El camino de los muertos

La celebración del Día de Muertos, que distingue a México, es una combinación entre tradiciones prehispánicas y católicas que con el tiempo ha ido evolucionando hasta darle forma a los festejos que se llevan a cabo actualmente
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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México es reconocido a nivel internacional como uno de los países más importantes y líderes culturales de América. Parte de esa riqueza tiene que ver con la manera de celebrar a los muertos, costumbre que asombra a personas de otras nacionalidades.

Desde antes de la época colonial, el culto a la muerte ha estado presente entre los pueblos originarios del país. Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México, pueden ser trazados hasta la época de los indígenas de Mesoamérica, tales como los Aztecas, Mayas, Purepechas, Nahuas y Totonacas. Los rituales que celebran las vidas de los ancestros se realizaron por estas civilizaciones por lo menos durante los últimos 3 mil años.

Dichas culturas compartían la creencia de que existe una entidad anímica e inmortal que da conciencia al ser humano y que después de la muerte continúa su camino en el mundo de los muertos, donde sigue necesitando de utensilios, herramientas y alimentos.

En el calendario mexica, destacaban por lo menos seis festejos dedicados a los muertos, el más importante era la fiesta de los descarnados celebrada en el noveno mes, cercano a agosto, y presidido por la diosa Mictecacíhuatl, señora de los muertos y reina de Mictlán, y por Mictlantecuhtli, señor del lugar de los muertos y dios de las sombras.

Con el tiempo y la llegada delos españoles a América, esta celebración se fue combinando con las tradiciones católicas para darle forma a los festejos que se llevan a cabo en diferentes partes del territorio nacional.

Antes de la Conquista, dicha celebración se realizaba en el mes de agosto y coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, calabaza, garbanzo y frijol. Los productos cosechados de la tierra eran parte de la ofrenda.

Actualmente, para los pueblos indígenas de México localizados en la región centro-sur del país, las tradiciones que prevalecen en sus comunidades para celebrar a los muertos constituye una de las costumbres más profundas y dinámicas que realizan así como uno de los hechos sociales más representativos y trascendentes de su vida comunitaria

De acuerdo con el documento La festividad indígena dedicada a los muertos en México, en las regiones maya, nahua, zapoteca y mixteca, por ejemplo, dicha celebración no sólo tiene relevancia en la vida ceremonial y festiva de los pueblos, sino que su propia naturaleza la coloca como uno de los núcleos centrales tanto de la identidad y la cosmovisión de cada grupo, como de su vida social comunitaria.

Según la creencia del pueblo, el día primero de noviembre se dedica a los “muertos chiquitos”, es decir, a aquellos que murieron siendo niños; mientras que el día dos es para los fallecidos en edad adulta.

En algunos lugares, el 28 de octubre corresponde a las personas que murieron a causa de un accidente. En cambio, el 30 se espera a las almas de los “limbos”.

Pátzcuaro, la puerta del cielo

La celebración del Día de Muertos en las comunidades de la región del lago de Pátzcuaro pervive como un patrimonio colectivo y ha propiciado el incremento del turismo regional, nacional y extranjero, que visita la región y comparte el tiempo ritual y sagrado de las comunidades purépechas.

En este municipio, también conocido como “La Puerta del Cielo”, el festejo comienza en el lago de Pátzcuaro con la preparación de los alimentos preferidos para los difuntos.

Los habitantes entonan cánticos y música tradicional, entre la que destaca la danza de los pescadores. En esta danza se realiza la caza del “pato sagrado”, en donde un grupo de cazadores provistos de lanzas, se reúnen por comunidades y acuerdan salir a media noche, a la cacería que no sólo se practica con fines ceremoniales, sino también deportivos.

La región se distingue por su gran variedad de tamales como los tarascos, las corundas y uchepos. Otros platillos típicos son la sopa tarasca, el churipo, pollo placero y las carnitas, entre otros. De los dulces, destacan los chongos zamoranos, las frutas en conserva y dulces elaborados con frutas como el higo, e incluso, ingredientes poco comunes como el dulce de chile poblano.

Las bebidas tradicionales son el chocolate de metate, atole de grano y la charanda, por mencionar algunos.

