Con un arraigo religioso de fervor diario y educada en el catolicismo lleno de devoción y fe, fue como creció Carmen Boullosa con sus padres, por lo que las imágenes que retrata la Biblia estuvieron presentes desde su infancia.
Eva le parecía un personaje fascinante, la idea del paraíso le resultaba una fábula que la envolvía de pequeña, aunque al ir creciendo empezó a cuestionar el mito de la primera mujer, del “deber ser” femenino, de los lazos que dicta el rigor religioso, de simplemente obedecer al hombre y casarse, porque esa es “la voluntad de Dios”.
Aunado a eso, Carmen Boullosa comenzó a identificarse con la ideología del feminismo de la segunda ola en el México de los 70. La escritora se veía a sí misma como liberal, una mujer que podía trabajar y valerse por sí misma, este reflejo también lo veía en casa, donde las mujeres eran independientes.
“Mi mamá además de mocha, trabajaba, tenía profesión, iba a la universidad, tenía su propio mundo profesional, mi abuela materna tenía su propio negocio, un laboratorio para la materia prima; o sea, alrededor de mí las ‘Evas’ usaban pantalones también”, describe Boullosa, en entrevista con Reporte Índigo.
Los años pasaron, la joven Boullosa se convirtió en poeta, dramaturga y novelista, dejó descansar a Eva por un tiempo, pero a sus 60 años retomó su comunicación con este personaje. La escritora sentía que Eva le hablaba por un conducto especial, así fue como poco a poco fue vertiendo las palabras, para escribir El libro de Eva.
“Empecé a coquetear con la idea de que quizá debía hacer una novela, pero convertir un personaje místico en una novela me parecía que era imposible; entonces, pensé en diferentes argucias y de pronto un día –esa es la cosa milagrosa– ¡me habla, oigo la voz de Eva! Y empecé a escribir”, agrega la autora.
En la ficción Boullosa aprovecha para meter un prólogo presuntamente escrito por Santa Teresa de Ávila, además de que se hacen guiños sutiles hacia grandes plumas femeninas de la literatura, como lo son Sor Juana Inés de la Cruz y Rosario Castellanos, entre otras.
A través de la voz de Eva, a manera de metáfora, la escritora percibe cómo las mujeres se empoderan con esta conexión que está teniendo repercusiones de protesta, de tomar espacios, como pasó con las distintas sedes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
La tormenta de jacarandas para Carmen Boullosa
Cuando Boullosa salía a las calles junto con otras mujeres para protestar acerca de la equidad de género, el movimiento feminista se veía incipiente en comparación con lo que sucede ahora. La autora admira que en este presente haya una fortaleza por parte de las mexicanas, quienes exigen sus derechos.
“En ese entonces eran manifestaciones diminutitas, muy pequeñas, muy poca gente, y ahora el 8 de marzo fue esta cantidad, una tormenta de jacarandas, que fue algo para mí tan increíble, porque es algo masivo, y es muy impresionante”, agrega.
La furia, la violencia y la manera abrupta en cómo el movimiento feminista se manifiesta con la toma de la CNDH es algo que a Boullosa comprende; ahora, dice, es necesario mediar con un diálogo y comenzar una transición para dar fin a los agravios contra las mujeres.
“Yo no diría que el fuego lo pusieron las mujeres, yo pensaría que incluso el hecho de alterar las pinturas tiene siquiera un espacio de juego, no de fuego, el fuego viene de otro lado y es un fuego que hay que atender y que tiene que haber una respuesta responsable que no la hemos visto”, comenta Boullosa.
La poetiza también se suma a la indignación por la falta de resultados por parte de la CNDH, además opina que las provocaciones de los funcionarios públicos, solo están desvirtuando esta queja social que es pide un alto a la violencia en México.
“Entiendo muy bien que haya la furia, pero en el caso específico mencionado, quien ha atizado el fuego es una situación tremenda, ¿cuántos desaparecidos tenemos en México? ¿Cuántas mujeres y niños violentados? El nivel es tan alto, que la instancia gubernamental que tiene que estar defendiendo los derechos humanos, es un barco al garete”, comenta Boullosa.