pensar la experiencia estética y profundizar en las formas de producción y consumo de piezas artísticas. Entender un museo público de arte contemporáneo requiere, forzosamente, comprender la tarea de formar espectadores para estas prácticas.
“El MUAC ha permitido el fortalecimiento de la escena, de la mano de otros museos, porque la noción de ecosistema quiere decir que no son esfuerzos aislados sino es el entorno que permite que la escena se fortalezca. Parte de las funciones del museo es difundir el arte contemporáneo de tal manera que tenga una acogida social más amplia, crear públicos de arte y permitir que se genere una historia a través de las colecciones y de la investigación”, señala la directora del museo.
Amanda comenta que parte importante de la labor del museo es el acompañamiento de las trayectorias de artistas nacionales e internacionales, lo que han demostrado las exposiciones de artistas como Teresa Morgolles, Anish Kapoor o Ai Weiwei. El diálogo que abre el museo entre las prácticas contemporáneas mexicanas, latinoamericanas e internacionales le ha permitido entender y trasladar contextos artísticos para continuar con su labor de formar públicos para el arte contemporáneo.
Constructores de públicos
Para ello, tras los muros de concreto y cristal de las nueve salas que componen el museo trabaja un ejército en la selección de las exposiciones temporales y en la adquisición de piezas para la colección. Cuauhtémoc Medina, jefe curatorial del MUAC, y su equipo plantean propuestas en donde revisan las prácticas artísticas locales e internacionales y, una vez formulada la propuesta, pasan por la revisión de múltiples comités, en un proceso burocrático donde participa tanto gente dentro de la Universidad como ojos externos para asegurarse que las propuestas sean pertinentes y acordes con la misión del MUAC y de la UNAM.
“Es un proceso muy burocrático pero necesario, porque permite que las decisiones sean informadas, razonadas y transparentes. En ese sentido todo ese trabajo tras bambalinas, que es el trabajo cotidiano de gestión, permite que lo que se exhibe en las salas ocurra. La planeación que tiene el museo es lo que permite llevar a cabo el objetivo de que el público pueda acercarse a estas expresiones artísticas.
“Construimos audiencias no solo en las exhibiciones, también en las mediaciones en sala, en la programación pública y en programas que indagan en la relación de grupos poblacionales y el arte. No nada más se forma público a través de las exposiciones sino gracias a todas las herramientas de las que se vale el museo que buscan establecer una conexión en dónde los públicos pueden generar una relación no con una forma de hacer arte sino con una manera de pensar el mundo mediante el arte”, señala Amanda.
A lo largo de década y media el MUAC ha impactado la forma de pensar el arte contemporáneo, no solo mediante la colección más grande de este tipo de arte sino también por ser un espacio de encuentro para públicos y artistas. Para Amanda este impacto se debe a su naturaleza pública, que les otorga libertad para arriesgarse ante el público y mostrarle la amplia diversidad de formas de hacer arte. La gente que trabaja en el MUAC asume esto como un compromiso.
La celebración para los 15 años del MUAC incluyó un concierto con María Daniela y su sonido lasser y un performance-pasarela a cargo de la artista visual Ximena Labra. Más allá de los días donde la celebración se hizo presente el Museo decide conmemorar el aniversario con la presentación de Guerra y Paz: Una poética del gesto, retrospectiva de Beatriz Gonzáles, una de las pintoras latinoamericanas más reconocidas en el circuito del arte contemporáneo. La exhibición de Beatriz se une a Genealogías y Disidencias, la muestra permanente de la colección del MUAC.