Mixquic, el lugar de la muerte

El pueblo de San Andrés Mixquic se encuentra al sureste de la delegación Tláhuac. Hay quien señala que en nombre “Mixquic” proviene de la voz del náhuatl miquiztli-muerte, que a su vez de descompone en miquiz-morir y tli-lugar, a lo cual su significado sería “El lugar de la muerte”.

Antiguamente Mixquic se hallaba situado en una de las tres islas pertenecientes al Lago de Chalco, desde entonces, hasta hace algunas décadas, encontró en la pesca una importante actividad, pero debido a la contaminación creciente de los canales varias especies acuáticas se extinguieron y esta actividad decayó hasta desaparecer.

En este pueblo, las familias que perdieron a un ser querido en un accidente o en actos de violencia, encienden una veladora el 28 de octubre acompañando su vela en el altar de un vaso de agua y un plato de sal. El 31 de octubre, al medio día, suenan las campanas de la iglesia para anunciar la llegada de las almas de los niños, adornando los caminos hacia sus casas con pétalos de rosas blancas.

El día 1 de noviembre, al medio día, se despiden las almas de los niños para que a las 2 de la tarde lleguen las almas de los adultos, siendo similar la forma de recibirlos, pero cambiando la flor al cempaxúchitl. Se abren las puertas de las casas y colocan en la ofrenda comidas como el mole, acompañadas por bebidas embriagantes y los objetos preciados por el difunto. A las 2 de la tarde del día 2 de noviembre las almas de los grandes se retiran, pero antes se les ofrece una canasta con comida para su camino.

Durante la noche del día 2 de noviembre, las familias se dan cita en el panteón del pueblo para el alumbrado que durará hasta la media noche; el resultado es impresionante, miles de veladoras que irradian luz color naranja al tiempo que el incienso se eleva al cielo.

El Mihcailhuitl, la fiesta de los difuntos

Oraciones, procesiones y gastronomía tradicional son parte de los elementos que integran el Mihcailhuitl: la fiesta de los difuntos de Cuacuila, del municipio de Huauchinango, en Puebla.

Del 25 al 30 de octubre los mercados de la localidad se abastecen de flores, comida y veladoras; por lo general, los habitantes ocupan esos días para adquirir los insumos que pondrán en su ofrenda y recoger de sus huertos aquello que cultivaron durante el año: caña, jícama, frijol, maíz, calabaza o chayote.

El 31 de octubre inicia el Mihcailhuitl (fiesta de los muertos) con el recibimiento que se hace a los niños fallecidos. Por medio de un camino hecho con pétalos de cempoaxóchitl, la familia señala a los difuntos la entrada al altar.

Para la celebración del 1 de noviembre, los altares se adornan con todos los elementos señalados, además de dulces de calabaza y chayote, frituras y caramelos comerciales. Ese día se cuelgan los ropajes en los arcos que rodean la mesa, y en el arco frontal se sujeta una cruz de madera también forrada con la flor de muerto. Habitualmente, la gente llama a las almas por medio de oración e incienso, comen en sus hogares y por la tarde asisten al cementerio local para limpiar la tumba del difunto y ofrendar alimento. El 2 de noviembre se efectúa el mismo ritual pero sin asistir al panteón, y entre la parentela se hace el intercambio de ofrendas.

*Imágenes

El altar se acompaña de diferentes tipos de imágenes, una de ellas es la o las fotos de los difuntos a los que se va a rendir culto, mientras las demás, por lo regular, son de índole religioso.

*Calaveritas

Representan los cráneos humanos de los altares llamados tzompantli en la época precolombina, en donde se ofrendaban a los dioses las cabezas de los cautivos.

*Velas, veladoras e incienso

Son la luz que ilumina el camino de las almas del mundo de los muertos al de los vivos.

Pan de muerto

Es de los alimentos más representativos de la celebración; hace remembranza a los sacrificios humanos que realizaban las culturas prehispánicas.

*Papel picado

Simboliza al viento, uno de los elementos de la naturaleza que debe de contener toda ofrenda. Su colorido le da un ambiente festivo.

*Flores

El cempasúchil es la flor típica para ofrendar a los muertos, proviene de la palabra náhuatl cempohualxochitl “veinte flores o de los 400 pétalos”. Se utiliza en los altares para guiar las almas de los difuntos, pues su color encendido representa al Sol. La nube representa pureza por su color.

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