Ser la “Capital del Diseño” es uno de los mayores reconocimientos que puede obtener un país. Para su novena edición, México y su capital ganaron el primer puesto para llevar a cabo la celebración, además de ser el primero de los países del continente americano en alcanzar esta nominación.
En la reñida contienda de diseño en la que México se enfrentó con Brasil por ser la sede del Design Capital 2018, la nación salió victoriosa. El jurado de esta edición que está encabezado por Mugendi K. M’Rithaa, presidente electo del World Design Organization (WDO), decidió que la arquitectura, el transporte, la señalética, los puentes, el arte urbano, las construcciones históricas y otras edificaciones y diseños mexicanos hacían de la Ciudad de México un digno representante para el certamen.
Para explicar por qué México sería la sede 2018, la Organización del Diseño Mundial señaló en su página oficial “que es gracias a la demostración de pasión y entusiasmo por el diseño, que la Ciudad de México está mezclando lo antiguo y lo nuevo en innovadores programas de salud, comunicaciones y seguridad… Trayendo consigo, una transformación de vida a través del diseño”.
Para enfatizar su importancia, en el sitio web oficial de la WOD, se lee en una cita del profesor Mugendi K. M’Rithaa, presidente y miembro del Comité de Selección del World Design Capital (WDC) que enuncia lo siguiente:
“La Ciudad de México servirá de modelo para otras megaciudades de todo el mundo que se enfrentan a los desafíos de urbanización y el uso del pensamiento de diseño para consolidar una ciudad más segura y más habitable”.
Como un proceso de transformación en el contexto social, económico y cultural, se toma al diseño y la arquitectura como la promesa para fortalecer modelos que brinden seguridad y calidad de su vida a sus habitantes, además de fungir como ejemplo a otras grandes ciudades.
A gran reconocimiento, grandes vitrinas, es por eso que las sedes estarán a la altura del gran suceso que México hospedará.
El Museo Rufino Tamayo, el Museo de Arte Moderno, la Casa del Diseño, Expo Reforma, el Teatro Ángela Peralta, Parque Lincoln, galerías en zonas de Polanco, Lomas de Chapultepec, San Miguel Chapultepec, Roma y Condesa, así como el Centro de Cultura Digital y la Fundación Casa Wabi serán recinto de las innumerables muestras de arte que tendrán como invitados especiales a Puebla y Suiza.
Ciclos de cine suizo y algunas exposiciones de arte perdurarán más allá de la semana del diseño, extendiendo sus fechas hasta marzo 2018.
Un mensaje sin contundencia
Desde anunciado el evento y tras el pasado sismo que movió las fechas de diversos eventos culturales, la Design Week México expresó de manera firme en comunicados su solidaridad con los damnificados y todos los mexicanos.
Motivo por el que las fechas de la celebración de la Semana del Diseño se postergaron hasta la reactivación de los eventos, a nivel nacional.
Sin embargo, fue en la apertura de la Design Week en “la casa del diseño” ubicada en Polanco, donde el tema de la solidaridad con los afectados del sismo estuvo ausente.
Haciendo referencia a lo importante de poder ver materializada la Semana del Diseño y el esfuerzo de todo el equipo que lo hizo posible tras el pasado terremoto, no se encontró otro mensaje más.
Como lo indicó Emilio Cabrero, director general de la Design Week México y el World Design Capital CDMX, “que la Ciudad de México haya ganado el Design Capital 2018 es una motivación y orgullo nacional, donde la reactivación de las actividades culturales también son importantes para levantar a una ciudad del desastre”.
Cabrero agrega que “para construir de cero y quitar los escombros de debilidad que dejó el pasado temblor a la ciudad, es primordial que la cultura de un lugar se vuelva reactivar, pero son también aquellos arquitectos emergentes que ante la urgencia han creado proyectos sustentables para devolverle, por lo menos de forma provisional, un hogar a los más afectados del sismo”.
Héroes que no fueron mencionados en la inauguración de uno de los eventos más importantes de diseño y arquitectura.
Proyectos sustentables, pero olvidados
Ser la “Capital del Diseño 2018” es un reconocimiento que viene bien a la situación de desastre que se vivió en México, pues aunque tuvo la mano de unos, representa a cada uno de los ciudadanos mexicanos.
Dentro de los grandes proyectos que encontraron trascendencia en el extranjero se encuentra el “cemento emisor de luz” de José Carlos Rubio Ávalos, investigador de la Sección de Innovación Tecnológica en Materiales de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
De la necesidad de contar con nuevas alternativas de energía, sin costo por mantenimiento y con bajo impacto ambiental, nació el proyecto de Rubio Ávalos, en el que el objetivo principal fungía como el de realizar cemento que funcione como adhesivo y al mismo tiempo como generador de luminiscencia.
Otra de las grandes iniciativas que tomó como base al cemento es el del mexicano originario de San Luis Potosí egresado de su Universidad Autónoma (UASLP), Óscar Ojeda Pérez, quien enfocó su trabajo de investigación al “cemento ecológico” y la identificación de residuos de las industrias que, gracias a sus propiedades, podrían ser el sustituto o aditivo de las materias primas para la elaboración del concreto. Contribuyendo a disminuir la problemática ambiental actual.
Generar energía a través del suelo también ha sido una opción para Julio César Manrique y Jorge Ruíz Guerrero, alumnos de Ingeniería en Mecatrónica del Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Puebla.
Ellos iniciaron un proyecto tecnológico en 2016 conocido como “el piso que genera energía” a través de un mecanismo que es amigable con el medio ambiente. El dispositivo que se activa exclusivamente con fuerza mecánica al pisar el suelo podría generar energía eléctrica.
Para su elaboración emplearon aluminio y una loseta que fue elaborada a base de un polímero ultra resistente denominado nylamid.
La invención del “cemento más resistente” también es un proyecto mexicano realizado por Martha Poisot y Axel Villavicencio de la Universidad de Papaloapan, junto con los investigadores Patricia Ponce y Tezozómoc Pérez de Durango y Campeche, respectivamente.
El material –denominado PAS– es un compósito formado principalmente por desechos de celulosa y ceniza de caña de azúcar que mediante una reacción química forma una estructura resistente, para ello los expertos utilizaron desechos procedentes de industrias de la región para ayudar al medio ambiente.