“Camilo”, de Alejandro Zambra. Un cuento sobre las ausencias paternas y los padrinos
El escritor chileno lleva a la colección popular Vientos del Pueblo (FCE) un cuento que explora las distintas formas de ser padre e hijo. Una historia sobre familias y ausencias en plena dictadura
Abida VenturaEn la narrativa del chileno Alejandro Zambra, la figura paterna adquiere variaciones distintas. En su novela Poeta chileno (2020) aborda la relación entre un padrastro y su hijastro; en Literatura infantil (2023), él mismo cuenta su experiencia de crianza, mientras que en algunos relatos, como “Camilo”, aparecen otras formas de paternidad, como la del padrino.
“Me interesan esas variaciones de la misma figura, el padre, el padrastro o el padrino que, muchas veces, es una presencia decorativa, que no se sabe muy bien cuál es su función”, dice en entrevista con Reporte Índigo el autor que lleva “Camilo” a la colección Vientos del Pueblo del Fondo de Cultura Económica.
Originalmente publicado en 2018 en Mis documentos (Anagrama), el relato aparece ahora en esta colección popular con ilustraciones de la chilena Mujer Gallina.
“Me encantó la idea de darle una nueva vida, una vida paralela a la que tiene en el libro, sobre todo porque es una colección central en la idea de una cultura masiva. Son libros muy baratos. Se publicó el año pasado en Chile y ahora me encanta que circule en México, que en mi casa”, destaca el autor que radica en el país.
8️⃣ Camilo de Alejandro Zambra. Una novela gráfica que retrata con humor y melancolía la vida en el Santiago contemporáneo. 🚇🌆
9️⃣ El ratón Morón de Elisa Zulueta y Virginia Donoso. Un libro ilustrado que narra las aventuras de un ratón muy especial. 🐭☀️ pic.twitter.com/i8x3lpVOpe
— Fondo de cultura económica Chile (@FCEChile) June 18, 2024
Situado en Chile de finales de los 80, con la dictadura militar de fondo, este relato tiene como protagonista a un chico de 10 u 11 años que conoce al ahijado de su padre, Camilo, un joven más grande que él y que se convierte en una especie de hermano mayor. Una historia sobre familias y ausencias, y sobre las distintas maneras de ser hijo o padre.
“El origen del cuento tiene que ver con un episodio real en mi vida. Cuando yo era chico, adolescente, de pronto apareció un ahijado de mi papá, a quien yo no conocía y era un personaje divertidísimo. Él movilizó muchas cosas, no solo la mía, sino de toda la familia. Era el tiempo en que no había teléfono, de repente podría llegar alguien a almorzar sin anunciarse y convivimos con todo ese desastre. Y se daba esa contradicción porque era a finales de la dictadura”, relata el autor.
¿Qué peso tiene la figura del padrino?
En la historia, como sucedió en la vida real del escritor, Camilo se convierte en un hermano mayor, un chico que ante la ausencia de un padre, que está exiliado en el extranjero por la dictadura, decide buscar a su padrino para suplir esa figura paterna.
“Es interesante porque es el mismo personaje, el ahijado, que solicita un vínculo paterno. Y, a la vez, empieza a revolucionar la vida cotidiana de la familia entera. El cuento nació libremente, a propósito de esas personas que fueron importantes en tu vida. El narrador probablemente no podría contar nada de su vida, sin recurrir a la presencia de Camilo”, dice el autor en cuya obra los límites entre la ficción y la realidad se difuminan fácilmente.
Para Alejandro Zambra, la figura del padrino en las sociedades latinoamericanas se vuelve interesante de explorar porque normalmente se difumina con el paso del tiempo. Muchas veces son personas que sólo son parte de la infancia o de momentos específicos en la vida.
“Creo que es, sobre todo, una señal de confianza con los amigos. Me interesa esa indefinición. Un padrino no sabe muy bien qué significa esa figura. Cuando el padrino o la madrina es el tío o la tía, me parece que es como un doble título, no parece interesante”, dice.
Del Maracanazo de Chile en 1989 y su afición al fútbol
En el relato, Zambra convierte al fútbol en un espacio de encuentro entre padre e hijos, incluso de una nación misma, al evocar el famoso Maracanazo de la selección chilena que lo dejó fuera de la Copa Mundial de 1990. Durante el partido entre las selecciones de Brasil y Chile, el portero chileno Roberto Rojas, conocido como el Cóndor, simuló haber sido herido por una bengala.
“Fue muy extraño y doloroso porque el Condor Rojas era mi ídolo y el de muchos chilenos. Yo lo relacionaba con mi padre, que jugaba en esa posición que creo que es la más literaria, la del portero, alguien cuyo propósito es evitar que suceda el gol. Además, con eso Chile quedó fuera de competencia durante muchos años, fue sancionado”, recuerda el escritor, quien considera que desde entonces los chilenos adquirieron la costumbre “extraña y retorcida” de seguir el fútbol internacional en función de ver si había algún compatriota jugando en esos equipos.
‘Camilo’ (@FCEMexico) de Alejandro Zambra
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“Si hay un chileno en el América o en el Real Madrid, hay que ver cómo le va a ese chileno. Es chistoso cuando lo que te interesa es el arquero. Por ejemplo, Claudio Bravo, que ha jugado en muchos equipos en Europa, ves el partido y lo único que te interesa es que él no haya recibido goles. Si empatan 0 a 0 y es un partido aburridísimo, pero Claudio Bravo mantuvo la portería en cero, estás feliz”, dice.
A nivel personal, dice, el fútbol sigue siendo una forma de vincularse con su país natal y con su padre. “Muchas cosas del mundo masculino vinculado al padre me resultaban problemáticas, pero el fútbol fue el único aspecto de la herencia que no discutí”, dice.